Luego de conocerse su renuncia a la Junta Directiva de Ecopetrol, el exministro de Agricultura Carlos Gustavo Cano publicó una carta en la que habló, entre otras cosas, de la actual situación económica de Colombia y de la independencia de algunos órganos.
De acuerdo con la misma, en la que firmó como profesor de la Universidad de los Andes y excodirector del Banco de la República, en el país se cuenta por fortuna con una Superintendencia Financiera sólida, con reconocida solvencia profesional, y con un notable grado de independencia que en consonancia con los ejes de la estabilización y la mitigación de la volatibilidad, son inherentes a todo ciclo económico dentro de un régimen de libertad de mercado.
No obstante, anotó que también se cuenta con una Dirección de Crédito Público idónea y bien dotada de talento humano, la cual, sin embargo, “debería gozar de una mayor independencia, pues su concurso, en conjunto con la Secretaría Técnica del Carf (Comité Autónomo de la Regla Fiscal), resulta crucial en la guarda de la sostenibilidad de las finanzas públicas”.
“En suma, el valor de la independencia de los órganos diseñados para atender los imperativos del mediado y el largo plazo, en contraposición a los meramente coyunturales, sujetos a las interferencias burocráticas y políticas de todo momento, constituye baluarte irremplazable de la sostenibilidad de la democracia de cara a su razón de ser: el genuino bienestar colectivo. Ni qué decir del gobierno corporativo de las empresas estatales que aún subsisten como tales, y soportan financieramente buena parte del funcionamiento del Estado, además de conducir la fuerza motriz de su desarrollo, que es la energía.”, puntualizó.
En el ámbito del manejo de la macroeconomía, el cual suele ser desafiado por el embate de los ciclos económicos, y, a su vez, y en consecuencia, por los electorales, anotó que la sociedad colombiana alcanzó dos conquistas históricas de relevancia sin igual.
Según él, en primer término, “la consagración del régimen de independencia y autonomía administrativa y financiera del banco central frente al Gobierno nacional para la conducción de la política monetaria, sin duda la contribución más significativa de la Constitución Política de 1991 a la estabilidad del aparato productivo”. Y, en segundo lugar, “la adopción en el ordenamiento jurídico a partir del 2011 de una Regla Fiscal de naturaleza estructural, orientada a disciplinar la administración de las finanzas públicas, en armonía con la de la moneda”.
“Se trata de dos pilares invaluables, orientados a afianzar la sostenibilidad del sistema democrático desde el ángulo del funcionamiento de la economía. De ahí, la necesidad incesante de velar por su observancia y cumplimiento por parte de la ciudadanía a través de sus diversos organismos de vigilancia y control, tanto desde la órbita oficial como desde la privada, incluyendo por supuesto a los medios de comunicación y los gremios”, enfatizó Cano.
Señaló que en ambas esferas reposa todo manejo macroeconómico responsable y apropiado, cimentado en al menos tres condiciones clave, a saber: la contra ciclicidad, la anticipación y la comunicación.
“En términos simples y sencillos – rayando en lo bíblico -, que se trata de frenar, siempre y cuando sea más temprano que tarde, la marcha del aparato productivo en los tiempos de auge desbordado y de aplicar estrictos criterios de austeridad en el gasto, así como el aumento de los recaudos de la hacienda pública, durante esas épocas de vacas gordas, o sea los temibles ‘buenos tiempos’”, dijo.
Anotó esto a fin de poder luego enfrentar de forma adecuada las épocas de vacas flacas, mediante la relajación de los controles monetarios, la reducción de la tributación y el incremento de la inversión estatal. Todo ello, acompañado de un ejercicio permanente de pedagogía ante la ciudadanía, sin exclusión alguna.