Especialistas de la Asociación Civil Fertilizar precisaron que un 40% de los campos donde se produce soja en la Argentina, “no se fertilizan”, extremando los niveles de fósforo y azufre, hecho que conlleva a la pérdida potencial de unas 6 millones de toneladas de poroto que dejan de cosecharse durante cada campaña de la oleaginosa.
Así, con un rendimiento promedio de 3.000 kilos por hectárea sembrada, por no aportar nutrientes al suelo, se dejan de producir anualmente entre 1.500 a 2.000 kilos adicionales. Según los cálculos realizados por Fertilizar, atento a los valores futuros que tendrá la soja a mayo del año próximo, el productor dejaría de percibir hasta 1.400 millones de dólares por no cumplir correctamente con estas prácticas.
El presidente de Fertilizar, Jorge Bassi, dijo, “por no realizar una fertilización balanceada de los campos, se perderían hasta 6 millones de toneladas de soja en la próxima campaña, y también esto tendría su impacto en la proteína que contendrían los granos”.
Según un relevamiento realizado por Fertilizar, en el 2011 la pérdida de nutrientes en los suelos agrícolas rondaba el 43% en los campos donde se cultivaba soja, determinado esto por las fuertes limitaciones en fósforo.
Actualmente, según se indicó, dicho promedio alcanza al 66% del área sojera. Así la pérdida de nutrientes esenciales como el fósforo o el azufre en los suelos donde se cultiva soja experimentan un incremento de 13 puntos porcentuales en un plazo de ocho ciclos agrícolas. El fósforo en los suelos pasó de un nivel de 20 a 15 ppm desde el 2011: empobreciendo los suelos de manera acelerada.
Los especialistas de Fertilizar reconocen que hace una década, el agricultor argentino para cultivar una hectárea con granos gruesos utilizaba 100 kilos de fertilizantes por hectárea y actualmente dicha proporción solo alcanza una dosis de 40 kilos.
Análisis
Andrés Grasso, del Comité Técnico de Fertilizar, explicó: “Hacer un análisis del suelo en campos de soja y ajustar la dosis, ajusta un 25% de lo que se pierde por nutrientes y podemos recuperar hasta 60%, y así en rinde solo perderíamos entre un 10 a 15%. Así esa brecha de hasta 2.000 kilos de soja por hectárea (que no se cosecha por falta de una adecuada inversión en fertilizantes) se achica a casi 400 a 600 kilos”.
También el especialista Martín Díaz Zorita manifestó que “hoy en Argentina un poco más de la mitad de los lotes de soja reciben fertilizantes, pero en una insuficiente cantidad”, y señaló que la brecha de rinde en soja es cada vez mayor en dosis mejoradas más micro nutrientes como el Cinc se encuentran diferencias de hasta un 30% de rendimiento”.
Por su parte, la directora ejecutiva de la entidad, María Fernanda González Sanjuan, señaló que “el cultivo de soja es el que menos despega a nivel país en materia de rendimiento: hemos crecido en maíz y trigo, pero en soja siempre nos quedamos. En los suelos pampeanos, donde se tiene la idea que son suelos fértiles, no es tal: fuimos tomándonos licencias y hoy nos encontramos que somos totalmente dependientes de la tecnología, por los requerimientos que reportan los suelos”.
“Cuando venimos de años de monocultivo de soja, se sigue con su cultivo y allí entramos en un círculo vicioso. La decisión del productor cuando piensa en la opción soja es porque al bajarse del maíz queda la sensación de controlar el riesgo. Sembrar una hectárea de soja es más económico aunque eso no implica achicar el paquete tecnológico”, dijo Sanjuan.