Bien se sabe que un cese bilateral al fuego entre el Estado colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), es una de las prioridades en la agenda del segundo ciclo de diálogos de paz –al menos para la delegación del Gobierno– iniciados el lunes, 13 de febrero, en Ciudad de México.
Entendiendo su nivel de importancia entre las demás motivaciones, que llevaron al Gobierno a sentarse una vez más con la organización criminal –a pesar de la crisis desatada por un anuncio, ciertamente apresurado, del presidente– la Fundación Ideas para la Paz (FIP), en un informe, analizó las probabilidades de concretar un cese al fuego exitoso, tras reanudarse las conversaciones.
Es de recordar que, durante el encuentro extraordinario de cinco días (18 a 22 de enero), desarrollado en Caracas, para calmar los ánimos antes de iniciar con un nuevo ciclo de diálogos, no se lograron avances en este tema. De ahí que, decidieran retomarlo a partir del 13 de febrero.
Incluso, en ese entonces, discutieron hasta por 5 horas si Gustavo Petro cometió un “error” al anunciar un “cese bilateral” con el ELN y la Segunda Marquetalia, el Estado Mayor Central, las AGC y las Autodefensas de la Sierra Nevada, del 1 de enero al 30 de junio de 2023. Aunque este es un incendio que ya cesó, según un balance conjunto, entregado al finalizar el encuentro.
Sin embargo, y para sorpresa de muchos, este no es el mayor reto a la hora de pactar un nuevo cese al fuego de carácter bilateral. “Los miembros del ELN en la mesa de diálogo no necesariamente representan a todos los sectores del grupo. El desarrollo de la mesa permitirá ver cuánta cohesión hay internamente, y desde la comandancia hacia el resto del grupo. El seguimiento de la FIP a los ceses al fuego y de hostilidades del ELN entre 1984 y 2022 registra 31 eventos de diferente índole”, se lee en el documento.
El ELN se ha configurado como una organización binacional, al tener estructuras en Colombia y en Venezuela, lo que supone un reto mayor a la hora de controlar su accionar criminal, incluso si la orden viene del Comando Central.
“Internamente ha sido complejo cumplir los ceses por la dificultad de cohesionar a todas las estructuras armadas del ELN. Los ceses al fuego en los últimos años no han logrado disminuir la intensidad de la violencia en las zonas que el ELN se disputa con otros actores. El incumplimiento de los ceses al fuego también ha estado determinado por la falta de claridad sobre qué es una acción ofensiva y una defensiva o respuesta a una agresión”.
Las disputas por el “control” del territorio con otras organizaciones que ejercen presencia en la zona y que, irremediablemente, terminan involucrando a la población civil, y la falta de un conocimiento claro entre las filas del ELN sobre lo que significa una “acción defensiva” o que lo que implica una “acción ofensiva”, en tiempos de cese al fuego, dificultan que, de llegar a pactarse, logren cumplirse con éxito las condiciones trazadas en la Mesa, para entablar un nuevo cese bilateral de hostilidades, de acuerdo con los datos recabados por la FIP, en años anteriores.
Es así como: “Los casos de Chocó y Nariño, durante los ceses al fuego de 2017 y 2020, muestran que la disminución de la violencia y la confrontación entre los grupos no necesariamente está determinada por pactos o acuerdos nacionales entre el Gobierno con los diversos grupos armados (ELN, disidencias y Clan del Golfo). Esto lleva a que, en las zonas de disputa, sea necesario establecer acuerdos regionales o locales entre las diversas estructuras en contienda”.