La economía argentina de las últimas dos décadas fue motorizada en gran medida por la fenomenal expansión del complejo sojero. Tanto el poroto como sus derivados, el aceite y la harina, tienen una demanda pujante en el mundo, traccionada por la creciente clase media asiática que consume cada vez más proteínas animales, producidas en base a soja.
Pero esta ecuación -más asiáticos de clase media, más proteínas animales, mayor demanda de soja- no tiene por qué ser eterna. De hecho, tanto desde el punto de vista ambiental como desde la matriz económica, no es deseable que un solo cultivo concentre una demanda tan grande.
Por eso, investigadores del Instituto de Ciencias Agrícolas y Nutricionales de la Universidad Martín Lutero (MLU) en Halle, Alemania, están buscando alternativas que puedan reemplazar a la soja en la provisión de proteínas de alto valor para el consumo animal, una búsqueda que deberían seguir de cerca los agricultores locales ya que podría ayudarlos a diversificar la producción sin perder peso en el mercado global.
Este proyecto, según explica un reciente artículo de la revista científica Phys.org, se lleva a cabo conjuntamente con la Oficina Estatal de Sajonia para el Medio Ambiente, la Agricultura y la Geología (LfULG), con el objetivo de determinar qué manipulación especial requerirán los piensos alternativos para igualar el valor nutricional de la soja. El proyecto es financiado en forma conjunta entre la universidad y LfULG, y busca probar dos leguminosas nativas de esa región también presentes en estas pampas: las arvejas y los porotos.
Alimentos
"Nuestro principal objetivo es mejorar el valor alimenticio de los alimentos producidos regionalmente mediante fermentación y tratamiento térmico para que puedan reemplazar la proteína de soja tanto cuantitativa como cualitativamente", afirma el profesor Dr. Olaf Steinhöfel, profesor honorario de MLU y líder del proyecto LfULG. Sin embargo, esta no es la única motivación. "Las leguminosas domésticas también benefician a la agricultura, el medio ambiente y el clima de múltiples maneras", dice en el artículo Annette Zeyner, profesora de nutrición animal en la MLU, y agrega que aflojan el suelo y almacenan nitrógeno del aire, algo que la soja también puede hacer pero de lo que otras plantas son incapaces.
Las arvejas, en particular, contienen grandes cantidades de proteínas y almidón. "Pero en este punto no están a la altura de la soja, en parte porque contienen muchos de los llamados factores antinutritivos", aclara Zeyner. Los factores antinutritivos son sustancias que dificultan la absorción de nutrientes valiosos por parte de los animales. Sin embargo, según la investigadora, el problema es relativamente fácil de resolver.
Por un lado, los ingredientes antinutritivos se degradan en gran medida por las prácticas agrícolas normales de ensilaje. Otro método para aumentar las propiedades nutricionales de las leguminosas, aunque aún no se usa ampliamente en combinación con el ensilaje, es la exposición al calor.
“El tratamiento térmico hace más que degradar aún más los factores antinutritivos en los guisantes. En un estudio reciente, Zeyner y su colaborador, el Dr. Martin Bachmann, pudieron demostrar que también evita que las proteínas se descompongan tan rápidamente por las bacterias en el rumen de las vacas y otros rumiantes”, explica el artículo de Phys, y aclara que la descomposición que ocurre demasiado rápido es problemática por dos razones: una, una gran cantidad de nitrógeno se excreta a través de la materia fecal y, por lo tanto, puede ingresar al agua subterránea como nitrato o al aire como óxido nitroso, un potente gas de efecto invernadero. Y en segundo lugar, aminoácidos esenciales muy valiosos se pierden en el proceso porque necesitan sobrevivir al paso al intestino delgado para ser absorbidos allí. “Esto es particularmente importante para que las vacas lecheras logren una producción suficiente”, detalla.
"El problema es que el sobrecalentamiento a su vez daña las proteínas", dice Zeyner. Por lo tanto, el proyecto determinó la temperatura óptima, la duración del tratamiento térmico y el contenido de humedad del ensilaje. En pruebas de laboratorio, Bachmann pudo demostrar que el tratamiento ensilado y térmico no afectaba la producción de gas y metano. El escaneo de imágenes de microscopio electrónico además mostró que las moléculas de almidón no se alteraron por el calentamiento.
Toman nota los productores agrícolas y ganaderos y los contratistas forrajeros locales, que gracias al conocimiento alemán podrán sumar una nueva carta al abanico de opciones.
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