Un actor con poca suerte tiene que trabajar interpretando en una facultad de Medicina, a pacientes con gastritis, indigestión, esquizofrenia, obesidad… Un pretencioso director de cine cuyo único talento es hacer referencias y pastiches. Una comprometida guionista que investiga a fondo la situaciones para escribir una telenovela, que es desmembrada por el productor y que, tal vez por estrés, termina atrapada en su propia historia.
Estos son los personajes de la última película de Dago García, El actor, el director y la guionista, un homenaje al hacer cine, a la actuación, al oficio audiovisual. Enmarcada en una tradición de películas sobre películas, sobre el cine, como Barton Fink, Hail, Caesar! de los hermanos Coen; Adaptation de Spike Jonze y con guion del gigantesco Charlie Kaufman; o Dogville de Lars Von Trier –que en la película, el personaje del director intenta hacer una descarada copia–.
La historia comienza con Álvaro, un apasionado pero algo fracasado actor, hablándole a la cámara en una audición, que finalmente no consigue, pero que su novia, que lo acompañaba, sí. Desesperado, Álvaro, busca un nuevo trabajo. Lo único que sabe hacer es actuar–o sobreactuar. Y el único papel que encuentra es el de enfermo en el departamento de simulaciones de la facultad de medicina de una universidad. ¿Enfermo? Sí, un enfermo. Tiene que interpretar distintos padecimientos, gastritis, indigestión, esquizofrenia, obesidad… ¿Para qué? Una nueva estrategia pedagógica para la educación médica en el país.
Álvaro, comprometido con su trabajo investiga y estudia todo tipo de dolencias y padecimientos, pero se le ‘va la mano’ y termina enfermo de verdad.
Matías Maldonado, que da vida a Álvaro, termina interpretando en la película muchos papeles en poco tiempo, le dijo a Infobae Colombia que:
“Fue un gran reto actoral justamente por eso, por el hecho de representar muchos personajes, y no solo digamos una cosa como del histrionismo, de que yo pueda hacer de esto y de esto otro, sino como buscar que vaya un poquitico más allá de la caricatura, como que hay, incluso en cada personaje, yo pienso que para hacer comedia lo que uno menos debe hacer es tratar de ser cómico, es como que resulta cómico por la situación, por lo que dice, pero no es porque el personaje quiera hacer cómico, sino porque bueno, pues, así porque lo ven”.
En el hospital conoce a Alicia, la guionista, que dice sufrir de una condición que hace que no sienta dolor físico. Álvaro y Alicia hablan de teatro, de actuación y se embriagan en referencias. Un día Alicia no aparece más en el hospital y Álvaro cree que murió.
La actriz que encarna a Alicia es Yuri Vargas, que le dijo a Infobae Colombia que la película “es un homenaje, una autocrítica, un humor negro, ahí como todo revuelto, estos tres personajes que cuentan todas esas ocurrencias detrás de las grandes pantallas y pues mi reto es leer bien el guion, interpretar ser generosa con mis compañeros y yo creo que crear entre los tres, entre Jhon Alex (Toro), Matías (Maldonado) y yo, toda esta historia de la que la gente se va a enamorar”.
El tercer protagonista de este absurdo triunvirato es Felipe (Jhon Alex Castaño), el director, que intenta, sin mucho éxito, hacer un pastiche de Dogville y se rinde a los aportes de sus actores, director de arte, de fotografía y el sonidista. La película la protagoniza la exnovia de Álvaro –que también tiene un papel– y la escribió Alicia. Allí se reencuentran actor y guionista. La película es un fracaso.
En el último acto de la película Alicia está escribiendo una telenovela, que dirigirá Felipe y protagonizará Álvaro. Pero un bloqueo creativo hace que Alicia quede atrapada en su propia historia.
El actor, el director y la guionista avanza así, en medio de situaciones que cada vez son más absurdas, pero hay momentos en los que, para recordarle al público que lo que ven es una película, la cámara se ensancha y muestra el detrás de cámaras: «Silencio en el set. Atentos. ¡Acción!».
