La industria del automóvil esperaba la reglamentación del Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI) del viernes con enorme expectativa luego de haber quedado afuera en la reglamentación general aprobada con la Ley Bases del 28 de junio. Esto fue debido a que había un segundo camino para tomar, el de ir por el apartado de “Tecnología”, que sí estaba entre los sectores alcanzados por el programa del gobierno diseñado por Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado.
Si bien es cierto que un auto es tecnología en sí mismo y que dentro de un vehículo existen muchos tipos diferentes de tecnologías, los beneficios fiscales para captar inversiones que pretende promover la administración del presidente Javier Milei, tienen por objeto la innovación tecnológica y no la tecnología existente.
Movilidad tecnológica
Por esa razón, en la reglamentación se especifica que podrán acogerse al programa aquellos proyectos relacionados con “Movilidad en base a nuevas tecnologías de motorización y tecnologías de transición energética”.
Esta descripción contempla, básicamente, a los autos 100% eléctricos (BEV por Battery electric vehicle), y a los híbridos en cualquiera de sus formas, tanto los micro híbridos (MHEV por mild-hybrid electric vehicle), los híbridos enchufables (PHEV por Plug-in hybrid electric vehicle) y los híbridos convencionales o autorecargables (HEV por hybrid electric vehicle).
También podrían entrar al RIGI otros proyectos relacionados al mundo del automóvil como los autos que funcionan con combustibles electrónicos o de laboratorio, los famosos e-fuels, o aquellos que se propulsan por hidrógeno, tanto si fueran por inyección directa en los cilindros de un motor de combustión como a través del sistema de pila de combustible de hidrógeno que actúa sobre un motor eléctrico.
Sin embargo, el ambos casos, habría que separar la producción del combustible de la producción del auto, a menos que todo sea parte de un ecosistema como sucede en Chile con la planta de e-fuels Haru Oni que está instalada en Punta Arenas, todo el proyecto sea una inversión en conjunto como allí ocurre con Siemens Energy, Enel y Porsche, ya que esos combustibles, en principio, serán utilizados únicamente por la marca alemana.
Más allá de este tipo de detalles sobre proyectos sobre los que todavía no hay interesados manifiestos, en cualquier caso hay un modo de aplicación común para todas las inversiones en tecnología en las que podría entrar la industria automotriz, tanto la nacional actual como las eventuales que pudieran llegar en el futuro.
En cualquier caso hay dos años de plazo a partir de la aprobación de la Ley Bases para inscribir un proyecto en el RIGI. Es decir que hasta el 28 de junio de 2026, las terminales argentinas o las compañías extranjeras que estén interesadas en hacer inversiones para electromovilidad o movilidad sustentable, tienen tiempo para elaborar sus proyectos.
Inversión y plazos
Las inversiones deben ser de al menos 200 millones de dólares y no tienen límite hacia arriba, pero el 40% de la inversión que comprometan, es decir un mínimo de 80 millones de dólares, debe hacerse como máximo a los dos años de haberse aprobado el proyecto por parte del gobierno argentino. Si se tratara de una inversión de una compañía extranjera, es condición para ser aceptado en el RIGI, que al menos un 20% de los componentes del producto que se fabricará, sean de origen argentino.
Aunque podría haber empresas que sólo pretendan hacer una inversión para fabricar una parte de un vehículo, el RIGI se aplicaría también al auto completo si el proyecto tuviera ese alcance.
Aunque podría haber empresas que sólo pretendan hacer una inversión para fabricar una parte de un vehículo, como podría ser sólo la batería de iones de litio o las celdas para construir las baterías, el RIGI se aplicaría también al auto completo si el proyecto tuviera ese alcance.
Para ejemplificarlo, si una terminal argentina decidiera hacer un nuevo modelo híbrido en el país, todo el auto en su conjunto estaría alcanzado por el programa de incentivos del gobierno y no sólo los componentes que conforman la tecnología sustentable del vehículo.
Esto podría permitir que Argentina reciba, por ejemplo, proyectos que hasta hoy sólo se podían radicar con beneficios impositivos en Brasil a través del programa MoVer (Movilidad Verde). Actualmente, tanto Toyota como Ford ya traen al mercado argentino modelos híbridos, mientras que Stellantis con todas sus marcas, Volkswagen, Nissan y Renault, tienen proyectadas inversiones en modelos híbridos para los próximos años.
Lo que viene
En los próximos seis meses se anunciará la llegada de un nuevo modelo de Toyota que sume las propuestas híbridas actuales del Corolla y Corolla Cross. Se trata del Yaris Cross, un B-SUV que se fabricará en Brasil para ambos mercados. Con un programa de incentivos como el RIGI, quizás este tipo de proyectos podría haberse radicado en Argentina. Sin embargo, el gran diferencial podría estar en los modelos que actualmente se producen localmente y que se exportan al vecino país: las pick-up. No es novedad que tanto la Hilux de Toyota como la Ranger de Ford, pronto tendrán una versión híbrida. Algo similar ha confirmado Volkswagen Argentina respecto a su camioneta recientemente actualizada, la popular Amarok. Acaso este sea el gran beneficio que el RIGI ofrezca a la industria automotriz argentina actual.
Si bien el modelo del programa brasileño es diferente porque también financia parte de las inversiones de las automotrices en su país, el RIGI tiene otras ventajas como el plazo de 30 años con las mismas condiciones, que le permiten a Argentina ser una buena alternativa para captar inversiones.
De todos modos, en una segunda etapa, el gobierno argentino deberá mejorar la competitividad de las exportaciones del sector con una baja de impuestos a la producción, que actualmente es casi el doble que las que tiene Brasil. Cualquier programa de electromovilidad, sea híbrido, eléctrico puro o de componentes específicos de esta tecnología, requiere una escala de producción y una apertura a otros mercados que justifiquen la inversión. Brasil tiene un mercado cuatro veces más grande que Argentina, con lo cual, entre lo propio y lo que nos vende, tiene asegurada esa escala. Es el segundo desafío que debe enfrentar el gobierno para que en el plazo de estos próximos dos años, haya verdadero interés en entrar al RIGI por parte de la industria del automóvil.