La historia de la familia Manrique llegó a la televisión colombiana en 2004 con el estreno de La Saga, negocio de familia, una de las mejores telenovelas colombiana de los últimos años. Con un elenco coral y una historia que comienza en los años 30 y termina en la primera década del siglo XXI, esta tragedia con influencias de El Padrino de Mario Puzo, La Iliada de Homero, que revisita el mito de Caín y Abel y de la misma televisión colombiana, significó un hito en audiencia y cosechó distintos premios. Cerca de 20 años después de su estreno, la telenovela podría regresar a la pantalla chica a finales de 2023.
Así se lo reveló Dago García a Infobae Colombia al finalizar una entrevista sobre su más reciente película El actor, el director y la guionista —que se estrenó el 23 de febrero—. García, que fue el libretista principal de la telenovela, dijo que está en conversaciones con el Canal Caracol —en el que es vicepresidente de producción y contenido— para que a finales de 2023 pueda volver a verse en los hogares colombianos.
“Estamos en eso, hermano. Estamos en eso. Estoy hablando con el canal y probablemente sí, hermano. Probablemente, hacia el último trimestre del año es posible que pongamos La Saga en pantalla”, le dijo García a Infobae Colombia.
La historia de los Manrique
Tomás Manrique era un hacendado en algún municipio entre Antioquia, Risaralda, Tolima y Cundinamarca. Esto nunca se revela. Tomás, junto con Josefina Zarate, su esposa, y Pedro, su único hijo, tienen que huir de su holgada y plácida vida bucólica luego de que la violencia bipartidista de los años 30 llegara a su casa en medio de una fiesta. Una vez en Bogotá, el patriarca de los Manrique intentará, con sus ahorros, emular las comodidades que tenía en el campo, llevando una vida honesta y tranquila.
La vida de su familia sería, desde entonces, todo menos honestidad y tranquilidad, pues las circunstancias y las decisiones de cada uno de los Manrique hará que su destino esté atado al del crimen organizado. Todo por una decisión de Tomás: asesinar a don Facundo, un industrial bogotano que le dio trabajo en una de sus fábricas, en la que poco a poco fue ganándose un espacio luego de frustrar un robo.
Tomás se convierte en héroe y se gana el favor de don Facundo, que lo invita a su casa. Deslumbrado por los lujos, que otrora tuviera en su pueblo natal, Tomás se deja convencer de Pascual Martínez, un ladronzuelo que fingió ayudar a los Manrique a su llegada a Bogotá pero que terminó robándolos y siendo socio de Tomás y después de Pedro. Para el robo, por idea de Pascual consiguen dos revólveres, para los que, como garantía, Tomás tiene que dejar al pequeño Pedro con Tarsicio, otro delincuente. Ya en la casa de don Facundo, este termina muerto. El robo se complica y también el negocio con Tarsicio, que se niega a entregar a Pedro. Luego de rescatarlo, Tarsicio jura venganza a Tomás Manrique.
Con los años, Tomás y Pascual siguen con sus andanzas y poco a poco van consolidando una pequeña estructura criminal, a la que se uniría Pedro, ya adulto, como estafador de incautos en juegos de póker con complicidad de Pascual. Intentando enderezar su vida se enlista en el Ejército, pero el asesinato de Tomás —a manos de Tarsicio— y el conocer a Marlén, una enfermera hija de uno de los hombres que todas las noches estafa en la mesa de póker, le cambia los planes a Pedro.
Marlén, dispuesta a toda, apuesta con Pedro a las cartas para intentar recuperar la fortuna de su padre. Pedro, ya enamorado, acepta la apuesta pidiéndole, que si gana, se case con él. Aunque primero duda, Marlén termina aceptando y se casa con Pedro. Aquí, comienza el trágico destino de los Manrique, pues, Pedro, al perdonarle la deuda al padre de Marlén, sin consultarle a Pascual, su socio en estas estafas.
Este le reclama a Pedro la mitad del botín, pero el joven patriarca de los Manrique se niega, por lo que el mismo día de su boda con Marlén, tras una larga persecución y pelea con Pascual, Pedro mata a Pascual, que antes de morir y en brazos del hijo de su viejo amigo y socio, maldice a toda su estirpe: «Ningún varón de los Manrique morirá de viejo».
Luego de su boda, Pedro y Marlén tienen a su primer hijo, Armando. Como su economía está lejos de ser amplia y garantizarles una vida sin preocupaciones, Pedro busca un nuevo negocio y ve en el boxeo una oportunidad para lograr el sueño de su padre: recuperar la fortuna que alguna vez tuvieron y vivir como se merecen. En la fábrica de tornillos, la misma en la que trabajó don Tomás y que era de don Facundo, Pedro descubre el talento de uno de sus compañeros Kid Romano, un corpulento hombre con el que incursiona en los cuadriláteros y poco a poco, torciendo apuestas, van ganando reconocimiento y dinero.
Luego de obligar a Kid Romano a perder una pelea, por la que este abandonó el boxeo, Pedro empezó a diversificar sus intereses en el mundo del crimen y, para la década de los setenta, había consolidado una empresa criminal en la que Armando y Antonio —el segundo hijo de Pedro y Marlén— son cobradores de apuestas. La familia ha conseguido una estabilidad y prestigio en el mundo del hampa, por lo que los fantasmas del pasado los visitan.
Un viejo teniente de la policía le sigue los pasos a Pedro al investigar la muerte de Pascual, y por más que el patriarca de los Manrique mueve sus influencias, la ira descontrolada de su primogénito, que tiende a resolver, con excesiva fuerza, las deudas atrasadas que tienen con la familia, lo ponen en una difícil situación: o reconoce sus delitos y va a la cárcel o su hijo, Armando, será el que pagará una larga condena en prisión.
Como no pueden faltar problemas, la maldición de Pascual comienza a materializarse y Pedro es testigo de esto al descubrir que Antonio, su hijo menor, está enredado con Ana María, la esposa de Armando. Pedro, supersticioso como su padre, acude ante la bruja de la familia buscando una guía, un consejo para evitar el destino. La bruja le dice que aleje a los hermanos, que la maldición puede evitarse, pero el destino es más grande que cualquiera y Armando, ya con Pedro en la cárcel y con sus delitos confesados para salvar a su hijo, descubre la verdad y decide matar a su hermano.
En la celda, Pedro se suicida. La maldición había comenzado a coleccionar Manriques muertos. Armando encara a Antonio y lo asesina. Años después, Armando se acerca a la viuda de su hermano, Pilar, y comienzan una relación mientras Armando, que ahora dirige los negocios de la familia organiza todo para su paso a la legalidad, siendo este el último sueño frustrado de los Manrique, pues la vida y la maldición que pesó sobre ellos nunca lo permitió.
Armando terminaría asesinado, junto con Pilar, minutos antes de su matrimonio. Tito, Manuel y Ernesto, los hijos de Armando y Antonio, que ya son adultos, se reparten el control del negocio dejando, Tito y Manuel, relegado a su primo Ernesto, hijo de Antonio. Con los años, estos esfuerzos de los tres primos terminarían en sus tumbas y con la familia prácticamente arrasada por un enfrentamiento con Mansalva un capo de los llanos orientales.
La historia de los Manrique termina en la década de los 2000, con toda la estirpe muerta. Solo queda un bebé, que desconocido por todos y desconociendo su destino, logra salvarse y en brazos de su abuela recorre las calles bogotanas.