La transición energética debe ser justa y pacífica: Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo

Infobae Colombia habló con Dan Smith, director de Sipri –que visitó Colombia para realizar el lanzamiento del informe ‘Ambiente de Paz: seguridad en una nueva era de riesgo’– sobre el papel que cumple el instituto en la resolución de conflictos y sobre la crisis medioambiental y de seguridad que afronta el mundo

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El informe presentado por Smith, en la embajada de Suecia en Bogotá, reúne diferentes aspectos sobre la crisis ambiental que es transversal en los más de 50 conflictos armados que están activos en diferentes partes del mundo, uno de ellos es el colombiano. Infobae.
El informe presentado por Smith, en la embajada de Suecia en Bogotá, reúne diferentes aspectos sobre la crisis ambiental que es transversal en los más de 50 conflictos armados que están activos en diferentes partes del mundo, uno de ellos es el colombiano. Infobae.

El Gobierno de Suecia creó en 1966 el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri) que se dedica a la investigación de conflictos en el mundo, armamentos, control de armas y desarme. Además, proporciona datos, análisis y recomendaciones, basados en fuentes abiertas, a los encargados de formular políticas públicas.

Dan Smith, director de Sipri, visitó Colombia para realizar el lanzamiento del informe Ambiente de Paz: seguridad en una nueva era de riesgo. Durante su paso por Bogotá habló con Infobae Colombia sobre el papel que cumple el instituto en la resolución de conflictos y sobre la crisis medioambiental y de seguridad que afronta el mundo.

“No somos el instituto más grande. Pero somos cerca de 100 investigadores con cerca de 30 asociados. Pero tenemos un gran impacto internacional, si alguien te dice cuánto es el gasto militar de un país, esa información viene de nosotros”, le dijo a este medio de comunicación.

Durante su carrera profesional Smith ha investigado y escrito sobre seguridad, conflicto y paz durante cuatro décadas. También fue profesor de Paz y Conflicto en la Universidad de Manchester de 2014 a 2017, antes de asumir su cargo en Sipri.

El informe presentado por Smith, en la embajada de Suecia en Bogotá, reúne diferentes aspectos sobre la crisis ambiental que es transversal en los más de 50 conflictos armados que están activos en diferentes partes del mundo, uno de ellos es el colombiano.

Para el director del Sipri, el conflicto armado de Colombia es particular y tiene su propia historia.

“En términos de seguridad tienen el acuerdo de paz de 2016 con las FARC, pero actualmente los niveles de violencia son superiores a los que se registraron antes de 2016. Pero no es necesariamente un conflicto armado como el que ocurrió en Etiopía o en Ucrania, pero hay inseguridad y violencia por las milicias y bandas criminales que siguen actuando”, le respondió a Infobae Colombia.

Sin embargo, sobre el factor medioambiental para la consolidación de la violencia en el país Dan Smith asegura que es un tema que toca “verlo globalmente”.

“El cambio climático, cada década, ahora, es más caliente que la anterior. Esta década será más caliente y la de 2030. Vemos la vida salvaje, la biodiversidad y biomasa están en reduciéndose drásticamente, por lo que los científicos han llamado la sexta extinción masiva en la historia planetaria”, indicó.

La Comisión de la Verdad, en su informe final, le dedicó un espacio para contar que afectaciones ha tendido el medio ambiente para la guerra interna de Colombia. Las principales consecuencias de estos daños se podrían resumir en explotación de recursos, defaunación, erosión de suelos, deforestación, destrucción y contaminación de fuentes hídricas.

Pero también los problemas se han traducido en desplazamiento forzado, que a menudo estuvo vinculado al despojo y abandono de tierras. De acuerdo con datos de la Contraloría General de la República, hay 7,7 millones de hectáreas abandonadas en el país por causa de desplazamiento forzado

La presentación del informe del Sipri tuvo lugar el 30 de enero. El evento contó con la presencia de Helena Storm, embajadora de Suecia en Colombia, Danilo Rueda, Alto Comisionado para la Paz. Adicional participaron 90 representantes del gobierno, las Naciones Unidas, organizaciones no gubernamentales suecas y locales, y las comunidades académica y diplomática.

