Un trabajo elaborado por los economistas de la Fundación Mediterránea, Juan Manuel Garzón y Valentina Rossetti, refleja que en el negocio porcino existen algunos elementos “para ser optimistas”, con una actividad económica que podría mostrar signos de recuperación, fortaleciéndose el consumo y las exportaciones. Esto se mide después de un 2018 con complicaciones para el productor.
Se trata de una cadena que viene mostrando en los últimos tiempos un aumento de la producción. El año pasado el incremento fue del 10% anual, lo que necesita de un mercado interno que pueda absorber volúmenes adicionales sin que haya un impacto muy fuerte en los precios. Los economistas recordaron que para las granjas y la cadena en su conjunto, el mercado interno “es por ahora y en el futuro cercano, todo o casi todo, porque más del 95% de la carne que se produjo el año pasado se colocó y consumió fronteras adentro".
En 2018 la actividad porcina enfrentó un contexto económico adverso que impactó negativamente en los márgenes del negocio, por el menor nivel de actividad y una moneda que tuvo fuertes saltos devaluatorios.
Los especialistas realizaron un estudio de dos granjas de producción intensiva de cerdos, de 250 y 500 madres, que son de baja productividad y que en 2018 obtuvieron márgenes negativos. Por cada kilo de capón que produjeron y comercializaron, los productores perdieron en promedio $3,90 y $2,10 respectivamente. Estas mismas granjas habían registrado márgenes positivos en 2017 y 2016.
Una situación diferente se registró en dos granjas de alta productividad, también de 250 y 500 madres, donde los resultados obtenidos fueron positivos, entre $2,50 y $3,80, aunque con una caída si se compara con los resultados que se registraron en los dos años anteriores. En dichos establecimientos el ajuste de márgenes en 2017 fue de un 74% y un 65% respectivamente.
Los meses más críticos para las granjas habrían sido los del invierno. Durante ese período, se encuentran márgenes negativos incluso en las granjas más eficientes
Según los economistas, "con la llegada de la primavera, los números de la actividad mejoraron, observándose un cambio de tendencia. En efecto, el cuarto trimestre trajo buenas noticias, con ingresos que crecieron claramente por encima de los costos, 17,4% vs 3,3%”.
Además afectaron al negocio los saldos técnicos del IVA a favor del contribuyente y el costo financiero asociado al uso de capital de terceros. Con la recuperación de los márgenes observada hacia fines de año y con la entrada en vigencia de la baja del IVA en operaciones de compra venta de soja y derivados en enero de este año, la incidencia del problema del IVA habría disminuido, aunque los saldos negativos podrían continuar en algunos casos.
Según los economistas, el 2019 se presenta para el negocio porcino con algunos elementos “para ser optimistas”: sostienen que “la macro debería mejorar respecto del 2018, los salarios mantener o incluso mejorar su poder de compra, la inflación continuar su proceso de ‘normalización’, las tasas de interés bajar algunos peldaños y el tipo de cambio reducir su volatilidad. El consumo interno debiera fortalecerse respecto del año pasado, al igual que las exportaciones”.
Por último, para los especialistas de la Fundación Mediterránea otro aspecto que puede resultar favorable para la actividad porcina es el cambio en el ciclo ganadero. “En enero hubo un fuerte aumento en los precios de la hacienda, un factor que puede ser el disparador de un cambio del ciclo, del paso hacia una situación con menor liquidación de hembras y por ende menor oferta de carne al mercado interno”, explicaron Rossetti y Garzón.