Juan Daniel Oviedo, “el man del Dane”, se dio a conocer gracias a su gestión al frente del Departamento Administrativo Nacional de Estadística durante el cuatrienio de Iván Duque Márquez como presidente, labor que fue reconocida, incluso, por el actual mandatario, Gustavo Petro, quien habría pensado mantenerlo en el cargo. Sin embargo, Oviedo decidió no seguir al frente del Dane y, con el tiempo, se reveló que la razón es su intención de aspirar a la Alcaldía de Bogotá.
Esta semana, la aspiración de Juan Daniel Oviedo dejó de ser un rumor, cuando este economista de 45 años lanzó oficialmente su precandidatura, que busca avalar por firmas, alejado de los sectores tradicionales, como el uribismo, al que lo vinculan desde diferentes sectores y del cual, en diálogo con Infobae Colombia, se desligó completamente. Amanecerá y veremos.
Infobae: Vemos el novelón entre el Gobierno y el Distrito por el metro de Bogotá en si se construye elevado o se soterra. Si usted en este momento fuera el alcalde, ¿qué habría hecho para mediar con el presidente Gustavo Petro?
Juan Daniel Oviedo (J.D.O.): Si yo fuera alcalde de Bogotá estaría siempre en la posición de avanzar en lo que ya se decidió para la primera línea del metro. Llevamos décadas con la ilusión de tener Metro en Bogotá y esta es la primera vez en toda esta historia, de más de 70 años, que tenemos un contrato, obras andando, adecuaciones urbanísticas desarrollándose y un Plan de Ordenamiento Territorial, que tiene actuaciones estratégicas alrededor de ese elemento.
Lo más sano y rentable para Bogotá es respetar esa decisión del trazado que ya está en curso reconociendo que el costo de oportunidad de los recursos que muy a bien el presidente de la República quiere para cumplir su deseo de ver un segmento subterráneo pueden llegar a ser 15 17 billones de pesos, que la ciudad los necesita en otro frentes, incluso el mismo país.
No nos podemos quedar solo con la foto de la estación Prado del Metro de Medellín, que nos quieren mostrar, que es donde están todos los habitantes de calle abajo de esa línea. Para eso hay un alcalde y para eso hay la posibilidad de hacer planes de renovación urbana y manejo sostenible de la infraestructura de transporte.
— Ya que menciona la estación del metro de Antioquia, ¿cree que el presidente Petro quiere cambiar el metro de elevado a subterráneo porque quedó frustrado de no haberlo hecho cuando alcalde o, en sí, para evitar que pase lo que en Medellín?
— No nos podemos quedar solo con la foto de la estación Prado de Medellín que nos quiere mostrar que es donde deben estar todos los habitantes de calle abajo de esa línea, porque para eso hay un alcalde y para eso hay la posibilidad de hacer planes de renovación urbana y manejo sostenible de la infraestructura de transporte
— En su recolección de firmas usted aseguró que el gobierno Petro es “intervencionista”. A su juicio, ¿cree que están excediendo su “poder o están interviniendo más de la cuenta?
— En este momento lo que está escrito en la ley es que Bogotá, además del régimen de centralización administrativa que se creó en el país a partir de la Constitución del 91, tiene por el decreto el Estatuto de Bogotá, que es una autonomía para gestionar todos sus problemas incluidos, entre ellos, el sistema de transporte público.
Es tan intervencionista la posición del presidente (Gustavo Petro) y que afecta el equilibrio institucional de la descentralización y la autonomía que tiene Bogotá, que incluso el Plan Nacional de Desarrollo tiene un artículo que dice que la Nación debe tener la posición mayoritaria en los consejos directivos de las empresas de transporte que son cofinanciadas por el Gobierno nacional. Una cosa que no tiene ningún sentido, porque en realidad el hecho de que el Gobierno nacional cofinancie una solución de transporte, no solo en Bogotá o en cualquier ciudad, es por el beneficio que le está generando a esa ciudad y a todo el país. Eso no le da la posibilidad (al presidente) de que simplemente porque pone plata borre la autonomía que tiene la ciudad.
— ¿Cómo sería la relación con Petro en una eventual administración suya, sobre todo si sale a flote ese artículo que menciona del Plan Nacional de Desarrollo?
— Yo creo que ese artículo va a generar gran debate, en el marco de la aprobación del Plan Nacional de Desarrollo, porque busca hacer políticamente correcto el mensaje que nos dio el ministro de Transporte (Guillermo Reyes): que si el Gobierno pone la plata, el Gobierno decide cómo hace explícita la solución.
