Especialistas y representantes de cámaras exportadoras de granos analizaron la actualidad y el futuro de la producción y comercialización de soja y subproductos en los principales países productores de América. Por otro lado, alertaron sobre los riesgos y las consecuencias que podrían tener las nuevas iniciativas y restricciones sanitarias impulsadas por la Unión Europea (UE) sobre el negocio de la oleaginosa sudamericana.
Los expertos de Argentina, Estados Unidos, Uruguay, Paraguay y Brasil, convocados a una charla virtual por la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (Acsoja), analizaron la “visión de los principales países productores sobre la situación local y prospectiva internacional de la soja” en el actual contexto y el posible escenario en la post-pandemia, y advirtieron sobre los riesgos que conllevaría un aumento del proteccionismo y de las barreras no arancelarias a los países productores de la oleaginosa.
“Más que todo nos preocupan las iniciativas de la UE, como las restricciones al uso de agroquímicos, fertilizantes y el nuevo programa ‘From Farm to Fork’ (De la granja a la mesa) y su programa Biodiversidad 2030. Nos afecta porque prácticamente están teniendo nuevos marcos regulatorios que tienden a la producción orgánica dejando de lado todo lo que sea incorporación de nuevas tecnologías”, remarcó la asesora en Comercio Exterior de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (CAPECO), Sonia Tomassone.
Allí, la especialista destacó los inconvenientes que podrían traer estas iniciativas, como así también otros requisitos sanitarios o agroecológicos impulsados por el bloque europeo y otros países importadores, a la cadena sojera de la región al considerar que estas medidas dificultará el ingreso de la oleaginosa y subproductos a la UE e instó a que el Mercosur a “trabajar seriamente en estos temas”.
Más que todo nos preocupan las iniciativas de la UE, como las restricciones al uso de agroquímicos, fertilizantes y el nuevo programa ‘From Farm to Fork’ (de la granja a la mesa) y su programa Biodiversidad 2030. Nos afecta porque están teniendo nuevos marcos regulatorios (Tomassone)
“Lo más preocupante es que todas estas iniciativas se enfocan en el principio precautorio por encima del principio basado en riesgo y esto es tremendamente duro y podría afectar a todas las exportaciones de nuestros países en el futuro próximo. También tenemos restricciones en cuanto al uso de edición genética, biotecnologías y nuevas tecnologías que están siendo más restrictivas en la UE. Y como cereza de la cuestión, lanzaron un nuevo programa de estrategias de forestación que implica nuevas certificaciones y restricciones para-arancelarias para la importación de productos desde países que ellos consideran deforestadores”, explicó Tomassone y agregó: “Nos será muy difícil ingresar en la UE con todas estas medidas que tenemos a futuro”.
“La estrategia sobre Biodiversidad y la denominada ´De la Granja a la Mesa´, impulsadas por la Unión Europea tienen como finalidad ir “hacia un equilibrio nuevo y mejorado entre la naturaleza, los sistemas alimentarios y la biodiversidad para proteger la salud y el bienestar de nuestros ciudadanos y, al mismo tiempo, incrementar la competitividad y la resiliencia de la UE”, según explica el bloque en su página web y entre las principales medidas prevé reducir en un 50% la utilización de plaguicidas químicos y los “más peligrosos” y reducir en un 20% el uso de fertilizantes para el año 2030, entre otros puntos.
Ante esta situación, la especialista paraguaya sostuvo que el “Mercosur tiene que trabajar seriamente en estos temas. Los mismos son tratados a nivel de la Organización Mundial de Comercio (OMC) donde nuestras representaciones diplomáticas, si bien están trabajando y apoyando iniciativas para tratar de evitar la entrada en vigencia de estas nuevas reglamentaciones, no es suficiente la presión que el Mercosur como bloque está haciendo. Brasil tiene iniciativas propias, Argentina también. Estamos dejando de tener fuerza al no ir como bloque y con posturas fuertes. Hoy está utilizando técnicas de manejo sostenible como la siembra directa, sistemas silvopastoriles, que no están siendo reconocidos por la UE”.
Según Tomassone, los países integrantes del Mercosur emiten el 2% de los gases de invernadero a nivel mundial, pero, a pesar de esto, “el Mercosur es el que más está siendo apuntado”. Y se preguntó: “¿Cuál es nuestro error? No estamos haciendo reconocer nuestro sistema de siembra directa con base científica que podamos mostrar a la UE. Por eso, el trabajo coordinado y una comisión especial dentro del Mercosur que trate estos temas, es indispensable. Tenemos que seguir presionando a la UE porque sabemos que muchas de las medidas tomadas por ésta son replicadas por otros países. Falta una presión mucho más fuerte del Mercosur como bloque”.
Argentina
El presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y del Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC), Gustavo Idígoras, también puso la atención sobre los nuevos requisitos, las barreras no arancelarias y el aumento del proteccionismo que pueden afectar al mercado internacional de la soja, como los certificados requeridos por importadores que aseguren que la mercancía sea libre de Covid-19, los niveles máximos de residuos no autorizados en las exportaciones y los pedidos de trazabilidad de los productos.
“La profundización de las medidas proteccionistas ya están afectando el comercio internacional de la industria de la soja. Por un lado, la presencia inicial de requisitos privados en materia de granos y subproductos libres de virus (Covid Free). Recientemente las empresas importadoras chinas han empezado a reclamar a los exportadores certificaciones o declaraciones de Covid Free que son injustificadas desde el punto de vista sanitario, pero se están instalando y pueden generar inconvenientes en los próximos meses y tenemos que actuar de manera conjunta”, subrayó Idígoras.
Por otro lado, hizo mención a la problemática que representa los límites máximos de residuos de productos no permitidos por los importadores en las mercaderías. En este sentido, Idígoras sostuvo que “el riesgo es fenomenal, porque hay un abandono de la ciencia para tomar estas decisiones y cada vez que un país comprador da de baja un máximo de residuo de una sustancia de amplio uso en nuestra región es un costo adicional en la producción y un riesgo comercial fenomenal. Argentina perdió mercados en los últimos años por razón de esta asimetría en la aplicación de estos criterios”.
Respecto al pedido de algunos países de que el exportador establezca una trazabilidad “plena” del producto vendido, Idígoras sostuvo que “es de cumplimiento imposible en nuestro casos porque estamos trabajando con granos, con grandes volúmenes y no hay posibilidades prácticas de establecerla. Es una demanda y un desafío para ver la forma de cómo trabajarla”.
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