Al respecto, Maldonado advierte que la película tiene un gran carácter experimental:
“Yo creo que hay algo como muy experimental en él, como de buscar nuevos juegos en el lenguaje cinematográfico, y aunque es una inquietud que él ya tiene, en otras de sus películas los personajes son actores o el escritor de telenovelas, por ejemplo, pero que quería experimentar, no solo en la temática, sino en los modos de actuación”.
Previo al estreno de la película –el 23 de febrer0–, Infobae Colombia habló con Dago García, director y escritor de la película, sobre por qué hacer un homenaje al oficio audiovisual, las referencias que usó y cómo fue hacer la película.
¿Por qué hacer ahora este homenaje al oficio audiovisual, al hacer películas y a la actuación?
No sé. Yo creo que hay momentos en la vida en que uno como que se detiene a reflexionar sobre el oficio, normalmente vienen después de momentos en los cuales como que se ha trabajado mucho, como que se han producido muchas cosas, y siempre siempre, vale la pena, yo creo que en cualquier profesión, reflexionar sobre el oficio y como yo trabajo con la audiovisual, pues, ¡qué bueno hacer una reflexión audiovisual sobre el oficio!
Acabo de cumplir 15 años al frente de la vicepresidencia de producción y contenido del Canal Caracol y no sé si tiene que ver con eso, pero sentí como la necesidad de hacer como lo que usted dice: una reflexión, un poco divertida y crítica, sobre el medio en el que trabajo y no sé. No tengo claro si tiene que ver con esa fecha de cumplir 15 años al frente del contenido de Caracol, pero lo sentí como necesario y eso surge como como la película.
¿Cómo fue el proceso para la construcción de esta historia y de los personajes?
Yo vengo trabajando en el mundo audiovisual hace más de 30 años y he sido escritor, he sido productor, he sido director... Entonces, digamos que de una u otra forma he tenido como conocimiento directo con todos los oficios de la televisión ¿no? Yo creo que en el trabajo audiovisual esos tres roles son fundamentales. Quien escribe, quien un poco genera la historia; quien actúa la historia, quien le pone cara a la historia; y quien coordina y dirige.
He tenido un contacto muy directo con todos esos oficios, he leído también, porque soy muy fanático de leer sobre el oficio, entonces a veces a uno se le llena la cabeza de información y necesita como liberarse de esa información. Necesita como descargar el disco duro en algo y finalmente quien trabaja en lo audiovisual encuentra, en lo audiovisual, el espacio para descargarse toda esa información, entonces digamos que todo es producto de casi que viviencias directas, por supuesto llevado al género de la comedia. Pero digamos que los conozco porque he sido uno de ellos. He sido escritor, ha sido director y en alguna ocasión actué, entonces digamos que de todo, eso se alimenta esa vivencia para finalmente convertirla en una historia.
¿Cómo no perderse en la referencia, en el homanaje –hay diálogos en los que hablan de Artaud, Stanislavski– para no atozigar ni hacer algo pesado para el espectador?
Un poco es parte del espíritu de la película, ¿no? Los filósofos dicen que estamos viviendo en una época que se llama la posmodernidad, y uno de los rasgos de la posmodernidad es lo que se llama la autorreferencial. Hoy en día la gente que trabaja en el oficio ha visto tanto y ha estudiado tanto que, de una u otra forma, ha dejado de vivir por estar consumiendo y leyendo. Hoy en día casi que todos lo que trabajamos en este oficio somos una especie de bibliotecas ambulantes que vivimos recitando un poco todas esas referencias de las que nos hemos alimentado, y por haber estado estudiando y viendo nos hemos olvidado de vivir.
Yo a los escritores, con los que trabajo normalmente en el canal, a veces les digo, por favor, muchachos ¡no estudien más! ¡No vean más y salgan y vivan! Sufran. Métanse en deudas. Métanse en amores difíciles. Sufran por amor, o sea, alimentense de algo que no sea la autorreferencialidad. Y creo que es una de las marcas de nuestra época. Nuestros actores, nuestros directores y nuestros escritores son personas muy informadas, muy formadas, pero a veces siento que falta un poquito ir a la vida real y almientarse también de la vida real.
