El turismo sostenible y en pro de las comunidades locales se ha convertido en tendencia en los últimos años por lo que, tanto colombianos como extranjeros, cada vez más se han interesado en destinos donde puedan vivir experiencias fuera de lo común de la mano de comunidades indígenas y campesinas que habitan en cada una de las regiones del territorio nacional.
Con el fin de acercar a los viajeros cada vez más al patrimonio cultural que albergan las comunidades indígenas y campesinas de Colombia, en el marco de la pasada Vitrina de la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo (Anato), la agencia de turismo comunitario, Esariri.com, dio a conocer cinco experiencias comunitarias que no se puede perder si viaja al territorio colombiano.
Visitar la única localidad campesina de Bogotá: Sumapaz
A tan solo 40 minutos de Bogotá, la capital de Colombia, los viajeros podrán conocer de primera mano un ecosistema de páramo sin salir de la ciudad. En la localidad de Sumapaz, la única campesina de la metrópoli, los turistas y connacionales podrán vivir experiencias de turismo rural comunitario entre las que se incluyen trekking guiado por el bosque y las aguas del río Tunjuelo..
Los visitantes además podrán disfrutar de desayunos con alimentos propiamente cultivados en la zona, al igual que visitar un pequeño museo que se creó en la localidad en honor a la tradición del campo.
Apiturismo y etnoturismo en Guainía
En el departamento de Guainía, más específicamente en la comunidad de La Ceiba, los turistas podrán conocer ‘La Abeja Angelita’, un proyecto realizado por 10 familias que agrupan a cuatro etnias indígenas: curripacos, tucanos, puinaves y cubeos; quienes se encargan del cultivo de siete especies de abejas sin aguijón, entre ellas, la abeja angelita a cuya miel los pobladores ancestrales le atribuyen propiedades curativas.
Turismo arqueológico en Ciudad Perdida–Santa Marta
Además de visitar el famoso Parque Nacional Natural Tayrona, en la Sierra Nevada de Santa Marta (Magdalena), los turistas pueden explorar ‘Ciudad Perdida’, el hogar de la antigua civilización Tayrona, y cuyos vestigios hoy se pueden visitar de la mano de sus descendientes, la etnia indígena Wiwa.
“Comparten sus tradiciones y el significado de esta mítica ciudad, cuyas terrazas intercomunicadas con caminos en piedra, se consideran portales sagrados, con círculos formados en piedra, que indican las delimitaciones donde alguna vez se asentaron viviendas y templos, pero que guardan conexión con lo divino”, sostiene la agencia de viaje de turismo comunitario.
Turismo arqueológico en Guaviare
En el departamento del Guaviare se esconden murales en roca de pinturas rupestres de diez mil años de antigüedad que, con una extensión de más de 150 metros, transportan a quienes los visitan al pasado de las culturas indígenas de Colombia.
Durante la travesía, que contará con el acompañamiento de un guía de la comunidad indígena Tucanos, los viajeros también podrán disfrutar de actividades como trekking, avistamiento de aves y delfines rosados.
Agroturismo en Pasto
Fuera de visitar el majestuoso Santuario de Las Lajas, la Laguna de la Cocha y el Cementerio de Tulcán, en el departamento de Nariño los turistas tienen la posibilidad de compartir con familias campesinas de Pasto, quienes dan a conocer sus tradiciones del campo, técnicas de cultivo, platos típicos, entre otros.
Turismo gastronómico en Tumaco
A 300 kilómetros de Pasto, se ubica Tumaco. Allí las llamadas mujeres emprendedoras piangueras, usane el turismo para proteger la piangua, un tipo de molusco con el que se prepararan exquisitos platos típicos del pacífico colombiano. Con la iniciativa, las piangueras así mismo le apuntan a rescatar recetas gastronómicas que se creían perdidas tras el conflicto armado en Colombia.
Entre las experiencias que los viajeros podrán disfrutar también se encuentra la denominada ruta de cacao, con la que los campesinos reemplazaron sus cultivos de coca.
Etnoturismo en el Amazonas
Con la comunidad indígena Tikuna del departamento del Amazonas, connacionales y extranjeros degustarán bebidas tradicionales, aprenderán a pescar y, en compañía de un mamo o sabio, aprenderán a hacer medicina ancestral como el “mambe”, “ambil” y “rapé”.