Durante 2018 las exportaciones argentinas alcanzaron los 75.000 millones de dólares. Los tres principales complejos exportadores que concentraron el 54% de las exportaciones fueron: cereales y oleaginosas por 24.800 millones de dólares, automotriz por 7.900 millones de dólares y la economía del conocimiento por 6.200 millones de dólares.
De cara a mejorar la presencia nacional en el mercado internacional, habrá que seguir trabajando en la puesta en marcha de políticas que mejoren la
competitividad, y fundamentalmente reducir la presión impositiva.
Para el gobierno nacional, el crecimiento económico que requiere Argentina para consolidar su desarrollo debe ser a través de la exportación de alimentos y bienes, aunque sin desestimar la importancia que tiene el mercado interno.
Allí, el Canciller argentino Jorge Faurie aseguró a Infobae durante el Foro "Argentina Exporta" que: "El país tiene un potencial que permite diversificar la oferta exportadora", respaldado en el aporte que propone la "tecnología de punta y la "segmentación", que propone la demanda mundial de agroalimentos.
"La apertura de nuevos mercados apunta a la producción que genera el sector agropecuario local, quien hoy tiene barreras fitosanitarias, normas técnicas y limitaciones que le impiden entrar a nuevos destinos. Un chip de computadora competitivo no tiene esas restricciones, pero si las tiene el sector de agroalimentos", reconoció Faurie.
Con un total de 200 mercados actualmente abiertos en poco más de medio
centenar de países y ante la necesidad de ingresar a nuevos países, el
canciller indicó que Argentina debe consolidar "un perfil agresivo" como
exportador para 'fogonear' el crecimiento económico que requiere el país ya que, según consideró el funcionario, "la escala de productividad no cierra con 43 millones de argentinos".
"La competitividad se gana también con una conciencia del empresario, de la ganancia que hay que tener, y del trabajador bien retribuido, pero también con reglas laborales que sean razonables para poder competir con países que ni siquiera tienen. Es muy importante tener conciencia de cuáles son las condiciones de mercado en el mundo", manifestó.
Además Faurie comentó: "Argentina debe trabajar en el rubro de la producción orgánica de alimentos. El cielo es el límite. Europa, Estados Unidos o Canadá tienen el poder adquisitivo para pagar el diferencial que requiere esta producción. Tenemos que segmentar la producción según la demanda de cada mercado. Hay que animarse porque allí están las oportunidades: no hay una geografía en particular, ya que todo va a depender del producto a comercializar".
Garantías para la inversión externa
"Al que trae la plata desde el exterior hay que darle garantías, y
esto es saber que va a haber estabilidad en las medidas y también continuidad. Que el tipo de cambio va a evolucionar de una manera y que la parte impuestos va a ser tratada de otra. Tiene que tener conocimiento y claridad de cuáles van a ser las reglas de juego en el mercado argentino", aseguró Faurie.
Desde la Cancillería argentina consideran que el actual listado de 9.000 empresas exportadoras de agroalimentos con que cuenta el país, resulta aún escaso para el potencial que tiene la producción local
Por ello se recomienda a las firmas del interior a "golpear puertas" en el ámbito oficial para ofrecer sus productos: "El que haga semillas de girasol, tiene muchas puertas que tocar, primero en las direcciones provinciales de comercio exterior, que a través de la Cancillería permitirá conectarse con nodos en las embajadas. Y la gestión de financiamiento a través del BICE o el Banco Nación para llegar a países como Vietnam", explicó Faurie.
Desde el ministerio de Relaciones Exteriores, se indicó que más allá de la
"paleta de productos" que actualmente se colocan en China, también surgen otras alternativas a evaluar como son India, con un mercado de 1.400 millones de habitantes en el sudeste asiático, con la oferta de semillas, vacunas, maquinaria y todo tipo de equipamiento.
Sin embargo, el canciller argentino reconoció que "el país puede diversificar su oferta exportable y no ser solo un proveedor eficiente de commodities
agropecuarios: eso es una parte, ya que hay que seguir agregándole valor a
esa producción. Durante años hemos estado muy centrados en nuestro
mercado interno, que es muy importante y es una referencia enorme, pero hay que tener en cuenta que no crecen las economías basadas solo en su
consumo interno".
"La competitividad está determinada a una escala mundial. Cuando se hace un producto en Argentina, hay alguien que también está haciéndolo en otro lugar. Por ello, hay que determinar cuál producto debe venderse y en qué
condiciones, teniendo en cuenta que la escala de productividad no cierra con 43 millones de argentinos. Tenemos que tener un mercado mucho más amplio, y ese mercado es el mundo", explicó.