Francisco Quintana es secretario general del PRO y la semana pasada dejó su cargo como vicepresidente primero de la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires. Será nombrado en nombiembre en el Consejo de la Magistratura de la Ciudad y hubo enroque en vísperas de un recambio que mide los tiempos en función de la elección nacional y en el distrito donde no se sabe si habrá o no balotaje pero donde Horacio Rodríguez Larreta podría ser el único dirigente del macrismo que logre su reelección.
El jueves Quintana se despidió del cargo y del palacio de la calle Perú. Y lagrimeó. ¿Por qué? Dicen que se mocionó cuando habló de la familia, de sus padres, su hija y su mujer que está embarazada y que como él es dirigente de Boca.
El ahora ex legislador cerró un cico de 8 años, más de la mitad de su vida política. Si se hubiera quedado hasta diciembre hubier compartido la despedida con varios diputados que dejarán sus bancas y con la celebración por la jura de los nuevos.
Pero el jueves 10 tuvo despedida exclusiva y abrazo de Diego Santilli que puso como sucesor a un hombre suyo, Augustín Forchieri.