Con más de cuatro meses sin lluvias en el noroeste argentino, los productores de Tucumán, Salta y Santiago del Estero evalúan si ingresan o no las cosechadoras en sus campos ante el bajo desempeño y rendimiento que reportan los cultivos de trigo y garbanzo. La falta de precipitaciones y escasa humedad en los suelos socavó las posibilidades de obtener una cosecha digna.
Augusto Battig, ingeniero agrónomo y productor triguero de la zona del NOA, aseguró a Infobae “la campaña fina de trigo y garbanzo en Tucumán, Salta y también algo en Santiago del Estero y Catamarca para el ciclo 2020-21, comenzó mal, ya que al concluir la gruesa, especialmente en soja, faltó esa lluvia necesaria para completar ese plus de rendimiento que requiere el productor para cubrir costos y el pago de impuestos”.
Esto llevó a que muchos productores, no optaran por hacer trigo por las bajas condiciones de humedad que reportaban los suelos ya a fines de abril y principios de mayo pasado. Según cálculos de diferentes fuentes, en el actual ciclo triguero del NOA la siembra cayó entre un 10% al 18%, ya que las condiciones previas a la fina no eran las mejores, admiten desde el sector productivo.
Desde la Asociación de Productores Agrícolas y Ganaderos del Norte (Apronor), entidad presidida por Osvaldo Martín, se reconoció que por la sequía “está muy comprometida la situación de los cultivos de invierno, especialmente el trigo. La campaña está entrando en su tramo final y hablar de cosecha va a ser sólo para algunos productores privilegiados: la gran mayoría de los agricultores aspiran a recuperar algo de semilla para poder volver a implantar en la próxima campaña”.
A través de un informe, la entidad explicó que la región agrícola del Noroeste Argentino está “crocante de seco”. En un comunicado, alertaron que “el panorama pintaba para desastre pero, como siempre decimos en el campo, la esperanza es lo último que se pierde. Con ese sentimiento transitamos el invierno, con la ilusión de que la naturaleza revierta el mal comienzo, cosa que no sucedió”.
Si bien hasta el momento no se pudo realizar un relevamiento satelital para evaluar la extensión que ocupan los cultivos de invierno en el Noroeste Argentino, tales como el garbanzo y el trigo, se estima que el recorte en el área producto de la falta de precipitaciones adecuadas para cargar los perfiles llegó a contar previsiblemente con unas 70 mil hectáreas cubiertas con trigo en Tucumán, y otras menos de 50.000 hectáreas en Salta.
Precipitaciones
No fueron malos los niveles de precipitaciones que se registraron en el segundo trimestre del 2020, con la caída de entre 100 a 200 milímetros. Sin embargo, este año se produjeron lluvias muy fuertes en poco espacio de tiempo, hecho que no permitió que los suelos adsorbieran la humedad. También hubo baches de seca de entre 25 días de diferencia, lo que permitió que actuara, primero el escurrimiento rápido del agua, y luego una rápida evaporación y falta de infiltración.
“En el último período del cultivo de soja, no hemos registrado lluvias intensas. Allí faltaron precipitaciones de entre 50 a 70 milímetros que permitieran definir al cultivo oleaginoso antes de la cosecha. Esto también impidió cargar los suelos con las lluvias y trabó el desarrollo final del trigo y del garbanzo”, explicó Battig a este medio.
“No hubo aportes de lluvias –agregó Battig–, como es ya habitual durante el invierno en el Noroeste Argentino. Y la falta de precipitaciones en el otoño no dejó la humedad necesaria. El año se presenta difícil, aunque el perfil arrancó bien, hubo muchas heladas y no llegó la lluvia milagrosa que podíamos aguardar para el invierno. Hoy contamos en Tucumán con 120 días sin lluvias”.
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