El robo de mascotas se ha convertido en una práctica común en Barranquilla. A diario, delincuentes se las ingenian para secuestrar perros, gatos e, incluso, loros, y luego pedirles dinero a sus dueños, a cambio de que el animal regrese sano y salvo a su hogar.
Pero, contrario de lo que podría creerse, no solo las personas de clase media y alta son víctimas de este tipo de extorsiones. También, quienes viven en barrios populares de Barranquilla han tenido que rebuscársela para reunir el monto que piden por sus mascotas. Este es el caso de Lilly González, una mujer de 60 años que vive al sur de la ciudad.
Todos los días se levanta con los canticos de su loro que, como vieja grabadora, recita “¡oh mi amor, arroz caliente!”, una y otra vez. Sin embargo, el 23 de enero por la mañana, se sintió extrañada cuando, pasadas las 5:00, no escuchaba cantar a “Monchy”.
Asustada corrió hacía el patio y se dio cuenta que no estaban ni el loro ni la jaula. Al parecer, unos hombres se metieron a su casa en la madrugada y se lo llevaron. Su reacción, naturalmente, fue salir a la calle a pedirle ayuda a sus vecinos y, en ese momento, una mujer se le acercó y le dijo que para recuperar a Monchy debía pagar $70 mil pesos:
“Yo salí de mi casa para buscar ayuda entre mis vecinos. En ese momento, se me acerca una tipa y me dice que ella sabía quiénes lo tenían, hasta me lo describió, pero me aseguró que tenía que entregar la suma de 70.000 pesos para poder recuperarlo”, según declaraciones recogidas por Blu Radio.
Lili no contaba con esa suma y tampoco había pasado por algo similar, así que respondió con extrañeza: “Fue ahí cuando le dije, ¿perdón?, ¿por qué tengo que entregar ese dinero?, ¿de dónde voy a sacar 70.000 pesos para eso? No me pueden exigir ese dinero porque el loro es mío, lo vengo cuidando desde hace más de 15 años”.
Así que, para no preocupar a sus hijos, ni llevarlos a tomar acciones en contra de los delincuentes que secuestraron a su mascota, pidió ayuda a sus vecinos, quienes realizaron una colecta hasta completar la suma.
Entrada la tarde se comunicaron con ella y, ansiosa, les contó que ya había reunido el dinero suficiente para realizar el canje. Pactaron una hora y le indicaron hacía donde debía dirigirse para recuperar al loro, a quien no veía desde el día anterior:
“Me lo entregó a un costado de la calle, no tengo idea de quién era porque nunca lo había visto. Solo me indicó que lo habían enviado para entregarme el loro y fue ahí cuando decidió devolvérmelo, en momentos en los que le di el dinero en sus manos. El lorito me gritó, me puse contenta, él es como un hijo”, comentó en entrevista con Blu Radio.
La historia de Lili y su loro Monchy, a pesar de tener un final feliz, se parece a la de muchas otras personas que, aunque logran reunirse con sus mascotas, se ven obligadas a ceder al chantaje, con la esperanza de que sus animales de compañía vuelvan a casa.
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