En el reporte se dice que estamos viviendo, como humanidad, una crisis doble: de inseguridad y medioambiental, ¿cómo se puede relacionar esto con las particularidades del contexto colombiano y de la guerra en Colombia?

Bueno, nosotros vemos que, a nivel global, hay dos crisis que están ocurriendo. Una de esas, en lo que respecta a la seguridad, el mundo está gastando, más que nunca, en armas, pero tiene, todavía, más de 50 conflictos armados activos actualmente, de los que el de Ucrania es el que más titulares ocupa mundialmente, pero hay otros, más de 50. El número de muertes, por la guerra, en la segunda década del siglo son el doble de los que se registraron en la primera. El número de refugiados, en 2020, fue el doble que en 2010.

Así que estamos, me entristece decirlo, en un mundo inseguro y pueden ver la geopolítica global, las relaciones entre occidente y Rusia, que actualmente son catastróficas, y la relación entre Estados Unidos, y del resto de occidente, con China, en la que también hay muchas tensiones. También hay tensiones regionales en oriente medio, Sudáfrica.

En Colombia, con su largo conflicto, más de 200 años de historia en conflicto, experimenta ambas crisis, en su caso particular y en su propia historia, también es parte de una imagen global. En términos de seguridad, tienen el acuerdo de paz de 2016 con las FARC, pero actualmente los niveles de violencia son superiores a los que se registraron antes de 2016. Pero no es necesariamente un conflicto armado como el que ocurrió en Etiopía o en Ucrania, pero hay inseguridad y violencia por las milicias y bandas criminales que siguen actuando.

Luego, en el lado medioambiental, hay que verlo globalmente. El cambio climático, cada década, ahora, es más caliente que la anterior. Esta década será más caliente que la de 2030. Vemos cómo la vida salvaje, la biodiversidad y biomasa están reduciéndose drásticamente, por lo que los científicos han llamado la sexta extinción masiva en la historia planetaria. Hemos tenido, como sociedad humana, un impacto inmenso en el medio ambiente, tanto que somos el factor individual más grande que está modificando el medio ambiente. Y los efectos negativos en la sociedad son esas dos crisis.

Y estas se superponen, se puede decir, en dos niveles, uno global, cuando tienes confrontaciones como la que ves hoy es más difícil para las grandes potencias cooperar para resolver los principales problemas ambientales como el cambio climático; pero también a nivel local, donde las condiciones de vida de las personas están cambiando.

La sociedad está incrustada en la naturaleza, por lo que los cimientos de nuestra vida juntos son cimientos naturales y cuando esos cimientos naturales se ven amenazados porque no hay suficiente agua o porque las inundaciones son demasiadas o porque no puedes cultivar tus alimentos adecuadamente o porque el suelo está contaminado... Cualquiera que sea la razón, entonces no es sorprendente si a medida que las personas intentan adaptarse a ese desafío, experimentan inestabilidad y luego inseguridad y conflictos. A veces lo que sucede es muy creativo y positivo, las personas abordan estos problemas, las comunidades se unen y resuelven el problema, pero si hay una banda criminal operando o una milicia operando en el barrio, si las instituciones de gobierno no ayudan tanto, si es una parte del país donde el Estado no llega. Luego, puede ver cómo el debilitamiento de los cimientos naturales conduce a un alto riesgo de conflicto final.

Pero en lo que estoy describiendo, que como saben es un caso modelo extraído de diferentes partes del mundo, pueden reconocer a Colombia, en donde se da de una manera específica, pero en Venezuela también se da de una manera específica, en Paraguay, en Malí, en Somalia, en Myanmar... Cada país tiene sus particularidades, pero todos son parte de este problema global.

En Colombia la crisis de inseguridad y del medio ambiente se superponen en el conflicto armado, que ha dañado fuertemente el medio ambiente colombiano. ¿Qué papel debería tener Colombia en esta crisis ambiental?