Algo que no hay que olvidar es que la coordinación armónica que debe existir entre la Alcaldía de Bogotá y la Presidencia de la República es un factor clave del éxito de cualquier decisión que se tome en favor de los habitantes de Bogotá. Mientras persista ese afán beligerante entre la Alcaldía y el Gobierno nacional para tomar decisiones sobre Bogotá, los que vamos a salir perdiendo, en realidad, somos todos los habitantes de Bogotá.
— ¿Cuál es su vínculo con el Centro Democrático? Se dice que usted el alfil escondido de Álvaro Uribe.
— Es una percepción que precisamente estamos aclarando en medios de comunicación. No soy el candidato Uribe. Álvaro Uribe Vélez no es mi jefe. El Centro Democrático no es mi partido. Por eso estamos desde el 7 de febrero en la calle. Ahorita vamos para el parque Venecia y en la tarde vamos a estar en Bosa para recoger firmas y contarle de frente a la ciudadanía que este es un proyecto independiente, que quiere resolver los problemas de la ciudad, que quiere administrar la ciudad y quiere desmarcarse de la polarización política en la cual ha estado en los últimos 20 años.
— ¿Cree que esa percepción es porque trabajó en el gobierno de Iván Duque?
— Las relaciones personales y profesionales que yo tengo con una persona muy importante para el partido Centro Democrático, como es María del Rosario Guerra, son unas relaciones que yo he hecho completamente visibles en mi historia personal y profesional. Ella fue mi primera profesora, fue la que primero me dio trabajo, me dio oportunidades, me permitió pensar en grande en el Ministerio de Tecnologías de Información y Comunicaciones que tenemos hoy y, al mismo tiempo, como lo he hecho público, ella fue quien también le puso al presidente Iván Duque la idea o la posibilidad de que yo podría ser útil en su gobierno (en el Dane).
Entonces, una relación personal y una relación profesional que yo valoro y agradezco, no la voy a negar. La gente piensa que simplemente por esa relación personal y profesional con María del Rosario Guerra yo ya tengo guardado en la billetera el carné del Centro Democrático. Esto tiene una confusión muy grande.
Otro grupo de gente dice claro, como ‘ese trabajo con Duque’ y tenemos tan mala percepción del presidente Iván Duque, pues entonces usted sigue siendo el Centro Democrático. Pero algo que se le olvida a la gente es que yo entré a trabajar al gobierno del presidente Duque, teniendo claro que la responsabilidad que tiene el director o directora del DANE en Colombia, o en cualquier oficina estadística, del mundo, es una responsabilidad que no es de servirle al Gobierno de turno para administrar sus cifras, sino de servirle al país.
En un gobierno que terminó con una muy baja reputación institucional, como el del presidente Iván Duque, la calificación que la sociedad hacía de mi gestión como director del Dane era relativamente positiva.
— ¿Cómo analiza el gobierno de Iván Duque, del que usted hizo parte?
— Fue un gobierno que trató de responder a los desafíos que tuvo la pandemia. Creo que no podemos desconocer que la respuesta institucional, el manejo, el confinamiento y el manejo del Plan de Vacunación fue un manejo que nos permitió recuperar el ritmo de crecimiento económico e incluso mejorarlo en relación con lo que llevábamos hasta 2019. Sin embargo, hubo una manifestación de la sociedad de inconformismo, de la forma cómo se estaba ejerciendo la política en su gobierno. La percepción terminó siendo relativamente negativa. Fue un gobierno que tal vez estuvo desconectado de las preocupaciones que tenía la ciudadanía en ese momento, sobre todo en la manifestación social que generó la pandemia.
— ¿Contempla la posibilidad de que, si no alcanza el umbral de firmas para avalar su candidatura, deba recurrir a un partido para competir por la Alcaldía de Bogotá?
— No. No es que este después del 7 de agosto (cuando acabó el gobierno Duque) yo me haya levantado con personalidad política. Yo sigo siendo el mismo ciudadano interesado en prestar un servicio público, ahora a la ciudad de Bogotá administrándola. El camino para llegar ahí es un camino de un debate democrático y de una elección popular. Pero eso no significa que me haya cambiado la personalidad y ahora sea el gran hombre político obsesionado por eso. Si no cumplimos las firmas, no avanzamos en el camino, no soy candidato, y sigo con mi trayectoria profesional.
— ¿Al fin usted en qué ideología política se ubica? Unos le dicen que de derecha, otros de centro y algunos que de izquierda.
— En una escala de 1 a 10 yo estoy reconociendo que las de centro están entre cinco y seis, yo estoy entre seis y siete. Esa es mi ideología política como persona, como ciudadano. Pero si estoy abanderando un proyecto que es independiente, pues mi idea es no trasladar mi ideología política a las propuestas que se están planteando, si no trabajar en función de las propuestas que responden a las necesidades de los ciudadanos.
