El presidente del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Juan Balbín, visitó lo estudios de Infobae y analizó la actualidad del organismo y se refirió al debate que comenzó en la Cámara de Diputados de la Nación para la modificación de la actual Ley de Semillas.
A continuación la entrevista con Juan Balbín:
-Por estos días se está hablando mucho de la reducción del gasto público. En este escenario ¿Cómo está trabajando el INTA para ser más eficiente y estar más cerca del productor?
JB: La pregunta del millón. Es nuestro desafío. Estamos en eso, iniciando una nueva etapa de cuatro años de cartera y de investigación, y dentro de eso, hemos definido dos grandes rubros. Por un lado, estamos trabajando en un concepto de detectar problemas, priorizarlos, y una vez que los tenemos priorizados y escalados, generar los equipos de trabajo para poder encararlos.
Esto es distinto a lo que estaba trabajando el INTA hasta ahora, pero tiene un foco muy claro en el productor, en toda la agroindustria y en detectar esas necesidades y en trabajar acorde a soluciones tecnológicas de esas necesidades.
El otro gran concepto, es que vamos a seguir haciendo lo que estamos haciendo bien, vamos a dejar de hacer cosas que la tecnología ha tornado obsoletas, por ejemplo hay regiones que han mutado a otros cultivos, entonces tenemos que rápidamente adaptarnos a esas realidades. Hay cosas que no estamos haciendo que tenemos que afrontar, y eso en una coyuntura restrictiva se hace en base a dejar de hacer y hacer cosas nuevas.
-¿Cuáles son los principales problemas que se han detectado y como ustedes están tratando de adaptar al INTA a un escenario de nuevas tecnologías que vienen avanzando a paso firme y buscando una transformación en todo lo que es el desarrollo de la producción agropecuaria?
JB: Hicimos un trabajo con CIPPEC, para ordenarlo y hacerlo muy prolijo. Hoy tenemos detectados 254 problemas, de los cuales no vamos a atender a más de 100, por eso vienen las priorizaciones. Esa priorización la vamos a hacer en una matriz, ya llevamos la segunda o tercera, es todo un trabajo interno muy grande que está haciendo el INTA de ver cómo prioriza, y no sólo, como prioriza sino como interactúa con otros actores, como Conicet, universidades, y la parte privada.
Hay que enlazar la investigación porque los recursos son escasos y tenemos que ver como esos recursos logran la mayor eficiencia posible y no solaparnos en muchísimas investigaciones que otros actores están haciendo y a lo mejor estamos haciendo lo mismo, replicado una o dos veces. Ese es el gran desafío que tenemos, y también mirar un poco la oferta que hay de otros sectores, vamos a priorizar los lugares donde estamos solos. En economías regionales donde la necesidad de estos saltos tecnológicos son claves, y donde tengamos otros actores privados o públicos interactuando, vamos a ver como coordinamos eso. Es como dos planes distintos en la priorización, ese es nuestro desafío hoy.
– Recién mencionabas un salto tecnológico y ubicarse en lugares donde estén solos para mejorar la competitividad. Eso me hace pensar en la Ley de Semillas. ¿Cómo está empujando el Instituto ese tema? ¿Cuál es tu opinión personal?
JB: No es que al estar solos, seamos más competitivos, es de dar respuestas a economías que de otra manera no las tiene. Tenemos un enorme ejemplo con Tomate 2000, se hace en San Juan y Mendoza en una articulación entre productor, industria y mercado y hoy hemos duplicado la productividad y ordenado toda la cadena.
INTA aporta en la parte tecnológica en lo que son materiales, variedades, pero aparte fue el que de alguna manera ayudó a sentarse en la mesa y a coordinar una cadena que tiene una lógica totalmente distinta a la que tenía. Eso también es parte de nuestro esfuerzo, cómo generamos una coordinación en actividades dispersas.
Estamos también en una mesa de nuez pecán, además de trabajar en el tema de ajo, en ver cómo no desperdiciar esfuerzos y generar contratos que permitan interactuar la producción con la industria. Muchas veces los precios subían, se sobresembraba una determinada actividad, se destruían los precios al año siguiente, entonces un año perdía la industria, el otro año, el productor.
Con respecto a Ley de Semillas, creo que estamos viviendo un cambio muy importante y por eso, tomé un protagonismo distinto. El INTA, en toda esta discusión, vemos claramente que hoy cualquier mejoramiento genético en cualquier actividad desde forestales en clones de bit, veníamos de una genómica básica bastante artesanal y vamos a un paso mucho más tecnificado, mucho más caro y con una necesidad muy grande de insumos para poder producir. Esa carrera la está corriendo el mundo, no somos solos y ahí donde nos damos cuenta que si no tenemos estabilidad, y no tenemos ingresos que vuelvan de alguna manera al sistema de investigación, vamos a perder esa carrera.
Hoy, hasta en las investigaciones más sencillas, por decirte, zanahoria, lechuga, tiene una tecnología con marcadores moleculares, edición génica, con infinidad de actores que están actuando y aceleran los procesos de una forma tal que la investigación básica o tradicional que durante 20 o 30 años. Como Instituto nosotros u otros institutos han hecho, hoy queda sujeta a una inversión mucho más alta, y ahí es clave tener una propiedad intelectual que después verán los legisladores cuál es o cuál es el camino.