La vida real también ofrece referencias, el propio sufrimiento, la propia vivencia y es un poco también hablar de eso, ¿no? De cómo poco a poco nos vamos volviendo como tan eruditos, tan tecnócratas y nos vamos alejando de la vida. Entonces, es también mirar desde una perspectiva cómica eso que está sucediendo en la industria.
Ya que hablamos de esa autorreferencialidad, toda obra siempre tiene algo de autobiográfica, en mayor o menor medida, ¿qué tanto de Dago hay en los personajes, ya que usted hay pasado por todos los oficios del oficio?
Yo creo que todo el que escribe deja en los personajes un poquito de él, ¿no? Yo no puedo decir que yo sea este, aquel u aquel otro, pero en todos hay un poquito de uno, ¿no? Yo no creo que haya, salvo que la intención sea de verdad deliberadamente autobiográfica, cuando uno cuando uno escribe, cuando uno crea historias y cuando uno crea personajes, en cada uno de ellos va dejando algo, no todo, pero algo, y a partir de ese algo se construye el resto.
Entonces, yo creo que hay algo de mí, como le sucedió a todos los actores en cada uno de los personajes, ahora ¿qué? Sería exponerme demasiado a decir qué, pero está en todos, ¿me entiendes?, y eso creo que le sucede a todos los escritores: va dejando uno pedacitos de uno en cada uno de los personajes.
¿Cómo se evitó caer en la carictura, que es un límite invisible cuando se hace comedia?
Yo no le tengo miedo a la caricatura ni al estereotipo. La caricatura y el estereotipo son dos recursos dramaturgicos que, por alguna extraña razón, tienen muy mala reputación; pero que yo no tengo prejuicios con respecto a ellos. Yo creo que que cuando se trata de comunicarse con el público, y facilitarle el ejercicio de recepción al público, si encuentra unos recursos como la caricatura y el estereotipo, que le facilitan la comprensión de la historia, que le facilitan el disfrute de la historia, pues, no hay por qué huirles. O sea, históricamente se ha desarrollado, en los últimos años, como una especie de resistencia a ese par de recursos dramatúrgicos, pero yo no sufro de eso, o sea, yo no tengo prejuicios en usar estereotipos y caricaturas y los personajes de la película tienen mucho de caricatura. ¿No?
Creo que a veces la caricatura ayuda a que la intención del autor se haga más evidente y en este caso, como se trata también de una especie de de burla sobre los oficios, pues qué bueno echar mano de la caricatura y usar la caricatura. Con eso no tengo problema.
En la película no solo se rompe la cuarta pared, sino que hay una distancia con el plató al verse el detrás de cámaras, se le puede ver a usted viendo las escenas que se graban. ¿Cómo se decantó por este recurso y cómo se evitó no volverlo algo incómodamente reiterativo en la película?
Mira eso es como una especie de referencia a Bertolt Brecht. Bertolt Brecht siempre habló del distanciamiento, a diferencia de toda la teoría aristotélica, que buscaba la identificación como único camino para el disfrute, Brecht siempre recomendaba recordarle a la gente... Brecht fue un hombre de teatro, hizo poco cine y su cine no fue exitoso, pero en teatro siempre recomendaba recordarle a la gente que no estaba viendo una historia real, sino estaba en el teatro y eso lo llamo el distanciamiento.
Un poco esas salidas de la película, para ir al detrás de cámaras, tienen que ver con eso, ¿no? Como con una intención brechtiana de recordarle a la gente ¡hey! ¡Estás viendo una película! ¡hey! Y eso funciona muy bien cuando se trata de hacer este tipo de de acercamientos irónicos y cómicos a cierta realidad.
