El paramilitarismo desapareció en el departamento de Bolívar tras la desmovilización tras el proceso de Justicia y Paz. Las estructuras se reorganizaron y en ellas cobraron poder Enilce López, junto a sus hijos Héctor Julio y Jorge Luis Alfonso López. Todos hicieron planes para hacerse elegir en cargos públicos, recibir seguridad y mandar asesinar personajes que se interponían en sus intereses.
Las autoridades judiciales cuentan con múltiples testimonios de paramilitares del Bloque Montes de María y Central Bolívar que indican que la estructura era coordinada por Salvatore Mancuso y la familia Alfonso López, como disidentes de los procesos de desmovilización. Los dos hermanos se hicieron elegir como representante y alcalde con el poder criminal.
El caso de Jorge Luis Alfonso López ha cobrado relevancia luego de que un juez le concediera la libertad como facilitador de paz del Gobierno nacional. Sin embargo, fue la defensa la que solicitó el beneficio al que no tendría acceso ni por tiempo de condena ni por su labor ante la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.
El hijo mayor de la corrupta empresaria del chance conocida como ‘La Gata’ logró que un juez de Barranquilla le levantara la medida de aseguramiento justo en la víspera de la conmemoración del día del periodista. Una macabra coincidencia, pues está condenado por haber ordenado el homicidio del comunicador Rafael Enrique Prins Velásquez.
El año 2005 fue la cúspide para la familia Alfonso López. La Gata controlaba la región con sus empresas de chance y la alianza paramilitar, mientras que Jorge Luis era alcalde de la segunda ciudad más importante del departamento, Magangué. Controlaban el electorado del sur de Bolívar y preparaban la campaña para que su otro hijo, Héctor Julio, llegara a la Cámara de Representantes como lo logró al año siguiente.
Pero en los objetivos de los López se impuso “Rafa Prins”. Un multifacético personaje, miembro de una familia que había fundado una tipografía de la que se sirvió para imprimir su periódico Apocalipsis. Al principio una propaganda política del Foro Democrático y luego un medio de denuncia de las irregularidades del administración de la ciudad.
Sin embargo, con la alcaldía de ‘El Gato’ no lo fue siempre. Firmó adhesión a la campaña y lo ayudó desde el periódico, luego pasó a ocupar cargos en la administración y hasta ser elegido edil. Pero, según la Silla Vacía, cuando se dio cuenta que el pueblo se lo había tomado los paramilitares, como se supo después con apoyo del alcalde, revivió su alma periodista.
Hizo publicaciones que otros periodistas de la región prefirieron ignorar. Como las irregularidades que se estaban presentando en el Fondo Municipal de Tránsito y Transporte de la ciudad de Magangué, así como en el Plan de Atención Básica en Salud – PAB, que dirige la Secretaria de Salud, que publicó poco antes de su homicidio.
Esas denuncias impresas en una hoja de block lo hicieron incómodo para los jefes políticos de la región. Tanto que el mismo Prins, según la Fiscalía, anticipó lo que sucedería: “Tengo miedo de que me maten porque cuando perdí mi trabajo yo hablé por el periódico cosas que no debí haber dicho, tengo miedo porque esa gente es ignorante”, dejó escrito en una nota.
Fue asesinado en la noche del 19 de febrero de 2005 en inmediaciones del Parque de la Energía, donde se encontraba departiendo con otra persona. Estaba a menos de 150 metros de la Estación Central de Policía y a unos 50 metros de un CAI.
Sobre las 7:30 de la noche llegaron hombres a bordo de una motocicleta, el parrillero se bajó y se acercó al periodista y le disparó en seis ocasiones. Prins Velásquez fue trasladado y atendido por urgencias en el Hospital San Juan de Dios de Magangué, pero a la mañana siguiente murió.
Las autoridades lograron probar que Jorge Luis Alfonso López fue quien dio la orden de asesinar al periodista. el entonces alcalde de Magangué le encomendó a William Alexander Ramírez Castaño, alias “Román” y que comandaba la estructura paramilitar de las sabanas de Bolívar, que ejecutara el homicidio.
“Román” dejó el crimen en manos de alias “El Mello” y “Jerry”, quienes finalmente asesinaron a Prins. Tal era el poder de El Gato en la estructura criminal, la justicia señala que era el jefe, que Ramírez Castaño trató de engañar a la justicia al atribuir el crimen a menciones de los miembros de la estructura que había hecho el periodista en su periódico.
La Fiscalía lo desvirtuó con los múltiples testimonios de testigos presenciales y miembros del grupo paramilitar que conocieron la orden de Alfonso López.