Los planes de ahorro para comprar automóviles no existen en demasiados países del mundo, o al menos en el formato que rige en la Argentina, donde se conforman grupos cerrados de 168 ahorristas que adquieren dos autos por mes, uno para sacar por sorteo y otro para licitar, resultando el valor de la cuota pura, la resultante del precio de los autos divididos los meses del plan. Hasta hace unos años los planes tenían una vigencia de 50 meses, pero con el aumento del precio de los autos modernos, ese plazo generaba cuotas muy altas, por lo que se ha estandarizado prácticamente en todas las marcas el plan a 84 meses, es decir siete años.
Lo paradójico y curioso del sistema es que los suscriptores tienen tres escenarios posibles en este modo de adquirir un cero kilómetro. En un extremo está la situación de pagar durante siete años sin tener el auto, en el otro caso está la posibilidad de tener el auto pero seguir pagando y cuando terminan las cuotas son dueños de un vehículo siete años más viejo, o en el medio quedan los que pagaron una parte, lo obtienen y siguen pagando mientras el vehículo está en uso, con costos adicionales como el seguro obligatorio de la financiación, porque hasta que no esté cancelada la deuda en su totalidad, el auto no es completamente de quién lo está pagando.
Así y todo, la comercialización de vehículos por medio de Planes de Ahorro en la Argentina es aproximadamente del 40% del total de unidades que se comercializan en el mercado, y representa además un 60% de las operaciones realizadas con financiamiento. Sin embargo, en los últimos años, entre el aumento de los autos y los índices de inflación que han golpeado a la economía argentina fuertemente, los suscriptores se han encontrado con un aumento muy considerable de las cuotas que pone en juego la posibilidad de seguir pagando mensualmente.
Cuando esto sucede, el dinero que se pagó queda pendiente de devolución recién cuando haya terminado el plazo total del círculo en el que se estaba comprando la unidad. Al suscriptor se le devuelven la cantidad de cuotas puras que pagó, actualizadas al valor actual del auto o un plan equivalente, y se le descuentan los gastos que insumió toda la operatoria. La otra alternativa para quienes no pueden seguir pagándolo, es venderlo, pero aunque esa es una opción que permite recuperar rápidamente el dinero invertido, el precio de mercado de un plan en curso suele ser considerablemente más bajo en comparación al dinero que gastó quien lo está vendiendo.
Ahí no terminan los problemas para los ahorristas. La demora en la entrega de unidades ha sido otro de los inconvenientes que surgieron, especialmente entre 2022 y 2023, cuando por la falta de dólares en las reservas del Banco Central, las empresas automotrices no podían traer vehículos importados, especialmente de Brasil, desde donde provienen los modelos de venta masiva del mercado que no se fabrican en las plantas argentinas.
Por esa razón, apenas empezó el gobierno de Javier Milei, una de las primeras decisiones que se tomaron fue eliminar los permisos de importación (SIRA), lo que permitió que las fábricas pudieran nacionalizar muchas unidades pendientes de los últimos seis meses del año anterior. El retraso fue tal, que algunos clientes tardaron casi un año en recibir su unidad que ya había sido pagada.
Como se dijo, cada grupo tiene 168 integrantes. Así, la caída de planes y la morosidad en los pagos suele tener una consecuencia inmediata en el círculo al que pertenecen los ahorristas, entonces, lo primero que sucede es que deja de haber autos para licitar y sólo queda el del sorteo mensual. Lo más complicado en la coyuntura actual es encontrar una solución, ya que ambas partes involucradas no son las responsables, ni de los precios de los autos en general, ni de la inflación en la economía.
Por esa razón, este miércoles 10 de julio se llevó a cabo la primera reunión entre el Inspector General de Justicia, Daniel Roque Vítolo, los representantes de las fábricas automotrices Andrés Zorzi (Plan Rombo), Martín Idiarte (Círculo Cerrado Mercedes Benz), Daniel Herrero (Toyota); Mariano Bogner (Toyota Plan), Ramiro de la Fuente (Stellantis, Círculo de Inversores y Fiat Plan), Andrés Carfagna (Plan Chevrolet), Cecilia Anello (Plan Ovalo). También asistieron Eduardo D’Apice (CAPA, Cámara Argentina de Planes de Ahorro), y Fernando Martín Blanco Muiño y Leonardo Di Centa, por Defensa del Consumidor y Lealtad Comercial. La reunión se llevó a cabo en las instalaciones de la Inspección General de Justicia.
El escenario es complejo, a punto tal que para muchos analistas de la industria, esta situación podría ser el primer paso para que el sistema de compra por plan de ahorro empiece a desaparecer del mercado lentamente. No sólo es preocupante el incremento del valor de las cuotas a partir de una inflación que eleva el precio de los autos. También hay una imposibilidad de saber el valor de las cuotas futuras, de perder el valor del ahorro a lo largo del plan, y el costo de la morosidad cuando no se paga en término.
El cambio de reglas, como una extensión de la cantidad de cuotas que se han dado en algunas marcas ante la necesidad de aumentar el valor de cada cuota también es algo que preocupa a los consumidores, que repentinamente encuentran que se puede extender el tiempo de espera y de seguir pagando cuotas cada vez más difíciles de asumir.
Por otro lado, los fabricantes tienen que lidiar con una menor demanda por efecto de la caída del poder adquisitivo de los clientes, y también con una cantidad de presentaciones judiciales en busca de medidas cautelares que dispusieron el congelamiento de las cuotas, lo que trajo como consecuencia directa que no se puedan recaudar los fondos para la compra de cada unidad mensualmente.
En la reunión también se tocaron temas coyunturales como el costo de patentamiento, que no tiene financiación alguna y por lo tanto termina impidiendo que el vehículo adjudicado se registre a nombre del comprador y una situación que ha ocurrido sistemáticamente como es la caída de planes de ahorro, que terminan siendo un problema para los concesionarios, quiénes muchas veces terminan comprándolos para que continúe la operación del resto de los integrantes de cada círculo cerrado.
La situación no es simple y no parece depender de una de las partes sino de la situación económica general. Una baja de inflación sería, en principio, una vía de resolución del problema macro, aunque todo parece indicar que con esa variable contenida y con el regreso de la financiación bancaria, quizás la compra de autos empiece a hacerse por canales más convencionales como los que funcionan en el resto del mundo y menos a través de planes de ahorro previo. La IGJ emitió un comunicado informando que se constituyó una “mesa de diálogo” entre todas las partes para buscar las herramientas que permitan solucionar la situación.