Entonces creo que en ese sentido, eso de vez en cuando, y lo cuidamos muy bien. Lo que dices tú que no se volviera una cosa reiterada, que empezara a competir con el disfrute de la película, pero sí en ciertos momentos como salirnos y decirle: ¡Hey! ¡Acuérdate que estás viendo una película! Acuérdate que esto no es real, sino que esto es una elaboración sobre una situación y es como nuestra manera de recordar a Brecht, que es uno de los autores más cercanos a como a mi experiencia y creo que que finalmente ojalá funcione y yo estoy contento, porque creo que la intención que teníamos, de crear esos pequeños momentos de distanciamiento, se cumplieron.
También esta esa referencia al teatro del absurdo. Esos primeros escenarios en los que Álvaro se desenvuelve como actor es completamente absurdo, ¿cómo se llegaron a estas situaciones para que, por el peso de su absurdismo, no hagan caer la película en pedazos?
En ese sentido ayudan mucho los actores, ¿no? Yo creo que una de las fortalezas de la película es el elenco. Creo que tenemos tenemos un elenco muy, muy fuerte: Yuri, Matías, Jhon Alex, Luly, Carlos Hurtado, Julio Pachón... mejor dicho, yo creo que cuando cuando puedes contar con buenos actores, los actores te acaban de completar la película. Terminan por darle eso que estás mencionando.
Ellos entendieron muy bien de qué convención estábamos hablando y ellos le dieron como ese carácter, lo que dices tú que es acertado, como de absurdo ¿no? Como de jugar a cierta ironía, que contenía de una forma el texto, pero que ellos acaban de potencializar, entonces creo que el cine y lo audiovisual siempre termina siendo una verdadera creación colectiva. Todo el mundo va aportando, todo el mundo se va sumando y en ese sentido, en esa línea de de crear como cierto coqueteo con el absurdo ayudaron mucho a los actores. Entendieron muy bien de qué se trataba, entendieron la convención, se integraron a ella y la potenciaron.
Ya que menciona esa creación colectiva. En la película, sin dañarsela al público, uno de los movilizadores de la historia es eso mismo, la creación colectiva, solo que en esta ficción eso no termina muy bien que digamos, ¿pasó lo mismo a la hora de rodarla?
Digamos que esta es una película un poco diferente a lo que normalmente hacemos. Es una película que tiene algo de experimental, y cuando te abres como esas lógicas de lo experimental empiezas a ser más permeable a la opinión de con quién estás trabajando. Entonces en esta película si ocurrió eso que estás mencionando, mucho de lo que ocurre en la película fueron como propuestas y aportes, ya fuera del actor, ya fuera del director de fotografía, ya fuera del solista. Nos dimos como esa libertad de abrirnos un poco al espíritu de la creación colectiva, que significa que en la creación, en la obra final participó un colectivo aportando cada una de las cosas, y en este caso se dio ese proceso y creo que queda reflejado en la peli.
La película entra en esa tradición de películas que hablan sobre el cine, Barton Fink, Hail, Caesar!, de los Coen, por mencionar solo dos, ¿cuáles fueron las referencias para la película? ¿Cuáles son esos pequeños homenajes que quiso hacer?
Pues, por ejemplo, es clarísimo, porque además se menciona, la referencia a Lars Von Trier, ¿no? A Dogville, es absolutamente evidente y comenzamos con la ironía de que el director no está haciendo un homenización, sino una descarada copia. Hay también algunas referencias a Woody Allen, digamos que a veces, esa hablada directa a... digamos Annie Hall, que es una película en la que Woody Allen empieza hablándole directamente a cámara, y aquí empezamos con el actor directamente hablándole a cámara. Cuando ves la película esa constante referencia a la referencia, vale la redundancia, pues habla mucho de qué habla la película. Entonces sí está llena, no solamente en la construcción de los personajes, sino en la trama, de muchas referencias al oficio y a lo que yo mismo, como trabajador del audiovisual, a lo que he estado expuesto y a lo que he disfrutado.
La película se estrena el 23 de febrero en todas las salas de cine en Colombia.