Aunque los ingenieros siguen asegurando que la eficiencia del motor diésel es mucho mejor que las de los motores de gasolina convencional, el mundo ha decidido darle la espalda al gasoil definitivamente. Entre los escándalos del “Dieselgate” y la tendencia a producir vehículos sustentables, los automóviles particulares de todas las marcas han ido abandonando sus versiones diésel para dejar sólo a los nafteros e ir combinándolos con una batería para hacer híbridos.
Hace algunos días, un informe preparado por Promotive Latam Auto Data Solutions, una consultora especializada del sector automotor latinoamericano, hizo un análisis del mercado argentino histórico, discriminando todo tipo de variables, y entre ellas, el tipo de combustible que utiliza el parque circulante de autos en nuestro país.
Según el informe que distribuyó la Asociación de Fabricantes Argentinos de Componentes (AFAC), los vehículos exclusivamente a nafta son el 60% de la flota y los diésel representan el 25%. La participación de estos últimos ha disminuido en comparación al año 2010, año en el cual representaban el 37% de la flota.
Pero no todo se trata de gasolina y diésel. En 2023, los vehículos convertidos a GNC fueron el 11% de la flota total circulante, algo que replicó las cifras del año anterior.
Por su lado, los vehículos con motorización híbrida (nafta/eléctrico) han comenzado a aumentar lentamente su participación. Cerraron 2023 con una flota de 27.540 unidades, lo que representó el doble de la flota existente al cerrar 2022. En gran medida, este crecimiento se dio por una mayor oferta de vehículos con este sistema de propulsión que se fabrican en la región.
El principal fabricante es Toyota, que trae de Brasil dos modelos híbridos como son el Corolla y el Corolla Cross, y por Ford, que trae de México la versión híbrida de la pick-up compacta Maverick. Desde afuera del Mercosur, hay una oferta mucho más reducida de vehículos híbridos, con modelos y volúmenes muy bajos de Europa, Japón y Estados Unidos.
En 2023, el 68% de los vehículos sumados al parque automotor corresponde a vehículos nafteros, mientras que las pick-up son más del 75% de la flota diésel incorporada. De los vehículos incorporados a la flota circulante en el período 2014-2023, el 77% se compone de unidades con motorización a nafta, el 22% es diésel y el 1% otras motorizaciones.
Sin embargo, hay algunos datos que vale la pena contrastar. Según la Secretaría de Energía, el 80% de los autos circulantes eran propulsados por gasolina o nafta, mientras que el 20% restante eran motorizados con impulsores diésel. Pero hay un cambio de proporciones cuando se establece la cantidad de litros de combustible que se consumen por año, ya que el 60% de la demanda corresponde a gasoil y el 40% a gasolina. Esto se debe a que la mayoría de los vehículos destinados a la producción y el trabajo, tanto camionetas como maquinaria agrícola, camiones y autobuses de corta, media y larga distancia, funcionan con motores diésel.
En el rubro de los automóviles particulares y utilitarios livianos, el mercado ha reducido notablemente la oferta de motores gasoleros. Las pick-up, salvo algunos modelos RAM que todavía ofrecen motorizaciones nafteras, todas las medianas son diésel. En cambio, las pick-up compactas, invierten la situación y se propulsan con motores a gasolina. La excepción está en Fiat con dos versiones de la camioneta compacta Toro y su motor Multijet.
En el segmento de las SUV, sólo el segmento alto de algunas marcas mantiene una motorización diésel. Es el caso de Toyota con SW4, por usar la misma plataforma de la Hilux; Chevrolet con su modelo equivalente, el Trailblazer.
En tanto en el segmento de los furgones también hay mucha oferta diésel. Citroën y Peugeot con sus furgones Berlingo y Partner HDI tanto en versión de pasajeros como de carga, y en los furgones más grandes Jumpy, Jumper, Boxer y Expert; Mercedes-Benz con la línea completa de Sprinter; Fiat con el furgón Ducato; Ford con los furgones y vans Transit, y finalmente Renault con los furgones medianos de Kangoo y grandes de la línea Master.
Lo paradójico de la situación es que siendo el combustible sobre el que más miradas críticas se vierten en todo el mundo por la contaminación ambiental, 6 de cada 10 litros que se venden en Argentina sigan siendo diésel.