Hace dos años un caso sacudió a dos familias de Chimichagua, departamento de Cesar, y Palmar de Varela, en el departamento de Atlántico, cuando se dieron cuenta que las niñas de cuatro años que tenían en sus casas habían sido intercambiadas al nacer por accidente en un hospital de Barranquilla.
Este caso tuvo un cierre en la mañana del 28 de febrero de 2023, pues finalmente, tras una orden judicial expedida por una comisaría de familia, las niñas fueron ubicadas con sus familias biológicas, muy a pesar de la dolorosa despedida.
El viaje empezó este fin de semana cuando Saray viajó desde Chimichagua junto con la niña a la que por seis años llamó hija para entregarla a José Gregorio Hernández, el hombre que descubrió el cambio después de hacer pruebas de ADN ante la inquietud por notar que su supuesta hija no se parecía a él.
La despedida de todos se dio esta mañana, en medio del cumplimiento de la orden judicial y con el acompañamiento de unos funcionarios del ICBF que, según familiares, poco se involucraron en el proceso.
“Queremos que el Bienestar Familiar se apersone y cuide a las dos niñas. Realmente ellas no han tenido acompañamiento de psicólogos y ambas se quedaron llorando”, dijo un familiar.
Todos lloraron. Una de las niñas se fue en un bus desde Palmar de Varela hacia Chimichagua, mientras que la otra quedó en los brazos de José Gregorio, quien ya está en diligencias para ubicarla en un colegio.
La peor parte de la historia la lleva Norelis Truyol, madre biológica de la niña que se queda con José Gregorio, quien se quedó sin ninguna de las dos niñas, pues por ahora deberá adelantar un acuerdo con Hernández para establecer los días en los que cada uno podrá compartir con la menor.
Las familias insisten en la importancia de que el ICBF vele porque cada niña tenga acompañamiento psicológico, debido a las afectaciones emocionales que genera el cambio de hogar.
¿Cómo ocurrió todo?
Todo empezó el 21 de marzo de 2016, cuando José Gregorio Hernández y Norelis Patricia Truyol tuvieron a su hija en un hospital en Barranquilla. Durante los dos primeros años, ni José Gregorio ni nadie en la familia notaron nada extraño en la niña, pero poco a poco empezaron a notar algunas diferencias en el rostro que eran más que inquietantes, especialmente el hecho de que la piel de la pequeña era mucho más blanca y las facciones de su rostro no encajaban con el de sus otras tres hijas.
Incluso, José Gregorio, llegó a pensar que la niña era producto de una infidelidad de Norelis y para salir de la duda llevó a escondidas a la niña a Barranquilla, con la excusa de comprarle unos zapatos, y le practicó una prueba de ADN, así confirmó que no era su hija biológica.
Con el resultado en la mano fue a encarar a su pareja, pero Norelis se mantuvo firme en su fidelidad. Fue ahí que para seguir atando cabos sometió a la madre de la hija a una prueba de ADN. Al ser negativa, quedaron pocas opciones sobre lo que pudo haber sucedido.
Con las dos pruebas en mano envió un derecho de petición al hospital de Barranquilla para solicitar la información de todos los partos ocurridos ese 21 de marzo. José recibió el listado de los nacimientos ocurridos tanto de forma natural como por cesárea no solo ese día, sino también entre el 22 y el 26 de marzo en el centro médico de Barranquilla.
Analizando los datos llegó al nombre de una mujer que había tenido también a una niña con solo 20 minutos de diferencia con Norelis. Buscó a la mujer en redes sociales y evidenció inmediatamente el error, dado que en su foto de Facebook aparecía cargando una niña que para él era su hija.