La noche del 7 de febrero del 2003, transcurría como una más para todos los colombianos, mientras la cena estaba servida en la mesa, la cuenta regresiva antecedía lo que sería uno de los momentos más oscuros de toda la nación. El tradicional Club El Nogal de la ciudad de Bogotá se convertía en el centro de la tragedia tras una bomba que estallaba en el lugar.
En aquel entonces, el mencionado club era el centro de la alta alcurnia de la capital de la República, teniendo en cuenta que un sector exclusivo de la sociedad lo frecuentaba, incluso, mandatarios y diversas personalidades del país visitaban el mismo, incluso, algunas reuniones del gobierno se celebraban en este sitio.
Versiones apuntan a que un vehículo rojo, de último modelo para la época, ingresó al prestigioso edificio y en el interior de este estaban alojados doscientos kilos de explosivos, con los cuales se pretendía debilitar la estructura del Nogal. Tan pronto se escuchó la explosión, las alarmas de emergencia emitieron el sonido de alerta y algunas zonas del club empezaron a evacuarse; sin embargo, la confusión reinaba en el sitio.
Teniendo en cuenta la posición estratégica del club sobre la carrera séptima, rápidamente empezaron a llegar ambulancias y máquinas de bomberos; además de las víctimas que se encontraban en el lugar, se presumía que las detonaciones podrían repetirse, pues otros carros ardían en fuego en el parqueadero.
Más de 200 personas resultaron heridas tras dicho atentado, además de las 36 víctimas fatales que dejó la trágica explosión. Este atentado fue comparado con el que se registró en las instalaciones del extinto DAS en 1989, el cual dejó más 600 heridos y fue ejecutado por el Cartel de Medellín de Pablo Escobar.
La autoría del hecho fue adjudicada a la guerrilla de las FARC, que tras su desmovilización ha realizado diferentes encuentros para pedir perdón y acordar con las víctimas, una iniciativa de No Repetición, tal como pasó en 2017, en un encuentro con el movimiento de víctimas encabezado por la empresaria Bertha Lucía Fríes, llegando a consensos que se basaron en el perdón, gesto que fue muy cuestionado por varios sectores sociales y políticos dada la magnitud de lo ocurrido en el exclusivo club del norte de Bogotá.
En medio de dichos diálogos, surgieron dudas sobre la ejecución del atentado, pues fueron señalados otros comandantes del extinto grupo guerrillero, pues Rodrigo Londoño afirmó desconocer los motivos que motivaron “a compañeros de las FARC-EP a poner la bomba en el Nogal”, y agregó que ellos tenían la certeza de que allí se reunían algunos funcionarios del Gobierno con los jefes paramilitares.
De igual forma, en reiteradas ocasiones Londoño ha explicado que la decisión de atentar contra el lugar fue dirigida por otros integrantes del grupo subversivo, y no fue una iniciativa expresa por parte de todo el secretariado.
Pues en uno de los encuentros con las víctimas, expuso:
“No cabe en la cabeza, ni conozco las conclusiones de los compañeros que tomaron la decisión de poner esa bomba, pero lo hicieron en nombre de las FARC y pensando que iban a hacer algo bien. El resultado mismo de lo que allí pasó, llevó a que nunca se reconociera que se había hecho eso por parte de las FARC”.
Teniendo en cuenta que en su momento fue señalado en reiteradas ocasiones, confesó:
“Yo decía: como que quisiera que la tierra me tragara, porque todo el mundo se estaba viniendo hacia mí, y cuando la gente relata con detalles su situación, realmente en el interior del ser humano, se producen una serie de contradicciones, de momentos, que desde el punto desde vista humano son difíciles de manejar”.