Las primeras tres semanas de la excongresista Aída Merlano en la cárcel de mujeres El Buen Pastor en Bogotá la han llevado al aislamiento. Su reclusión en Colombia se ha complicado por una pelea, sus cambios de humor, mientras la condenada política estaría esperando un traslado a una casa fiscal.
La relación con las guardianas de la cárcel se habría complicado porque un altercado con una de las funcionarias desató una investigación interna que permanece en curso. La guardiana la acusa de agredirla y su defensa sostiene que la agredida fue la reclusa.
Merlano tenía un celular en su celda, como lo tuvo durante su reclusión en Venezuela, con el que seguía la vida de sus hijos en redes sociales, en la ausencia, y sostendría comunicación con ellos. Pero las condiciones no fueron las mismas y durante una inspección a su celda, la guardiana se lo decomisó.
En medio de ese procedimiento se habría provocado el altercado que terminó con golpes e incluso mordiscos. La guardiana reportó contusiones en un brazo derecho y la cara, mientras que la defensa de Merlano señaló que la excongresista presentó múltiples moretones en piernas, cuello, muslo y mordeduras en el brazo izquierdo.
Por su perfil de seguridad y reconocimiento público, Merlano se encuentra en un pabellón especial. Tendría una especie de celda privada, según Semana, de dos metros cuadrados, pero que no tiene que compartir con más presas como en el caso de las demás, aprovisionada de un baño.
Pero su soledad iría más allá de la celda. A la excongresista se le ve recorrer los pasillos sin hablar con nadie, hermética, centrada en sus asuntos personales, aunque sí recibe visitas. Además, las fuentes señalaron a la revista citada que Merlano es considerada por reclusas y guardianas como una persona temperamental por lo que prefieren guardar distancia.
El dictamen de Medicina Legal tras la valoración por la presunta golpiza que recibió señaló que Merlano presentó llanto fácil y labilidad emocional, es decir que tenía incapacidad para controlar sus emociones, aunque sería un estado normal debido al altercado y no un síntoma recurrente.
La barranquillera permanece en el pabellón 9, destinado a funcionarios públicos, en el que se encuentran otras 10 reclusas. Allí disponen de una cocina compartida para preparar alimentos, pero Merlano no la utilizaría. Según El Tiempo, no hay espacios abiertos en esa sección, más que un pasillo que conduce a unas bicicletas eléctricas.
Ese diario también señaló que la excongresista estaría confiada de no pasar mucho más tiempo en El Buen Pastor porque, según han oído otras personas que recorren los pasillos de la prisión, estaría a la espera de un traslado a una casa fiscal. Pero oficialmente no se conoce el proceso.
Según el abogado Miguel Ángel del Río, “la directora del penal nunca fue informada de ningún ataque contra alguna guardiana”, lo que generó sospechas por el conducto regular respecto a lo ocurrido con Merlano. La funcionaria le habría señalado al capitán comandante de vigilancia explicación de por qué habría omitido información.
En un documento señaló que se le informó del decomiso del celular sobre las 15:30 horas, pero sobre las 17:10 el director general le pidió a la directora de la cárcel El Buen Pastor información sobre la agresión que empezó a trascender públicamente, que no se habrían reportado inmediatamente.
Sobre Merlano pesan dos condenas por cinco y 11 años de prisión, por delitos de corrupción electoral. Además, tras su llegada al país se inició el proceso por fuga de presos tras el escape que protagonizó hace cerca de tres años. En esta, su defensa buscará beneficios judiciales por colaboración.