El sector de la construcción sigue alertando por las afectaciones que tiene esta actividad por cuenta de la actual situación económica. Al igual que el país, espera una desaceleración en su crecimiento. Dicha disminución tiene en vilo a las empresas, principalmente porque las altas tasas de interés, la inflación y los proyectos de ley que está desarrollando el Gobierno nacional, podría seguir impactando en sus finanzas.
Desde la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), se proyecta para 2023 un crecimiento sobre el 11%, que si son cifras superiores a las de 2022 y 2021, consideran que su PIB rondaría el 10%. Actualmente existen casi 350 mil proyectos para iniciar viviendas, mientras que otras 190 mil ya arrancarán obras.
No obstante, predicciones de autoridades como el Banco de la República ya ven una caída en la oferta de vivienda nueva, que podría seguir acrecentándose con el paso de los meses, en caso de continuar la baja confianza de los consumidores:
“Los resultados muestran que la oferta de vivienda nueva profundizó su tendencia a la baja, al tiempo que la demanda, pese a mostrar desaceleraciones, continúo expandiéndose a tasas reales positivas. Lo anterior contribuyó a que los precios, luego de controlar por las características de los inmuebles, siguieran creciendo en términos reales. El escenario anterior ha estado acompañado por un ciclo de tasas al alza y una menor dinámica en los desembolsos de adquisición de vivienda, en línea con una menor disposición de compra de este tipo de bienes”, reseña el emisor en el análisis de cartera y mercado inmobiliario.
Son varios factores los que tienen impactados a los constructores. La inflación tiene los insumos, herramientas y maquinarias con los precios disparados, lo que se le transmite al consumidor final, y baja el atractivo de algunos compradores. Se calcula que los encarecimientos rondan entre el 15 y el 20 por ciento.
Crisis en la Vía Panamericana afectaría la dinámica de la construcción en Nariño
Si bien el sector de la edificación ha sorteado los embates de ciertos eventos y contingencias; el tema con el derrumbe en la Vía Panamericana tiene paralizados algunos proyectos, que no solo representan retrasos en las entregas, también generan un aumento en los costos, cuyas consecuencias afectarían, incluso, a la generación de empleos.
Según Camacol, en Pasto hay 85 proyectos de vivienda activos, de los cuales 42 están en fases de construcción, además de otras obras destinadas a proyectos no residenciales. Además, estos trabajos generan 9 mil empleos directos, además de impulsar otras cadenas de valor; lo que deja cerca de 1,3 billones de pesos anualmente.
“La construcción se articula con el 54% del aparato productivo del país, demanda insumos de más de 34 subsectores de la economía y se abastece de más de 300.000 micronegocios en el territorio nacional, y solo en la ciudad de Pasto ocupa el 18% del empleo y representa el 7% de la economía de la región; y en ese sentido debe ser un sector priorizado en los planes de contingencia logística frente al cierre de Vía Panamericana. No podemos poner en riesgo el empleo y la vivienda en la ciudad y la región” afirmó el presidente ejecutivo encargado de Camacol, Edwin Chiriví.
Al igual que demás agremiaciones, piden una solución definitiva al Gobierno nacional, principalmente para que se puedan reactivar las actividades, mientras se avanza con la recuperación de la Vía Panamericana.
El dilema con este tipo de actividades es que el parón le deja serias consecuencias económicas, además, este tipo de contingencias se presenta frecuentemente. Por ejemplo, la principal distribuidora del Gas Licuado del Petróleo (GLP) de Nariño, Montagas, realizaron un cálculo donde encontraron que en los últimos 10 años, por cierres en la carretera nacional, han dejado de trabajar 279 días, poco más de 10 meses. Quiere decir, que en promedio, cada año se bloquea un mes la carretera nacional.
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