Históricamente el gremio de los taxistas siempre se ha manifestado por el incremento al precio de la gasolina y en reiteradas ocasiones han demandado al Gobierno nacional a que prohíba la operación de plataformas de transporte tales como Uber o DiDi.
No obstante, uno de los líderes del gremio, Hugo Ospina, incluyó en días recientes un componente adicional a la lista de reclamos y en entrevista con W Radio habló de la necesidad de que se incremente la carrera mínima en la capital colombiana, como un imperativo para garantizar el servicio de los taxis.
“¿Usted sabe quién paga las prestaciones sociales, la salud, la pensión y todo lo alude a un conductor de taxi? Lo paga el usuario, no el propietario. Si quieren que les paguemos la seguridad social completa a todos los taxistas, la carrera mínima debe costar entre 18.000 y 24.000 pesos. Si quieren que lo paguemos, pues paguen carreras más costosas”, aseguró al medio de comunicación referido.
Ante esta declaración, la gerente general de Taxis Libres, Stefanía Hernández, fue clara al advertir que en Bogotá hay un rezago del incremento de la carrera mínima, lo que lleva a pensar que efectivamente debería contemplarse un ajuste, aunque no se avizoró a calcular, como lo hizo el vocero Ospina (señalado por varios taxistas de no representarlos como gremio), en cuánto debería quedar.
“La alcaldesa ha cumplido con el alza de tarifas durante todo su periodo (Decreto 013 del 6 de enero de 2023 de la ciudad de Bogotá) pero la tarifa aún tiene un rezago en la capital y está por debajo de lo que debería estar, sin llegar a la realidad de los costos y gastos. Podemos decir que es una tarifa política que está lejos de la realidad de la operación del taxi”, precisó en un documento que Taxis libres le compartió a Infobae Hernández.
Acto seguido, al comparar las tarifas de los taxis en amarillos en Bogotá con la de otras ciudades como Medellín, es en donde se ejemplifica la diferencia que hay en los precios de las carreras mínimas. De acuerdo con ella, en la capital antioqueña cuesta $7.300, y sí se ajusta a los costos y gastos del taxi, contra la de Bogotá, que es de $5.200.
“Ahí es en donde a los conductores les toca dedicar más tiempo trabajando para lograr pagar el producido, ahorrar para pagar la seguridad social y demás costos y gastos que implica conducir un taxi en la ciudad”, añadió Hernández.
Y la gerente también se refirió a la necesidad de que sea ajustado el costo de las unidades, teniendo en cuenta que actualmente está en 104 pesos y los estudios indican que, según los precios del mercado, debería estar en 150.
Cómo se determina la tarifa
Acto seguido, Hernández explicó que la tarifa es resultado de un estudio técnico que está determinado por la Resolución 4350 expedida por el Ministerio de Transporte hace 25 años, que tiene en cuenta los costos y gastos que demanda la operación del taxi, a decir: la gasolina, lubricantes, llantas y mecánica, entre otros.
Y también se debe tener en cuenta la frecuencia de cambio, medido por los kilómetros recorridos y la cantidad, variables que corresponden a un precio que determina el mercado.
“Lastimosamente no somos un país que se destaque por producir partes y productos del sector automotor, lo que quiere decir que los taxis dependen en gran parte de la volatilidad del dólar”, advirtió a este respecto Hernández.
Hay otros parámetros que contiene la estructura de costos que son el salario del conductor con todas las prestaciones sociales, el lavado y engrase diario del taxi, el valor del garaje, la administración, los impuestos anuales, la revisión técnico-mecánica y preventiva, la amortización del capital del taxi y el servicio de comunicaciones: plataformas tecnológicas, radioteléfono (opcionales) y seguros (de accidentes personales, todo riesgo, SOAT, extracontractual y contractual), entre otros.
Adicionalmente, es importante mencionar que el estudio técnico que realiza la Secretaría de Movilidad no tiene en cuenta el valor del derecho de reposición (cupo), ya que ese lo determina cada propietario de taxi, de acuerdo con la oferta y la demanda del mercado.
Por eso no son iguales los costos y gastos de un carro Hyundai Atos (el llamado coloquialmente en el gremio como ‘zapatico’) a una camioneta tipo taxi como es una Faw R7, que tiene un mayor confort, cuesta más, consume más gasolina y el mantenimiento es más caro.
Esto, sin duda, desestimula a los propietarios de los vehículos a tener taxis de mayor tamaño y confort, pues la tarifa que calcula la Secretaría de Movilidad ha tenido en cuenta un vehículo promedio en cuanto a modelo y año de antigüedad de la flota total del distrito que, para 2023, es un ‘zapatico’ con un precio no mayor a 25.000.000 (y un último modelo sin el cupo ya sobrepasa los $80.000.000, por ejemplo un Citroën C-Elysee).
Gracias a este argumento, la Secretaría de Movilidad ha ajustado las tarifas y emitió el Decreto Distrital 568 de 2017, que determina tarifas diferenciales según el tipo de taxi, si es básico o premium, por medio de plataforma tecnológica.