Mendoza era conocida, por lejos, como la provincia líder en la producción olivícola argentina y hasta era observada en la región como una de las zonas que mayor interés despertaba en los inversores. ¿Qué sucedió para que "la tierra del sol y del buen vino" pase al cuarto lugar del ranking nacional y con posibilidades de seguir cayendo?
Los factores son varios: los altos costos que expulsan a los productores de la actividad o bien, los obligan a emigrar a otras provincias; el cambio generacional en el que los hijos de los chacareros tradicionales buscan inversiones con más rápidas ganancias; y la venta de las fincas a emprendimientos inmobiliarios ante la falta de rentabilidad del sector.
"Hasta 1980, Mendoza era la número uno en la actividad olivícola. Hoy estamos en el cuarto puesto. San Juan, La Rioja y Catamarca nos preceden. Con suerte, nos quedan unas 13.500 hectáreas, las mismas que cuando comenzó el desarrollo de la actividad, después de haber alcanzado las 19.000″, explicó el presidente de la Asociación Olivícola de Mendoza (Asolmen), Luis Armando Mansur.
En diálogo con Infobae, el dirigente se lamentó que "debido a la crisis del sector vitivinícola, la erradicación de explotaciones hacia otras provincias es muy grande. Hubo una transferencia importante de recursos de los viñedos a los olivos: cuando una actividad no andaba bien, la otra la apoyaba".
Mansur señala que, a pesar de que la vitivinicultura registró en 2017 un crecimiento del 25%, los productores de vino entrarán en crisis pronto por exceso de stock y que eso, perjudicará la fuerte concentración en grandes empresas bodegueras. “Esto es un sentencia de muerte para ambos sectores”
Costos por las nubes
Según Mansur, la industria está pasando momentos muy difíciles. "Tenemos precios internacionales pero gastos nacionales. Mejoró el panorama con la suba del dólar de las últimas semanas pero el llamado 'costo argentino' lo absorbió. Esa pequeña ventaja que podríamos haber recuperado, ya la perdimos de antemano por la presión fiscal que tiene toda la cadena".
Un 30% de la producción olivícola se destina para consumo interno y el otro 70% se exporta. No obstante, por la caída de un 40% en la última campaña en comparación al año pasado, quedará un saldo exportable de 12.000 toneladas
"Nosotros somos electro dependientes porque tenemos que extraer el agua para los sistemas de riego a través del uso de perforaciones y luego distribuirlos por medio de bombas", detalló Mansur. En ese sentido, se quejó porque según denunció, "nosotros pagamos impuestos muy altos en los servicios. El 33% de la tarifa eléctrica está compuesta por diferentes tasas". Además agregó: "Estamos perdiendo los subsidios en el riego agrícola que permitía una tarifa especial en el sector rural".
Una vez sorteados los costos internos, vienen los gastos relacionados a los fletes para vender al exterior. Sucede que, como en todas las economías regionales, "el flete nacional es más que caro que uno internacional", se quejó Mansur. "Pagamos USD 2.240 para poner un contenedor en el puerto de Buenos Aires o Valparaíso (Chile); mientras que un contenedor desde San Francisco (Córdoba) a China cuesta casi USD 900. Estos factores no nos permiten ser competitivos con el mundo", lamentó.
Barrios privados
El enólogo especialista en aceite de oliva, Gabriel Guardia, conversó con Infobae y planteó un escenario desalentador para el futuro inmediato del sector. "Los productores empiezan a dejar la actividad por falta de rentabilidad, y esas tierras están ubicadas en zonas muy buscadas para los desarrollos residenciales, porque están cerca de las urbanizaciones y los servicios; son lotes que en su momento no valían nada, y hoy para el mercado inmobiliario tienen un alto valor de mercado", señaló.
Guardia es encargado de planta de Laur, la olivícola más antigua de la Argentina con más de 110 años de vida. "Como gerente de una planta de producción de aceite, tengo que salir a comprar aceitunas y cada año que pasa, consigo menos cantidad. Los productores más antiguos a los que les compraba van vendiendo sus fincas, y no me queda otra que comprarle a los colegas de San Juan", explicó el especialista.
