Juan Manuel Santos, electo en dos ocasiones, 2010 - 2014 y 2014 - 2018, fue parte fundamental del uribismo para luego convertirse en uno de los políticos más aborrecidos por el movimiento. El exmandatario que logró firmar un acuerdo para finalizar el conflicto armado de más de medio siglo con la extinta guerrilla de las Farc terminó su periodo presidencial con un premio Nobel de Paz y los constantes señalamientos de ser un traidor por parte del también expresidente Álvaro Uribe Vélez.
Las tensas relaciones entre Uribe y Santos parecen cosa del pasado, debido a que el líder del Centro Democrático ha venido demostrando una posición menos radical y ofensiva contra Gustavo Petro, el actual presidente de la República que ha pasado a la historia por convertirse en el primer jefe de Estado abiertamente de ideología de izquierda que ha tenido el país.
Uribe inclusive llegó a protagonizar un particular momento en Montería al defender a Petro, algo que no pasó desapercibido el hijo del expresidente Santos quien señaló haber deseado tener esa versión de Uribe en el mandato de su padre.
“Ojalá nos hubiera tocado esta versión de Uribe durante 2010-2018. El país se hubiera evitado muchas peleas y problemas”, trinó a través de su cuenta de Twitter Esteban Santos.
Esteban Santos se refería a la particular situación cuando el líder de esa colectividad y expresidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, durante el foro “Las Regiones vuelven al centro”, que se estaba llevando a cabo en el municipio de Montería (Córdoba), defendió al jefe de Estado Gustavo Petro e indicó que bajo su presencia no permitiría insultos contra él.
El momento en el que Uribe salió sorpresivamente a la defensa de Petro, fue cuando uno de los participantes al foro indicó que había una gran posibilidad para ubicar a sus candidatos al mando de diferentes instancias territoriales para las próximas elecciones del mes de octubre:
“El presidente actual guerrillero que tenemos en Colombia...”, decía el participante cuando en ese momento se dio la interrupción por parte del exmandatario quién indicó con absoluta seriedad: “Yo voy a rogar lo siguiente: En mi presencia ningún insulto al presidente de la República. Todo lo que se quiera decir de oposición con argumentos está bien, pero ningún insulto. Nosotros tenemos un deber con este país y yo a los 70 años lo quiero cumplir”.
Las palabras de Uribe sorprendieron a gran parte del espectro político dado que nunca se había visto al líder de derecha defender a su rival ideológico, pero lo realizado por el expresidente en Montería generó reacciones divididas tanto de personas que felicitaban el comportamiento del exmandatario como quienes lo cuestionaron.
Uno de ellos fue el hijo de las figuras de derecha y oposición, María Fernanda Cabal y José Félix Lafaurie, quien le indicó a el líder del Centro Democrático que el presidente Gustavo Petro ‘en su alma sigue siendo guerrillero’.
“Señor presidente, con todo respeto. Lo que el caballero dice no es un insulto; es la verdad. Petro fue y en su alma sigue siendo un guerrillero”, indicó Juan José Lafaurie, en un trino de su cuenta oficial.
Al igual que las palabras del expresidente Uribe, el trino de Lafaurie generó división tanto de personas que reprochaban al hijo de Cabal por cuestionar a líder del Centro Democrático, así como de quienes lo apoyaron desde un ala más radical de la oposición.
En medio del foro, Álvaro Uribe dejó ver su postura sobre ciertas iniciativas que está adelantando el Gobierno nacional. Aseguró que, de mantenerse las condiciones económicas actuales, de continuar la tendencia a la baja de la inversión y si se sigue con la inflación y las tasas de interés altas, se pueden acabar los programas de vivienda social en dos o tres años.
Sobre la Paz Total aseguró que el Centro Democrático no se opone a los diálogos, pero quieren evitar la impunidad. En ese mismo sentido asegura que él y su movimiento respetan las posturas y designaciones de Gustavo Petro, pues en Colombia debe haber divergencia de conceptos, no obstante, si las reformas que plantea el Gobierno nacional asfixian a las empresas, el Estado se quedará sin recursos para atender las políticas sociales.