En primer lugar, creo que existe una necesidad real de cuidar el medio ambiente local. ¿Cómo hacer esto? Es difícil, pero por ejemplo la deforestación está destruyendo, en un corto período de tiempo, la calidad del suelo alrededor de esas áreas. Hay minería en marcha, que está contaminando las aguas. Y estas actividades, que están teniendo este impacto ambiental, no todas, pero algunas, están siendo realizadas por grupos esencialmente criminales de uno u otro tipo.

Entonces, por ejemplo, una parte de lo que debe suceder es establecer un marco que sepa regular, que lleve el estado de derecho a estas zonas y a estas sociedades, pero que también obtenga la cooperación de la gente. Una de las cosas que creo que se identifica en la investigación que hemos hecho, pero también que muchos otros han hecho, es que muy a menudo son los grupos indígenas los que tienen la relación más amable, informada y productiva en la relación constructiva hacia su entorno natural. ambiente. Y son, muy a menudo, los mejores defensores del medio ambiente, pero se ven bajo mucha presión, y luego ese papel puede debilitarse.

Pero si está pensando en algo que sería introducir el estado de derecho y también intentar obtener relaciones más pacíficas y proteger el medio ambiente, entonces solo puede hacerlo con un gobierno que pueda ganarse la confianza de los indígenas y de las comunidades campesinas, y construir una base sobre la cual se pueda emprender acciones. De lo contrario, toda nuestra investigación comparativa sugiere que no funcionará si el gobierno intenta imponer el cambio.

Y creo que uno de los otros problemas que uno ve en Colombia es que hay áreas enteras del país donde realmente no se ve el Estado. Tal vez sea controvertido decir esto, pero esto, a veces, incluso puede ser bastante positivo. A veces las comunidades que se dejan solas, especialmente las comunidades indígenas, siguen defendiendo el medio ambiente y las relaciones pacíficas entre ellos y viven sus vidas y es bueno; pero a veces estar fuera del alcance del estado significa que es un área de anarquía en la que la gente común sufre, mientras las bandas criminales hacen enormes cantidades de dinero y abren raíces de cocaína y trafican otras cosas, incluidas personas, muchas de esas raíces.

Entonces, el desafío que tiene Colombia es... bueno, permítanme poner de otra manera, una de nuestras conclusiones es que si dañas la naturaleza frecuentemente, dañas una pieza, y si dañas una pieza, dañas a la naturaleza y necesitas cambiar eso. Si mejoras la paz, mejoras la naturaleza y si mejoras la naturaleza, mejoras las perspectivas de tener paz.

En Colombia, el desafío es hacer ambas cosas al mismo tiempo, y nuestro informe dice que se puede hacer sobre la base de incluir todas las diferentes voces de las comunidades, especialmente los pueblos indígenas, en el proceso de una manera que puedan apoyar; y lo que hemos visto en otros países es que funciona si el gobierno puede ganarse la confianza de esas comunidades. Y no funciona si no se puede.

Así que si tuviera una especie de recomendación principal para el Gobierno colombiano sería el proceso de paz y la seguridad medioambiental depende enteramente de lograr que la gente común, incluidas las comunidades indígenas y las comunidades campesinas, se involucren tanto como sea posible en el proceso de construir la paz y proteger el medio ambiente.

¿Cómo ven en el Sipri la apuesta del Gobierno de Gustavo Petro por la transición energética y la paz total?

Nosotros, en Sipri, no tenemos una visión particular sobre la política de paz total o la política de transición energética de un gobierno individual. Puedo hablar de cómo es que veo que es relevante el informe para Colombia, puedo arriesgarme y decir algunas cosas, pero nosotros no tenemos un comentario específico sobre políticas específicas.

Pero, dicho esto, ¿qué pensamos sobre la transición energética en una escala global? En primer lugar, es esencial. El mundo necesita una transición de marrón a verde, y eso incluye la transición energética. Todo el mundo la necesita, desde China, EE. UU., Rusia, Colombia, las Maldivas... todos la necesitamos.

