Uno de los grandes avances de la ciencia argentina de los últimos años es, sin dudas, el descubrimiento y desarrollo del gen HB4, que dota de resistencia al estrés hídrico a cultivos como el trigo y la soja. Los productores de muchas zonas observan con entusiasmo la novedad, soñando con incorporar nuevas zonas a la agricultura y estabilizar rendimientos en contextos climáticamente adversos. Pero el gran descubrimiento de la doctora Raquel Chan y el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral, no es la única carta que juega la ciencia mundial en este partido.
Un estudio de la Universidad Estatal de California, una región caracterizada por las zonas áridas y una potente industria productora de alimentos, busca determinar qué es lo que limita la capacidad de las plantas para extraer agua de un suelo seco.
Según cuenta la revista científica Phys, los investigadores liderados por el biólogo de plantas Fullerton H. Jochen Schenk descubrieron por qué las plantas no pueden funcionar en los suelos más secos. La investigación es importante, dicen biólogos y físicos de plantas, porque explica los límites para el crecimiento de plantas tolerantes a la sequía en el sur de California y las tierras secas de todo el mundo. También ayuda a explicar los límites de la altura de los árboles, como las secuoyas.
"Tenemos plantas a nuestro alrededor que son las plantas más tolerantes a la sequía en la Tierra, y que pueden extraer agua del suelo seco hasta el límite de lo que es físicamente posible", dijo Schenk, y agregó: "Nuestro artículo explica lo que parece causar ese límite físico".
Impacto
Según el estudio, mediante presión negativa, o succión, las plantas absorben agua en el xilema, el sistema hidráulico de la planta, que extrae el agua del suelo. Algunas plantas, como ciertos cenotes californianos, crean las succiones más altas registradas para cualquier planta en el mundo, con sus raíces capaces de absorber el agua del suelo extremadamente seco.
“Las moléculas de agua dentro de estas plantas se estiran y normalmente no se rompen porque las moléculas de agua se unen muy bien -dijo Schenk-. Sin embargo, las bicapas lipídicas en el agua no son tan pegajosas, por lo que a una succión muy alta comienzan a separarse, y eso es lo que nuestro estudio encontró”.
A medida que estos lípidos (sustancias naturales insolubles en agua, presentes en la savia de la planta) se separan, las cavidades en el xilema se convierten en burbujas de gas que bloquean el movimiento del agua. “Este estudio es un ejemplo del poder de los enfoques interdisciplinarios (en este caso, arquitectura de la planta, física y simulaciones por computadora de la dinámica molecular) para resolver preguntas de larga data en biología”, dijo a la revista Irwin Forseth, director del programa en la División de Organismos Integrales de la universidad. Y agregó: “La investigación también es valiosa para predecir las respuestas de las plantas a los cambios ambientales que conducen a aumentos en los suelos más secos en todo el mundo”.
En un contexto de cambio climático acelerado y con la necesidad de producir cada vez más alimentos y ser eficientes en el uso del agua, el conocimiento -y la apertura de ese conocimiento- es una herramienta clave. Tal como indica Forseth en el artículo, la colaboración tanto entre especialistas de diversas disciplinas como entre científicos de diferentes regiones del mundo marcará el éxito o el fracaso de la humanidad ante los desafíos futuros. La ciencia argentina, en ese sentido, está demostrando que tiene mucho para aportar al concierto global.
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