Ayer en el cierre de la cumbre de cambio climático en Escocia, el presidente Alberto Fernández confirmó que la Argentina adhirió al compromiso de 105 países para reducir un 30% sus emisiones de metano (CH4) de aquí a 2030. Hay que recordar que el metano está sindicado de ser uno de los gases más dañinos de la atmósfera y uno de sus orígenes es la actividad ganadera, ya que los rumiantes lo emiten a través de eruptos y todo tipo de flatulencias.
Y en relación a esta problemática, el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) publicó un estudio, titulado “Carne argentina, carne sustentable”, donde argumenta que la ganadería argentina es mucho más sustentable de lo que se piensa y que ya hizo un ajuste importante de sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). El documento fue elaborado por 45 científicos argentinos, los cuales fueron coordinados por la Red de Seguridad Alimentaria del CONICET, un ente autárquico del Estado nacional que actúa bajo la órbita del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.
En el mismo se señala que la incidencia de la ganadería resulta “baja” en los niveles de emisión de gases de efecto invernadero, donde puntualmente en el caso de la Argentina, la producción pecuaria representa solamente un 0,15% de las emisiones totales que se realizan a nivel mundial. Los especialistas admiten que puede reducirse más aún dicho coeficiente con aporte de nueva tecnología, mejores prácticas de manejo, como reutilizar nutrientes y generar bioenergía, sumado a otras acciones como la de promover la forestación y la captura de carbono.
A partir de los datos obtenidos por los especialistas de diferentes áreas de la ciencia, se indicó que el nivel de sustentabilidad actual que ofrece la ganadería nacional, se muestra como “un país comprometido con la realización de acciones que apuntan a una mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero”. En su extenso estudio, el Instituto encargado de promover la venta externa de la carne argentina, y también su consumo en el orden doméstico, consignó que en la ganadería se consolida como “una fortaleza” la posibilidad que tiene esta actividad de “mitigar emisiones de gases de efecto invernadero en base a procesos naturales y armónicos con la naturaleza”.
En ese sentido, los especialistas consideraron que esto marca una gran diferencia con “otros sectores de la economía que solo pueden mitigar emisiones a través de cambios estructurales de envergadura, por ejemplo, la sustitución de combustibles fósiles por renovables, y el rediseño integral de procesos”. Es por ello, que el trabajo difundido por el IPCVA expresó que “el sector agropecuario en su conjunto ha adoptado prácticas y mejoras sustanciales, dando como resultado disminuciones del 10% en sus emisiones desde el inicio del compromiso de Kyoto del 1990 y de un 26% desde el máximo valor inventariado en 2010″.
Además se indicó que “en lo que se refiere a la ganadería, las emisiones están compuestas por diversas fuentes y han mostrado una tendencia negativa desde 1990, explicada parcialmente por reducción de cabezas, aunque también por mejoras sustanciales de eficiencia del ciclo productivo”. Al evaluar la situación que ofrece la producción bovina en la Argentina, el estudio explicó que las emisiones por cabeza vacuna se han reducido de 1.620 kilos de eqCO2 (es decir carbono equivalente) relevados en 1990 a unos 1.350 kilos en el 2016. Dicha relación implica una merma del 16%.
Resultados
Según los especialistas, los resultados positivos obtenidos por la ganadería local no evita que a futuro se busquen alcanzar nuevos desafíos con el objeto de “reducir las fuentes de emisión principales, en especial la fermentación entérica y evitar pérdidas de CO2 por deforestación, pérdida de pastizales y pasturas perennes”. Y se plantea allí la posibilidad de que el país actúe a futuro como lugar de “captura” o bien actuar como vertedero de carbono.
También se indicó que en la Argentina “las emisiones son de por sí bajas, debido a que se trata de una ganadería de carácter extensivo, con la mayoría de los sistemas de producción sobre sistemas pastoriles. Esa base productiva está basada en pastizales ocupando el 95% del área ganadera bovina del país, unos 60 millones de hectáreas, con la mitad del rodeo ubicado en la zona pampeana, que representa alrededor de un tercio de esa superficie”.
Por último, el informe señaló que “es posible controlar las emisiones de metano y óxido nitroso proveniente del manejo de efluentes en sistemas intensivos (feedlots) mediante el reemplazo de los sistemas abiertos (piletones) -que dificultan la reutilización de nutrientes y la generación de bioenergía- por sistemas cerrados que faciliten la economía circular de estos procesos. El aumento de la eficiencia productiva es una oportunidad para la ganadería bovina. Aunque una mejora de la eficiencia no necesariamente reduce las emisiones absolutas, es posible reducir las emisiones relativas o huella de carbono”.
SEGUIR LEYENDO: