500 indígenas emberá retornaron a Chocó desde Bogotá

La Unidad para las Víctimas adelanta una propuesta para promover el retorno de estas comunidades bajo esos tres ejes: territorio, identidad cultural y gobierno propio

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Una de las razones de que los emberá se asentaran en Bogotá fue por cuenta de la violencia, desatada en medio del conflicto armado, debido a que hay presencia de grupos armados en sus territorios y no se les ha garantizado su seguridad.
Una de las razones de que los emberá se asentaran en Bogotá fue por cuenta de la violencia, desatada en medio del conflicto armado, debido a que hay presencia de grupos armados en sus territorios y no se les ha garantizado su seguridad.

El martes 28 de marzo la Unidad para las Víctimas inició el proceso de retorno voluntario de más de 500 indígenas emberá que habitaban la Unidad de Protección Integral (UPI) La Rioja de Bogotá. En total serán 210 familias que volverán al Alto Andágueda en Bagadó, Chocó.

Desde la entidad nacional destacaron la conversación directa con la comunidad indígena para restablecer los lazos de confianza entre el pueblo emberá y la institucionalidad, “proceso que ha sido esencial para llevar a cabo este retorno y la reparación integral en el resguardo que tanto esperan los retornados”, se afirmó desde la Unidad para las Víctimas.

Una de las razones de que los emberá se asentaran en Bogotá fue por cuenta de la violencia desatada en medio del conflicto armado, debido a que hay presencia de grupos armados en sus territorios y no se les ha garantizado su seguridad.

Otra razón es que las comunidades no cuentan con servicios integrales del Estado y por eso dependen de grandes ciudades como Bogotá. La falta de vías terciarias, garantías de vivienda y desarrollo rural en los territorios donde viven los miembros de esta población fue otra de las problemáticas mencionadas por los miembros de esta comunidad indígena para su desplazamiento hacia la capital de la República.

Sobre el retorno de los 500 indígenas, que inició el martes 28 de marzo, la directora de la Unidad para las Víctimas, Patricia Tobón, aseguró que:

“La unidad acompaña retornos a personas o comunidades víctimas de desplazamiento forzado bajo los principios de seguridad, dignidad y voluntariedad. Las ayudas humanitarias y el apoyo económico para la sostenibilidad a la llegada de quienes retornan son medidas que hacen parte de esta tríada”.

Hay que señalar que este es el tercer retorno de personas del pueblo emberá que la Unidad para las Víctimas acompaña desde que Gustavo Petro es el Presidente de Colombia.

No obstante, de los ocho retornos de esta población que la entidad ha conducido desde 2021, este se configura como uno de los más importantes. Esto, según la Unidad para las Víctimas, debido a las condiciones de hacinamiento e insalubridad que actualmente viven 389 familias en La Rioja (1.042 personas), “hacen impostergable que la institucionalidad dé respuesta al deseo de retorno de las 210 familias que volverán este martes al Chocó. Además, es el primer retorno de un grupo grande de emberás ubicados en esta UPI”, se lee en el comunicado público.

En el mismo sentido se pronunció Patricia Tobón:

“Esa es la reparación integral de facto e histórica que cualquier víctima del conflicto espera, pues no van a ser posibles unos retornos dignos. La gente no se quiere devolver porque el Estado no le cumple. Tienen desconfianza porque se les ha incumplido muchas veces”, afirmó la funcionaria.

Por otro lado, la Unidad para las Víctimas adelanta una propuesta para promover esfuerzos para la coordinación y cooperación que permitan el retorno sostenible de estas comunidades bajo esos tres ejes: territorio, identidad cultural y gobierno propio.

En cuanto al primer punto, la entidad prevé garantizar las condiciones de vida digna según la cosmovisión de los pueblos y comunidades étnicas, promoviendo la mejora de condiciones de agua, saneamiento y de las condiciones de habitabilidad según los usos y costumbres de cada comunidad.

Sobre la identidad cultural, la entidad establece necesario preservar los usos, costumbres, prácticas, rituales y cosmogonía de los pueblos, apoyando, entre otras cosas, las actividades artesanales propias y su promoción como actividad económica, así como impulsar el respeto de las comunidades y pueblos étnicos.

Finalmente, el tercer punto es fortalecer la capacidad de gobierno propio de la comunidad étnica, identificando y caracterizando los grupos y familias pertenecientes a la comunidad que se encuentran fuera del territorio ancestral y definiendo con las autoridades tradicionales las necesidades para el fortalecimiento de la guardia y Justicia propia.

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