— Juan Daniel, Claudia López fue la primera alcaldesa abiertamente de la comunidad LGBT. ¿Usted cree que ese “legado”, entre comillas, le sirva a usted para cooptar votos o para alcanzar las firmas que necesita?
— Yo creo que no es el hecho de que yo vaya a suceder a una alcaldesa con orientación sexual diversa lo que me da la oportunidad. Es que la ideología política de los colombianos, que se ha expresado en la Encuesta de Cultura Política, establece que al 80% de ellos no les importa que sus representantes políticos manifiesten una orientación sexual diversa. Es decir, tenemos un espacio de oportunidad neutral que le ha dado a la ciudadanía. No necesariamente el hecho de que yo venga detrás de la primera alcaldesa abiertamente declarada con orientación sexual diversa.
I— Ya que hablamos de la alcaldesa Claudia López quisiera saber si cree que ella dejó la vara muy alta o muy baja...
— Hay que construir sobre lo construido: Necesitamos seguir avanzando en el desarrollo de la estructura educativa. Los programas como los que ella ha liderado como el de Jóvenes en la U. Los proyectos de manzanas de cuidado, los escenarios a través de los cuales estamos visibilizando una ciudad incluyente que está reconociendo la problemática de pobreza.
En los elementos en los que hay que hacer ajustes importantes: la recuperación de la confianza institucional con la Fuerza pública. La manifestación social se dio también en el marco de tensiones y generalizaciones sobre el funcionamiento de la Fuerza Pública en Bogotá, que no nos llevan a ningún lado positivo.
Buscamos cómo fortalecemos la presencia de fiscales y jueces en Bogotá para que podamos judicializar los crímenes que que observamos en Bogotá. Otro cambio es que, estereotipar negativamente a los propietarios de vehículo particular o de motos, pues es algo que desconoce que detrás de esas decisiones de usar esos medios de transporte, hay familias y hay personas que tomaron esa decisión porque consideraron que era óptima para poder responder a sus necesidades de movilidad en la ciudad. (...) Debemos tomar decisiones a partir de lo que tenemos y cómo colaborativamente todos aportamos a la mejor movilidad en la ciudad.
— Hollman Morris dijo que a usted le faltan “500 kilómetros de morcilla” y dio a entender que no conectará con las clases populares de la capital. ¿Cómo esa percepción? Hay unos que dicen que usted representa a los sectores más favorecidos de Bogotá.
— Me da tristeza porque yo nunca he cruzado palabra más allá de participar en debates con Hollman Morris. Entonces, no sé cómo él puede tener un conocimiento o una opinión informada para decir que me faltan 500 kilómetros de morcilla. A mí me encanta la morcilla. Podemos buscar evidencia en mi familia y la como en muchas zonas de Bogotá, la como fuera de la ciudad.
Morris se va a llevar una sorpresa porque nosotros estamos recogiendo firmas en todas las localidades de Bogotá y no podemos decir, hasta el momento, que hayamos sido mal recibidos en cualquier localidad. Al contrario, aquí hay una oportunidad muy valiosa de que muchas personas se sientan identificadas con una historia de vida, de superación, de trabajo, de esfuerzos. En realidad sí hay estereotipos y que las imágenes hacen pensar que yo soy un gomelo en cuna de oro pero esa no es la realidad.
— ¿Cómo lidiará con las protestas en Bogotá? A Claudia López se le salieron de las manos varias veces.
— nosotros necesitamos es un gobierno articulado, de unas discusiones en donde todos tengamos el propósito de contribuir a mejorar las condiciones de vida de los habitantes. Eso significa que hay que trabajar articuladamente con el Concejo, hay que estar en la calle, hay que reconocer las necesidades y hay que reconocer básicamente que la ciudadanía es la que verdaderamente va a ser la protagonista en el ejercicio de rendición de cuentas de la Administración distrital.
— Usted como candidato independiente si llegara a la Alcaldía, ¿cómo construirá esa posible bancada de gobierno sin un partido oficial?
— Vamos a buscar la forma de que, alrededor de las propuestas, tengamos la convergencia de diferentes ideologías y escenarios alrededor del tema. Es un escenario en el que hay que construir consensos y en donde, precisamente, este rol de haber iniciado con un proceso de recolección de firmas, con una gestión independiente, pues sea el que nos lleve a que haya un espacio propicio a que en Bogotá podamos sacar adelante los proyectos que queremos ejecutar en la ciudad.
Nuestro propósito es ser completamente independientes para poder generar un terreno propicio a que las necesidades de la ciudadanía sean escuchadas. Nosotros queremos desmarcarnos verdaderamente de la polarización política que ha caracterizado al país. Sé que va a ser difícil, pero honestamente, nosotros estamos comprometidos a que eso sea así: un proyecto independiente.