Productores de arándanos le solicitaron al Gobierno nacional que los trabajadores rurales temporales de las economías regionales que cobran el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) puedan seguir contando con este beneficio una vez que hayan sido registrados en AFIP para realizar las labores de cosecha, ya que la cancelación de este ingreso reduce “en gran medida la mano de obra disponible para nuestra actividad de cosecha” y pone en riesgo 12.000 puestos de trabajo directos e indirectos que genera la actividad.
Así lo aseguró la Asociación de Productores de Arándanos de la Mesopotamia Argentina (Apama) en un comunicado, en el que detallaron que se presentó en la Cámara de Diputados un proyecto de resolución firmado por 16 legisladores en el cual se le solicita al Ejecutivo que el beneficio del IFE continúe para aquellos trabajadores de las economías regionales que llevan a cabo las tareas de recolección.
El presidente de Apama, Alejandro Pannunzio, le comentó a Infobae que se observa “una gran reticencia de la gente a darse de alta (en la AFIP) porque dicen que van a perder la oportunidad de cobrar el IFE”, aunque también puntualizó que “durante estos últimos meses, gente que queda año a año con reserva de puesto de trabajo para la campaña siguiente, que para el Ministerio de Trabajo o para la Anses es una persona no desempleada, empezaron a mandar, muchos de ellos, telegramas de renuncia”.
“Esto nos sorprendía, porque están perdiendo la antigüedad, pero cuando les consultamos por qué lo hacían nos contestaron que si figuraban como reserva de trabajo no podían cobrar el IFE. De este modo, se dan de baja, cobran el IFE y resuelven la urgencia”, subrayó el dirigente empresarial.
Cabe mencionar que cuando la pandemia de coronavirus llegó a la Argentina y el Gobierno nacional dispuso una cuarentena estricta en todo el territorio nacional para prevenir la diseminación de la enfermedad, también tuvo que desarrollar diferentes instrumentos de asistencia para aquellas personas que verían afectados sus ingresos por el freno económico. Uno de ellos fue el IFE que está destinado a aquellas personas que no cuentan con ingresos en blanco, pero que una vez que se los registra como empleados, el Estado da la baja a la prestación, que es de unos 10.000 pesos mensuales.
Para Apama, “esto ocasiona un impacto negativo en la posibilidad de registrar a nuestros trabajadores ya que al registrarse pierden este nuevo beneficio, reduciendo en gran medida la mano de obra disponible para nuestra actividad de cosecha”.
Esta situación, que también se registra con otras asistencias sociales, fue planteada al ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Luis Basterra, en una reunión realizada en enero pasado, según aseguró Pannunzio.
“En ese momento, previo a la aparición del IFE, le decíamos que necesitábamos que los trabajadores de las economías regionales que se sumaban de manera temporaria no les afectaran ninguna prestación social que tenían cuando se dieran de alta como trabajadores de cosecha. Hay que ponerse en el lugar de los trabajadores que trabajan dos o tres meses, como en el caso de nuestro cultivo, y que no quieren que se le cambien de plan y que lo pasen de Asignación Universal por Hijo (AUH) a asignaciones familiares”, dijo el dirigente.
Asimismo, comentó que realizaron una presentación al ministro de Trabajo, Claudio Moroni, para que “esta situación sea considerada, porque si no se da la paradoja de que necesitamos mano de obra en la cosecha, con una demanda de trabajo enorme, y no podemos concretarla. Nos perjudicamos todos, porque si no levantamos la cosecha, la gente no trabaja y no tenemos las divisas de la exportación”, comentó el referente de Apama.
La cosecha
El arándano se produce en el NOA y NEA, sobre todo en Tucumán y Entre Ríos. La cosecha, que emplea a una numerosa mano de obra, alcanza su pico entre octubre y diciembre, aunque ya se realizaron los primeros trabajos de recolección en lotes puntuales. El mayor inconveniente que la zafra es que cuenta con una ventana para realizarla muy corta y que concuerda, como es el ejemplo de la Mesopotamia, con meses muy lluviosos, lo que aumenta aún más los riesgos de pérdida, ya que es un fruto “muy perecedero” con un momento de recolección muy puntual que no puede prolongarse.
“Lo que tiene el arándano es que es muy perecedero. Tenemos poca capacidad de reacción al disponer o no disponer de mano de obra para cosechar, porque si uno tiene que cosechar hoy y, por no tener gente, ese trabajo se demora tres o cuatro días, ese lote ya se perdió, porque es difícil separar la fruta buena de la que no la es. Por eso, de no contar con la mano de obra en el momento adecuado, se vuelve muy riesgoso”, explicó Pannunzio.
En este sentido, dijo que “en la Mesopotamia tenemos lluvias todo el año con picos en noviembre. Ese mes coincide con la cosecha y es muy delicado, porque los días de cosechas son muy específicos y se pasa la oportunidad. No es como en otros frutales la posibilidad de aguantar la fruta en la planta. Son muy delicadas. El día que toca cosecharlas no se puede no hacerlo”.
Seguí leyendo: