Se complica el panorama de la soja a días del inicio de la cosecha, como consecuencia de la falta de precipitaciones. Además, el clima adverso incrementa la incertidumbre para la próxima siembra de los cultivos de invierno, donde también impacta la falta de señales concretas desde el Gobierno y los altos precios de los fertilizantes.
Según precisó Esteban Copati, Jefe de Estimaciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, se estima que en el caso de la soja, con un área sembrada de 17,2 millones de hectáreas a nivel nacional, casi un 50% de esa superficie mantiene una condición hídrica entre regular y sequía. Es decir, tres de cada 10 lotes de soja tienen una condición de cultivo regular a mala, mientras que seis de cada 10 están en una condición normal que en los próximos días puede virar a una condición regular a mala si sigue sin lluvias.
“La campaña 2017/18 fue tremenda para los cultivos de verano, pero este año tuvimos un punto durante la segunda quincena de enero que nos permitió llegar hasta hoy con estos volúmenes de producción” (Copati)
En el caso del maíz, cuya superficie implantada fue de 6,3 millones de hectáreas, una de las más elevadas en los últimos 20 años, se prevé un escenario similar a la soja, pero con un 40% del área sembrada con una condición hídrica regular a sequía.
Las zonas más comprometidas y que se pueden agravar son el centro y sur de Santa Fe y el norte y oeste de Buenos Aires. Esos sectores que manejan alta tecnología y que generalmente apuntan a elevados potenciales de rendimiento, en el presente año van a tener cosechas por debajo de lo previsto. Sin embargo, todavía no se prevé un escenario de derrumbe, pero si de recorte de las estimaciones de cosecha.
“De errar estas lluvias previstas para los próximos 7 días estaríamos obligados a hacer nuevos ajustes para la producción en soja y maíz, porque vamos a continuar perdiendo rendimientos y descontando superficies que es lo más grave que nos puede llegar a pasar”, agregó. Si no cambia el escenario previsto para los próximos 15 días se tendrían que realizar reajustes a los ya realizados la semana pasada por la entidad.
Lo único que diferenció a esta campaña de la del 2017/18, cuando el sector maicero reportó 31 millones de toneladas y el sojero 36 millones de toneladas, este último con una caída interanual del 37,4%, productor de la crisis hídrica a nivel nacional, es que este año los cultivos de verano tuvieron un aliciente en la segunda quincena de enero.
“La campaña 2017/18 fue tremenda para los cultivos de verano, pero este año tuvimos un punto durante la segunda quincena de enero que nos permitió llegar hasta hoy con estos volúmenes de producción, sino estaríamos en un escenario similar a los de la campaña 2017/18 con derrumbes muy importantes en la producción”, explicó.
De ahora en adelante se va a definir la producción y los déficit hídricos. Por tanto, va a ser importante tomar en cuenta la diferencia que va a marcar el contexto de precios de los granos, que son más altos que la campaña 2017/18. Ese nivel de precios no se tenían en la campaña de hace tres años, por lo que podría compensar de alguna forma la caída.
Siembra de cultivos de invierno
Por otro lado, Copati dijo que las perspectivas climáticas ponen en jaque las previsiones de la cosecha gruesa y se teme que esto repercuta en los cultivos de invierno, como trigo y cebada, que comienzan a sembrarse en mayo, ya que el panorama “no es alentador”. También habría un efecto del aumento del precio de los insumos y la falta de señales concretas desde el Gobierno, sobre el tema retenciones y si habrá o no intervención en los mercados.
El especialista consideró que en 2021 se va a transitar un año muy similar a lo que fue el 2020 en cuanto al clima. Es decir, con complicaciones para la siembra por la falta de lluvias para el trigo, como sucedió el año pasado que no se pudo concretar gran parte del área sembrada, ya que no había humedad para garantizar que la semilla se humedeciera y germinara.
Entre las grandes incertidumbres que se manejan hoy en día en torno al sector productor es la falta de señales concretas de parte del Gobierno de que no va a haber aumento de retenciones ni intervención en los mercados y que esto a su vez genere una previsibilidad entre los productores por la crisis hídrica que padecen. “Una de las grandes incertidumbres que se están manejando hoy en día es que hay es que ver qué postura va a tomar el Gobierno frente al esquema regulatorio, si se va a profundizar la intervención de la regulación de mercados”, dijo Copati.
Por un lado están los altos costos en fertilizantes y fitosanitarios y, por el otro, el tema climático. En el caso de los fertilizantes que son muy importante para todos los cereales: maíz, trigo y cebada, esto eleva los costos de producción. “En ese sentido, los precios de los costos de los mercados internacionales no son desfavorables y son un factor positivo en este momento que alientan a la producción”, señaló.
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