El enólogo recuerda que "Mendoza es una provincia productora de oliva, aceituna, tomate, manzana, nueces, almendras, duraznos. Con las políticas públicas de los últimos 15 años se destruyó la producción. Se fue perdiendo el mercado del ajo que se exportaba a Brasil en manos de los chinos. Tunuyán era la capital de la manzana, hasta se producía sidra, y terminó desapareciendo".
Según datos del sector, más del 90% de los productores mendocinos explotan menos de cinco hectáreas, en promedio. Se trata de alrededor de 3.500 productores chicos. En los últimos tres años, salieron de la actividad un 30%
Guardia afirma que "los campos no se alquilan porque la actividad no es rentable. Si tuviéramos una política que acompañe, la gente se pelearía por cuidar su pedacito de tierra".
"En San Juan, Catamarca y La Rioja, y ahora Neuquén, los gobiernos están preocupados ayudando a que el inversor se anime a implantar olivos. Entonces se pueden encontrar grandes plantaciones, eficientes, intensivas, con riego por goteo, y cosecha mecánica; entonces ahí sí pueden competir", dijo el gerenciador y agregó: "Nadie quiere subsidios, pero sí se necesita una política de ayuda al productor".
Infobae también dialogó con el titular de la Cámara Olivícola de Mendoza, Juan Carlos García Zuloaga, quien señaló que en su provincia "hay una escasez muy grande de vivienda. El pago que se hace por el valor de la tierra es muy superior al que tiene el lote para cultivo, por el hecho de que si no se lo cuidó para su explotación, no vale nada".
El dirigente argumenta que "nadie produce cuando no es conveniente, sobre todo teniendo en cuenta que mantener enormes cantidades de tierra tiene un costo muy elevado. Hay productores que dejan que los olivos se sequen porque ya no les conviene cosechar y las tierras valen muy poco".
Guardia recuerda que la situación se torna aún más preocupante cuando "los productores que terminan entregando sus tierras a emprendimientos inmobiliarios, también venden la leña de los olivos talados para los hornos de los fabricantes de ladrillos. Estamos hablando de 100 años de historia de un olivar que en dos días fue devastado por la topadora y no queda uno solo en pie".
Mansur toca otro punto sensible: "El otro gran problema de la industria es el cambio generacional. Los nuevos gerenciadores quieren resultados inmediatos. En este momento la olivicultura no se los está dando, y están dejando la actividad; y las tierras las termina vendiendo a emprendimientos urbanísticos para hacer barrios privados", afirmó.
Cambio generacional
"Tenemos que replantearnos la olivicultura. El método tradicional con 100 plantas por hectárea con riego superficial es inviable y ya no es sostenible en el tiempo. Tenemos que reconvertirnos para incentivar a las nuevas generaciones a seguir en el negocio, porque sucederá que los que salgan terminarán vendiendo las tierras", asegura Mansur.
García Zuloaga coincidió con el representante industrial y aportó: "El mayor problema es que el hijo de un productor que está en pérdida no quiere seguir los pasos de su padre o el viejo productor no quiere dejarle en herencia un fracaso. La mayoría de los productores olivícolas mendocinos tienen más de 60 años. No hay productores jóvenes porque no les interesa".
Guardia agregó que "con la emigración de los productores, Mendoza está perdiendo su cultura de trabajo. Todos en la provincia alguna vez hemos cosechado uvas, aceitunas, conocemos el ciclo natural de los cultivos. Hoy es cada vez más difícil conseguir mano de obra para la cosecha. Se están olvidando las raíces de Mendoza".
Olivos argentinos en el mundo
Víctor Tomaselli es técnico olivícola de la Dirección de Gestión Territorial, dependiente de la Subsecretaría de Agricultura Familiar del Ministerio de Agroindustria. En un artículo publicado en la revista digital "Agrarian Sciences" de marzo pasado, el especialista afirmó que "la olivicultura en Argentina está pasando momentos muy difíciles".
