El sector de la producción y la industria láctea argentina, a pesar de estar sumida en una crisis con precios atrasados que no llegan a cubrir los costos de producción, tanto en el eslabón primario como en el de transformación y de sufrir los efectos económicos de la pandemia de coronavirus, culminó 2020 con algunos signos positivos entre sus principales índices.
Así lo demuestra el Balance Lácteo 2020 realizado por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA). De hecho, y teniendo en cuenta todos los inconvenientes y problemas por los que atravesó el sector durante el año pasado, en lo que respecta a producción, consumo y exportación los volúmenes registrados superan, en algunos casos de una manera bastante contundente, a los registros de 2019.
Según los datos aportados por la institución, la producción de leche creció 7,4% en 2020 respecto al año posterior hasta los 12.061 millones de litros, mientras que las exportaciones se expandieron 31,7% a 2.810 millones de litros y el consumo creció 2,4% para alcanzar los 8.394 millones de litros, con 185 litros per cápita al año.
En diálogo con Infobae, el coordinador del OCLA, Jorge Giraudo, señaló que este salto interanual de 770 millones de litros, se debió en primera instancia que en 2019 los volúmenes obtenidos fueron magros debido principalmente a cuestiones climáticas, pero que, además fue un año que culminó con buenos precios para la producción “lo cual incentivó la producción de leche”.
“Esa mayor producción, que se destina un 75% al mercado interno, creció un 1,4% per cápita el consumo y éste último, que es raro por la pandemia y por el deterioro de los ingresos de la gente, tiene una explicación clara que recae en todas las ayudas sociales que hubo (por parte del Estado), más la permanencia de la gente en la casa, lo cual generó un incremento del consumo de los productos lácteos básicos: leche no refrigerada en cartón, cremosos, manteca, dulce de leche, etc”, puntualizó Giraudo.
Sin embargo, el especialista remarcó que ese mayor volumen, no se vio reflejado en los ingresos, los cuales fueron menores debido a que el mix de consumo se deterioró. Esto significa que cayó fuertemente el consumo de los productos de mayor valor agregado, como el yogurt en pote, los postres, flanes, quesos duros y untables, entre otros.
Si bien hubo una mejora en el volumen consumido durante 2020, el crecimiento del mismo no llegó a cubrir la magnitud de la expansión de la producción. Ese excedente tuvo como destino el mercado externo, el cual alcanzó 2.810 millones de litros, 677 millones de litros más que en 2019, “cifra que está entre las tres más altas de la historia” y cuyos principales mercados son Brasil, Argelia y Rusia.
Precios
Si bien el crecimiento en la producción fue considerable en 2020, los precios no pudieron mantenerse a niveles de 2019 y el sector primario y la industria terminaron produciendo con precios que no llegaban a cubrir los costos. Según un documento publicado hace algunos días por la Mesa de Enlace, la lechería puede convertirse en una actividad en extinción, justamente por esta problemática.
La Sociedad Rural Argentina (SRA), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Federación Agraria (FAA) y Coninagro informaron en esa oportunidad que desde mediados del año pasado el tambero está recibiendo un precio insuficiente por su leche en tranquera de tambo, que alcanza los $21,36 por litro. Un valor que está muy lejos de cubrir los gastos mensuales del sector primario.
En este sentido, Giraudo explicó que “la lechería argentina genera alto valor agregado pero no lo percibe” y que esto se da porque en la actualidad “en el mercado interno hay fenómenos muy negativos, como los precios Máximos y Cuidados” establecidos por el Gobierno. Así, el coordinador del OCLA sostuvo que, por ejemplo, los costos industriales crecieron 35% y los precios de los productos tuvieron una autorización para actualizarlos solamente en un 15%. Este retraso del 20% impacta directo en el precio pagado al productor.
“El productor venía a finales de 2019 con una rentabilidad por encima de lo mínimo exigido y ya arranca 2020 con rentabilidades bajas y termina el último trimestre con negativa. En promedio tuvo un nivel de rentabilidad mucho más abajo del mínimo necesario y mantuvo más o menos la facturación, porque si bien los precios no crecieron tanto, si lo hizo el volumen”, subrayó Giraudo.
Y agregó: “Eso lo hace arrancar el 2021 con resultados negativos y con efectos adicionales como la suba del precio de los granos, en especial el maíz y soja, que no solo repercute como alimento, sino también en el precio de los arrendamientos. El 50% donde se produce es alquilado y si sube el precio de estos granos, sube el precio de los alquileres”.
Expectativas
Si bien 2021 no se erige como un año de expectativas muy alentadoras, si hay determinados factores que pueden hacer que la lechería argentina avance. De acuerdo a un relevamiento del OCLA realizado sobre 20 empresas que concentran el 60% del procesamiento de la leche a nivel nacional, la institución espera que aumente la producción un 1,5% respecto a 2020.
Asimismo, en el aspecto externo, la buena noticia se da por el lado de los precios internacionales, sensiblemente superiores a los de 2020. Los mismos pasaron de USD 2.800 la tonelada durante el año pasado a USD 3.400 en la actualidad.
Sin embargo “hay que ver cómo se comporta el mercado. Hoy tenemos el caso de Brasil, con un planteo de su sector primario de aumentar la protección de las importaciones provenientes de Argentina y Uruguay, por lo cual esto se podría convertir en un problema serio, porque Brasil es el destino de un tercio de nuestras exportaciones”, alertó Giraudo.
En lo que respecta al mercado interno, el referente del OCLA advirtió que “si se quitan las ayudas (del Estado en planes como la Tarjeta Alimentar), en un contexto de que los ingresos de las capas medias no es tan bueno y con una inflación proyectada del 50%, podemos tener un problema”.
Asimismo, consideró que “si no se autoriza un aumento en los precios al consumidor, va a haber un menor traslado al productor, quien deberá enfrentar una suba de costos por inflación y por la suba de los precios internacionales de los alimentos, lo cual no incentiva a la producción, y puede generar cierre de tambos y baja en la producción”.
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