Lo que quiero poner en valor acá, es que necesitamos un flujo de inversión y un flujo monetario que alimente una realidad tecnológica totalmente distinta a lo que fue hace 110 años.
-¿Cómo queda la situación de los transgénicos? ¿Cuál es la opinión del INTA en cuanto a si siguen trayendo soluciones o si se han amesetado y ahí te linkeo con lo que es la edición génica?
JB: La transgénesis viene por un camino lento porque tiene que pasar por aprobaciones, por institutos y después los países consumidores también la tienen que aprobar, eso está llevando tiempo. Pero las irrupciones transgénicas tienen un impacto grande y creo que van a seguir de alguna manera.
Falta por ejemplo todo lo que es la eficiencia en la fotosíntesis, ese salto en algún momento se va a dar, y vamos a pasar a transformar más glucosa con menos agua y con menos luz y eso va hacer por transgénesis, pero ahora se suma a lo que era la mutagénesis o todo lo que era las herramientas clásicas de mejoramiento genético. La edición génica que es una herramienta clave, nos va a posibilitar que en determinados genes poder obtener productos nuevos con características distintas dentro del mismo genoma.
Lo que estás haciendo es silenciando la parte de un gen y ese silenciamiento te permite cambiar una determinada característica que puede ser desde un color de una flor hasta una leche maternizada en un bovino, o un producto que nosotros y tenemos hoy es haber silenciado la proteína que oxida la papa, y tener una papa que no se oxide, eso parece para Doña Rosa algo menor, pero para la industria le permite almacenar papa cuatro o cinco meses y después procesarla en papa frita, bastones, en infinidad de productos nos da oportunidades.
-Vuelvo al tema de la Ley de Semillas. De las iniciativas que hoy están presentadas en la Cámara de Diputados, ¿Cuáles de esas propuestas reúnen las necesidades que tiene el INTA o ustedes están avalando el acuerdo entre el sector de la producción, la industria semillera y la Secretaría de Agroindustria?
JB: Para nosotros como Instituto público es complejo apoyar una u otra iniciativa. Si planteamos la necesidad de tener una Ley que resguarde de alguna manera al obtentor y que le permita reciclar parte de los ingresos y que vuelvan a la parte de investigación en un provecho.
Acá quiero mencionar un tema que tenemos que tratar a nivel país y es estratégico que son los bancos de germoplasma. INTA tiene el 93% de los bancos de germoplasma del país y son un recurso estratégico que tenemos que preservar y tenemos que pensarlo a futuro, para los próximos 30 o 40 años con un concepto distinto al que estamos hoy.
Me parece que parte de la Ley de semillas también hay que ver como resguarda ese banco de germoplasma y nos permite de alguna manera estar tranquilos en lo que es toda la preservación, no sólo que tuvimos o hicimos hasta ahora, sino también de la posibilidad de todos los recursos fitogenéticos de las provincias, que ese es otro tema que estamos trabajando.
Hoy un recurso fitogenético nativo es propiedad de las provincias. Por la Constitución, tenemos una ley que los preserva y nosotros como INTA hoy estamos generando por ejemplo, domesticando materiales de flores, patentándolos, dando el 50% de esa patente a la provincia y hoy tenemos cuatro materiales, dos en Estados Unidos y dos en Japón, vendiéndose y comercializándose como si fuera un trigo.
– ¿Y el INTA percibe ingresos por eso?
JB: Si, el 50% de los ingresos van al INTA y una vez que entran al INTA, una parte de eso va directamente al grupo de investigadores.
Infobae: ¿O sea que hoy el INTA percibe ingresos de otros países y no de Argentina?
JB: En eso estamos en una paradoja muy grande, porque el 90% de los ingresos que tiene hoy el INTA de todo lo que significa las mejoras genéticas vienen de Brasil y de otros países y no de nuestro país. En Argentina, tenemos algunos convenios donde si ingresa, pero ingresa poquísimo.
– Qué desafío adecuar la producción agropecuaria a los cambios tecnológicos y además, en una situación económica muy compleja de Argentina, el Estado necesita achicarse y ustedes deben ser más eficientes.
JB: Hasta ahora se pudo hacer, pero hoy con el avance tecnológico que hay, querer estar a nivel internacional con los recursos que tenemos y sin tener una retro alimentación de la parte de los obtenciones, va a hacer muy complejo, porque las herramientas que estamos pudiendo usar hoy tienen una complejidad y un costo hasta de obsolescencia.
– En Europa están tratando la edición génica como transgénico y eso va a originar que inversiones europeas puedan venir al continente americano, a Estados Unidos principalmente o a Argentina.
JB: Ahí tenemos que proteger ese tipo de desarrollos, y hoy, una cosa que por un lado es una mala noticia que fue que Europa considerara la edición génica una transgénesis, es una enorme oportunidad para poder atraer inversiones de todo el sistema científico europeo que no se va a poder instalar en Europa y a algún lado va a ir, parte es Estados Unidos, Chile también y nosotros tenemos que ser astutos como nos asociamos y captamos parte de esa investigación. Me parece que es una oportunidad única.