Tomaselli explicó que nuestro país ocupa un lugar muy pequeño dentro de la producción mundial. Es décimo en aceite de oliva y octavo en aceitunas de mesa. El total estimado de hectáreas plantadas era para 2012 de 105.000, de las cuales un 50% está destinado a variedades aceiteras, un 30% a variedades de aceitunas de mesa y un 20% a variedades denominadas "doble propósito".
De esa superficie la producción total de aceite ronda entre 25.000 y 32.000 toneladas, según el año.
El consumo interno gira en torno a las 6.000 toneladas. El resto se exporta
Pero los productores se encuentran con una competencia difícil de superar: los precios internacionales. Guardia explicó que "Egipto le vende la aceituna a Brasil a un precio con el que nosotros no podemos competir. Para ser rentables tenemos que vender a USD 2,50 la botella de medio litro cuando el promedio de precio de venta en el exterior es de USD 2,15. Sin embargo, hoy los costos son tan altos que no podemos llegar a un valor más bajo".
Sobre Egipto, Mansur recordó que la Argentina se vio perjudicada por el Tratado de Libre Comercio con el Mercosur, pero en este caso por la aceituna de conserva. "Hace seis años el país africano tenía una participación en las exportaciones a Brasil del 1% y hoy alcanzó el 25% de ese mercado. Esa es la porción que perdió nuestro país frente a los egipcios", remarcó el dirigente.
El titular de Asolmen también apuntó contra el futuro acuerdo del bloque regional con la Unión Europea. "Dejaron afuera a las aceitunas de los denominados productos sensibles y se está negociando por el aceite de oliva, pero las cifras serán muy reducidas", sostuvo.
Mercado Interno
Desde la localidad de Maipú, Guardia lamentó que en el mercado interno se pague tanto por disfrutar las bondades del aceite de oliva nacional. Para el enólogo, hasta el año pasado el consumo fue de 200 cm3 por habitante por año, cuando en España ese promedio es de 50 litros.
El problema es que este producto llega muy alto a la góndola del supermercado. De fábrica sale a $80 la botella de medio litro y se vende a $170. Es un producto que no todos pueden consumir
García Zuloaga advirtió que "el año pasado, producir un kilo de aceituna de la especie arauco salía $8, preparar la conserva y envasarla llevaba ese valor a los $14, al tiempo que los supermercados vendían ese mismo kilo a $200. De 14 a 200, ¿quién se queda con esa diferencia?", se preguntó.
El representante de la producción apuntó que "la mayoría de los industriales no produce ni siquiera el 10% de lo que elabora, ni les interesa hacerlo. Prefieren que sea el productor el que corra el riesgo del granizo, las heladas y todas las contingencias climáticas. Y si no puede cosechar, le compran a otro".
El titular de la Cámara Olivícola va más allá y sostiene que "existe un roce entre la producción y la industria. Los industriales pretenden productores que vendan aceitunas muy baratas para mantener los precios de sus aceites. Ante esta situación cada vez más acuciante, el productor se plantea: tengo el costo de adquisición de la tierra, hay que mantenerlo, y después tengo que vender la aceituna a menos de lo que me cuesta producirla, entonces no me interesa ni tener la tierra. Y eso es lo más fuerte que está pasando".
Sin embargo, García Zuloaga pone blanco sobre negro: "El agua también le llegó al cuello al industrial, porque se quedó sin márgenes para exigirle más al productor y ahora ambos están corriendo juntos, y a los dos se los comió la cadena de comercialización, que no tiene ningún control del Estado".
Del lado de los industriales, Mansur hace escuchar su voz. "Le pedimos al gobierno nacional y también al provincial que tengan un poco de sensibilidad, y traten de proteger al primer eslabón que es el productor, porque sin productor no hay industria. Los productores son los más perjudicados".