El impacto de contar con una inflación del 52,1% anual, según los números del INDEC, resulta evidente en el ánimo del consumidor que observó además que Alimentos y Bebidas, encabezó solamente en noviembre el Índice de Precios al Consumidor con un alza del 5,3%.
Esto lo sufrió el sector frigorífico abastecedor del mercado interno y pese a que los exportadores de carne bovina o porcina tomaron envío de la mano de mayores exportaciones, ahora deben afrontar la suba de las retenciones que pasaron de un 5% al 9% para los productos cárnicos.
Según el último informe del Rosgan, integrado por la Bolsa de Comercio de Rosario y casi una docena de consignatarios de hacienda, si bien se mantiene estable en la última década el consumo cárnico en la Argentina, sin duda la carne vacuna pierde fuertemente terreno frente a la oferta de otros tipos de carne, como pollo y cerdo.
El estudio realizado especialmente por la firma Big River, que acompaña la firma de María Belén Collati y María Julia Aiassa, en 2009 el consumo total de carne rondaba los 110 millones por habitante, aunque hace diez años el gasto de las familias en carne representaba el 62% del consumo total en carne bovina.
Con elevadas tasas de inflación y fuertes pérdidas del poder adquisitivo, el consumo es una de las variables más resentidas bajo este contexto. Para el INDEC, en septiembre pasado el consumo acusaba una baja interanual de 9% tras quince meses consecutivos de caída ininterrumpida. El consumo de carne no escapa a esta tendencia.
Si bien en los últimos años se mantuvo estable el consumo de carne, fluctuando entre los 110 y 115 kilos per cápita, resulta llamativa la baja que se proyecta para este año respecto de los niveles promedios del 2018. Para el presente año se proyecta un nivel de 110 kilos, es decir una contracción de 5 kilos respecto del nivel promedio de los últimos dos años.
El 2019 cerraría con un consumo de 51,9 kilos de carne vacuna, cifra que resulta inferior a los 5,57 kilos constatados en el 2018 y los 59,4 kilos consumidos en el 2015. Allí perdió terreno respecto a carnes alternativas como son la de pollo, ya que se mantiene un gasto de la población anual de 43,2 kilos y de cerdo que trepó a 14,6 kilos per cápita.
Consumo
El consumo de carne de pollo en la Argentina apenas superaba los 26 kilos en el 2000 y de igual forma sucedía en la oferta de cerdo que rondaba los 7,8 kilos por habitante. Hace casi dos décadas, la población mantenía un gasto anual de 65,6 kilos de carne bovina: allí la carne de vaca cedió casi 15 puntos de consumo a favor de otro tipo de proteína animal.
Esto sin duda tiene su correlato en lo que hace a los precios cárnicos, en especial de vaca y de novillos. Los datos aportados por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), reflejan que, los valores de la carne tanto vacuna como porcina en los últimos meses se ubicaron por debajo de la tasa de inflación. Sin embargo, en noviembre, se acortó la brecha debido a que los cortes de carne vacuna exhibieron un salto promedio cercano al 10% mensual. Así este tipo de carne registró un alza interanual del 55,5% en el precio minorista mientras que el pollo registró un aumento del 63,7% y el cerdo un ajuste del 52% contra las pizarras a noviembre de 2018.
Según el informe Rosgan/Big River, se estimó, con un mismo nivel de precios, que cada argentino consumió carne de pollo, cerdo y vacuna por un valor anualizado de $ 19.000, lo que implicó un gasto de $ 12.400 con la compra de carne vacuna, al que se le debe sumar también otros $ 2.900 en carne porcina y $ 3.700 en el consumo de carne del pollo.
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