El precio de la hacienda en el Mercado de Liniers exhibió un incremento del 27% en las primeras siete semanas del 2019, que ya está siendo trasladado a la cadena comercial. A pesar de esta situación, el efecto del aumento en las carnicerías y góndolas podría atenuarse debido a la caída que ofrece el poder adquisitivo de la población y su restricción a avalar subas en los consumos.
Según expresó Fernando Gil, consultor ganadero de Agroideas, en diálogo con Infobae: “En enero pasado, los valores de la hacienda bovina de consumo subieron un 15% y recuperó así la pérdida que tuvo durante el 2018, y esta sigue subiendo dado que en los primeros doce días de febrero aumentó entre un 10 y 12%. Esto pone de nuevo en carrera al valor que propone la carne vacuna con una amplia competitividad respecto de los insumos dolarizados, como maíz o fertilizantes”.
Con un valor actual de $ 65 a $ 70 por kilo/vivo pagado en los corrales de Liniers, Gil consignó que el alza en los valores bovinos “indefectiblemente será trasladada a los consumidores y mostradores. Sin embargo, hay que ver hasta dónde se puede o no absorber la suba que experimentó la hacienda. Lo mismo pasó en el 2018, cuando a lo largo del año el precio de la hacienda fue perdiendo poder adquisitivo, y luego subió de golpe en pocas semanas”, expresó.
La suba de precios era esperada desde hace meses por el sector ganadero, especialmente por los productores dedicados al engorde y la cría. En este caso se debió a la menor oferta de animales que exhibe el mercado ganadero con una exportación que demanda materia prima, la movilidad que ofrece la temporada estival y los problemas climáticos que siempre alteran el normal desempeño del sector.
Un 2018, con estabilidad de precios
Hasta el cierre del 2018, la marcada estabilidad en los precios se extendió casi por el término de dos años, donde los más perjudicados en el negocio cárnico eran los criadores que estuvieron desalentados en materia de precios para colocar sus animales. Sólo durante la segunda parte del año pasado apareció una fuerte demanda externa, que se vio frenada a partir de septiembre pasado por la imposición de retenciones a la exportación cárnica.
La caída de la rentabilidad en las ventas al exterior volvió a entorpecer las posibilidades de lograr mejores números en la comercialización de carne vacuna al mercado doméstico, además de la inflación y la suba de tarifas, que disminuyen las posibilidades de lograr un desarrollo mayor.
Para la cadena cárnica local, según explicó Fernando Gil, “la mejora en los precios ganaderos permite una mayor utilización de recursos para la compra de insumos dolarizados, tales como alimentación o fertilizantes para pasturas, con un sector privado que padece la falta de financiamiento por altas tasas de interés. Por ello, ahora una estabilización de precios será ventajoso para todos los eslabones de la cadena cárnica”, dijo.
Más allá de esto, el consultor señaló que se enciende una “luz amarilla de alerta”, debido al incremento que experimentó el porcentaje de vacas con posibilidades de reproducirse que se destinan a faena, a instancia de los destacados precios que reportan las vacas. Dicho índice pasó del 45% al cierre del 2018 a un actual 48%, lo que a futuro podría traer una abrupta suba de precios, como ya ocurrió años atrás en el mercado ganadero por falta de hembras para incrementar el rodeo vacuno.