En segundo lugar, lo que podemos decir es que existe un amplio reconocimiento de que esta transición es necesaria y existe un mercado grande y creciente para la transición y, a veces, cuando las personas, o instituciones, comentan cuál será el costo de la transición podría, te lleva a pensar, bueno, esto va a ser muy costoso, ¿cómo vamos a costearlo? Pero en realidad el costo es una inversión.

Hay un gran mercado y es un mercado en crecimiento y si miran a su alrededor, en muchas ciudades verán puestos de carga para autos eléctricos, que nunca solían estar allí antes y están aumentando. Esto está sucediendo y lo inteligente es ser parte de esa transición y no estar en contra.

Con todo eso dicho, la transición es necesaria, es posible y es rentable, aunque también conlleva riesgos, y creo que esto es algo particular de nuestro informe, hemos puesto de manifiesto, más claramente de lo que nadie jamás ha logrado hacerlo, que es necesario no dejemos de nunca de tenerlo presente, pero que es arriesgado, pero debe hacerse y de la manera correcta y muchos de los riesgos los puedes identificar simplemente pensando bien, que cuándo ha habido una transformación económica, en la escala de la que estamos hablando, no hay tantos perdedores como ganadores, y algunos de esos perdedores se pararán en sus posiciones de riqueza y privilegio e intentarán retroceder este cambio. Y en muchas partes del mundo parece que lo harán en formas destabilizadoras y disruptivas que pueda que generen conflictos, o pueda que las comunidades locales no puedan tener los medios de subsistencia que tenían antes, y qué puede pasar después. Tenemos mucha evidencia de que, algunas veces, las comunidades pueden resolver los problemas, algunas veces no, y pueden migrar, que es disruptivo, como el corredor humanitario que hay en Centro América, pero en otras ocasiones podría generar conflictos.

Por lo que, una vez más, la transición es esencial, viable, rentable pero riesgosa, pero tenemos que asegurarnos de hacerlo de la manera correcta. Ese es nuestro titular para esto es que la transición debe ser justa y pacífica. Esas son las dos cosas que se deben pensar, hacerla justa y mantenerla en paz, y ¿cómo puede hacerse esto? Acá vuelve lo que ya he dicho, incluir a las personas.

Entonces, ¿cuál sería el papel de América Latina en esta crisis medioambiental, si es una de las regiones que menos emisiones de carbono genera?

Las emisiones de carbón en América Latina han sido, históricamente, mayores que, por ejemplo, el África subsahariana, pero no es uno de los mayores emisores de carbono. Esos serían el norte industrializado más China.

Hay otro asunto y es que es que la naturaleza hizo que el continente latinoamericano sea un estabilizador importante del clima global, básicamente por el Amazonas y los bosques. Pero un tercio de la selva amazónica está en Brasil y actualmente está completamente deteriorada y este es un problema global, y Colombia obviamente también es parte de esto porque también tiene Amazonas, así como Venezuela. Pero existe un riesgo, por así decirlo, de que fuera de América Latina se les culpe a ustedes por la deforestación, creo que no tanto con Colombia, pero se sorprendería de la cobertura de los medios europeos sobre los problemas de deforestación en Brasil.

Estamos muy bien informados sobre lo que está sucediendo y sabemos cuál fue la diferencia bajo el gobierno de Bolsonaro en Brasil en comparación con su predecesor y lo que la gente espera bajo el gobierno de Lula. Entonces, el acuerdo entre Lula y el presidente Petro sobre la deforestación, este un nuevo enfoque se ve desde fuera como algo muy importante y positivo, pero al mismo tiempo.

Al mismo tiempo quiero decir, creo que también es justo que los países de América Latina digan, bueno, como no hemos creado esto y ya que no somos el gran motor del problema necesitamos y merecemos algún apoyo para avanzar hacia una solución. Pero es perfectamente posible, con un buen marco regulatorio, que mucho de ese apoyo pueda venir en forma de inversión privada. Es solo que necesita inversión privada en tecnologías verdes.

A continuación, se puede leer el informe completo del Sipri Ambiente de Paz: seguridad en una nueva era de riesgo

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