Victoria Tirado conduce mejor que muchos de sus compañeros y, como si fuera poco, puede hacerlo en tacones. Su destreza la ha llevado a ser la primera mujer trans que trabaja como operaria del Sistema Integrado de Transporte Público en Bogotá y una de las casi 500 que reducen la brecha de género en este oficio.
A pesar de haber aprendido a manejar a los 34 años, su gusto por los carros empezó desde muy pequeña y, a finales del 2022, después de buscar un trabajo formal durante varios años, sus conocimientos en vehículos y su vocación de servicio la ayudaron a ubicarse laboralmente.
“Los primeros carros que tuve era cuando estaba muy niña. En ese entonces pequeño. Pero le hago frente a la sociedad y decirle bueno, dejo de ser Oswaldo, ahora voy a ser Victoria y comienzo a escribir una nueva historia”, comentó en una entrevista para Citytv.
En 2018, Victoria dejó atrás a Oswaldo y empezó a escribir una nueva historia, en la que es ella la protagonista. No quienes dudaron de sus capacidades. No quienes le negaron la posibilidad de acceder a un trabajo digno. No quienes intentaron hacerla a un lado.
Antes de estar al volante atravesó malas experiencias “Cómo nuestro especialista en producto ahora es una especialista, fue lo que quizá pensaron algunos clientes. Esto cómo lo van a tomar los clientes, cómo va a ser, cómo se va a enfrentar; esto fue una pesadilla”, se cuestionaba.
Sin embargo, no se quedó quieta, luego de su transición empezó a trabajar en Uber, y, tiempo después, decidió arriesgarse y emprender, montando su propia empresa de acarreos a la que llamó “Carga Express en Tacones”. Llegó a darse cuenta que “no había espacio en las nóminas de las empresas para una mujer trans”, razón por la que, en un principio, dejó su carrera en la industria de producción de sonido.
Pero, con el cambio del modelo de Pico y Placa, se vio obligada a vender a “Blanquita”, como le llamaba a su camioneta y buscar otro trabajo. Obtuvo su licencia de conducción de categoría C2, que le permite movilizarse en camiones rígidos, busetas y buses y empezó a tocar las puertas de Transmilenio.
“Muchas de mis congéneres trans llegan a dedicarse al trabajo sexual porque no tenemos oportunidades, realmente no las hay”, lamentó. Pero en su historia, decidió no aceptar un ‘no’ como respuesta. Y fue así como, en su tercer intento logró quedarse con el trabajo, que desempeña junto a su labor como activista.
Aún recuerda su primer día con nostalgia, sentía “una emoción muy grande, mi anhelo era poder conducir un vehículo de estos. Yo me sabía la ruta, pero di un giro equivocado y la cercené. Los usuarios estaban felices porque les había quitado como 15 minutos de recorrido. Yo avergonzada, les pedí perdón y ellos me apoyaron”, comentó en una entrevista para Noticias Caracol.
Y aunque el recorrido no fue fácil, ella prefiere quedarse con lo bueno. Sus nuevos compañeros la recibieron con los brazos abiertos, por ejemplo, a quienes llama sus “solecitos”. Ellos alegran sus días, al igual que quienes se suben a su ruta y la saludan con la misma sonrisa y calidez con que ella lo hace.
“Una vez yo hago la transición mi familia se divide en dos partes: los que están con Victoria y los que quedaron con Osvaldo. Lamentablemente, mi mamá no acepta que yo sea una mujer trans. Ella es una mujer mayor, yo tengo que entender eso, pero algún día espero que las cosas cambien”.
Es esa misma esperanza la que le ha ayudado a conseguir sus victorias, entendiendo que, así como ella, todos estamos en constante tránsito.