“Más allá de la velocidad con la que se desarrolle, que probablemente sea menor a la que se imaginaba, creo que el mundo va a terminar yendo hacia la electromovilidad”, la frase la dijo Marcellus Puig, Presidente de Volkswagen Argentina a Infobae hace pocas horas, dentro de una extensa entrevista que tocó todos los temas, los de la propia marca, los de la industria automotriz en general y las cosas por venir en el mundo del auto.
Efectivamente, la velocidad con la que se había proyectado el crecimiento del mercado mundial hacia los autos eléctricos se ha ralentizado. Las razones son conocidas y sólo basta enumerarlas sin profundizar por esa misma razón. Son un 40% más costosos que un auto similar convencional, tienen una autonomía limitada en kilómetros pero también en tiempos de recarga, carecen de una infraestructura de carga adecuada a nivel global y perdieron los beneficios que daban los gobiernos a través de bonificaciones o subvenciones en casi todos los países donde se estaban desarrollando más rápidamente.
El derrame de esta situación cambia el mapa para todos los actores, no sólo para los fabricantes de autos, sino para toda la cadena, que llega hasta los talleres mecánicos y las estaciones de servicio. Todo un ecosistema queda en “stand-by” ante este amesetamiento que se está viviendo en las ventas de autos eléctricos en los países más desarrollados del mundo.
Las terminales automotrices ya han empezado a reprogramar sus inversiones y más allá de frenar la producción de autos a batería, están volcándose hacia los híbridos, que parecen ser el camino perfecto para esta transición. Los fabricantes de baterías están reformulando sus proyectos, en algunos casos parando obras que estaban iniciadas y en otros, cambiando el producto que elaboran, como es el caso de la francesa Valeo.
Las rentadoras de autos como Hertz, una referencia mundial, decidieron poner en venta un 20% de su parque de autos eléctricos y reemplazarlos por otros con motor de combustión interna. Los talleres mecánicos son probablemente los menos afectados de toda la cadena porque todavía hay millones de autos térmicos en el mundo, pero algunos que habían decidido invertir en electromovilidad y quizás tengan que esperar un tiempo para ver los resultados.
Pero en el caso de las estaciones de servicio, quizás el escenario sea un poco más complejo. De hecho, una mirada en retrospectiva del AMBA (área metropolitana de Buenos Aires), permite apreciar como en casi todas las regiones, muchas estaciones de servicio cerraron y dieron espacio para la construcción de grandes edificios o complejos habitacionales gracias a la superficie en metros cuadrados que ocupaban las estaciones. La rentabilidad del combustible ha bajado y parece ser un mejor negiocio el terreno y evitar un costo alto con beneficios cada vez menores.
Un estudio de Boston Consulting Group (BCG) ha develado tres escenarios diferentes para el futuro de la adopción de vehículos eléctricos y sus profundas implicaciones para la industria minorista de combustible hacia 2035.
The EV Opportunity for Fuel Retailers (La oportunidad de los vehículos eléctricos para los minoristas de combustible) evalúa tres escenarios posibles y el modo en que los expendedores de gasolina y diésel actuales ante el advenimiento de un nuevo modo de propulsar los autos del futuro.
En el primer caso, al que denominaron como “Fossil is King” (el rey es fósil), el mercado de electromovilidad para mediados de la próxima década alcanzará sólo el 15% del total, con lo cual no habría mayores modificaciones respecto a la actualidad con una infraestructura pública de recarga bastante acotada.
El segundo ámbito es el de un crecimiento más notable de los autos eléctricos. Lo llaman “The Rise of EVs” (donde EV es electric vehicle), y aquí la cuota es mayor, cercana al 30% del parque automotor en 2035, y un mayor desarrollo de infraestructura. Aquí, las estaciones de servicio tienen que evolucionar hacia otro tipo de propuestas, basadas en ofrecer alimentos frescos y una experiencia personalizada para los clientes, que puede incluso no estar directamente asociada a la recarga de combustible. Sin embargo, teniendo en cuenta la velocidad de carga de un auto eléctrico, lo que tienen que contemplar es una mayor oferta de entretenimiento y gastronomía para esas estadías prolongadas de los consumidores.
Finalmente, el tercer escenario es “Electric Dominance” (dominio eléctrico), que contempla que para 2035 más de la mitad, aproximadamente el 55%, de los autos sean propulsados por batería de litio. En este panorama, la infraestructura de recarga se encuentra bien establecida y los e-trucks, junto con los vehículos autónomos, comienzan a ganar terreno. Allí la oferta debe acompañar una demanda masiva de tiempo en las estaciones de servicio, que incluso pueden necesitar más superficie y una circulación interna distinta por tener ocupados muchos espacios en sus playones por una cantidad de minutos más extensa sin circulación.
En cualquier caso, las estaciones de servicio tienen una nueva “competencia”, ya que los cargadores eléctricos no necesitan la infraestructura de surtidores y tanques que sí requiere la nafta derivada del petróleo. Entonces, mientras se achiquen los beneficios de la venta de estos combustibles, se debe considerar que también se polariza a nuevos jugadores la carga de baterías de autos eléctricos. En los países con electomovilidad más desarrollada, varias estaciones están transformándose completamente para albergar autos que mientras cargan sus baterías, permiten a los pasajeros tener áreas de recreación e incluso espacios de Coworking. Es parte del cambio que probablemente demore mucho más tiempo en llegar a Argentina, donde la electromovilidad representa apenas el 3% del parque automotor y avanza a pasos muy lentos.
De acuerdo al estudio de BCG, para 2035, las ganancias totales de los minoritas de combustible y conveniencia podrían reducirse en un 30%. En las áreas donde predominen los vehículos eléctricos, hasta una cuarta parte de los sitios pueden volverse no rentables y podrían cerrar.
“Construir inteligencia de mercado para identificar los cambios, evaluar y ajustar la red de estaciones a nivel local y nacional con el uso de herramientas como análisis geoespacial avanzado, o fortalecer la lealtad del consumidor más allá de la recarga de combustible son algunas de las acciones que serán necesarias y que pueden aplicarse en los tres escenarios planteados”, señaló Leonardo De Lella, Managing Director y Partner de BCG.