Luego de meses de discusiones, polémicas y hasta una amenaza concreta que represalias comerciales, finalmente este jueves, la Comisión Europea decidió imponer oficialmente una escala de aranceles a las importaciones de autos eléctricos nuevos procedentes de China.
La decisión llegó tras algunas semanas de negociaciones con el gobierno chino, lo que generó que no se castigue o perjudique a todos por igual, sino de acuerdo a su colaboración con la CE, cuando hace meses comenzó una investigación que procuraba establecer si algunas marcas tenían una subvención del estado asiático de tal magnitud que permitiera que los autos fueran vendidos en el mercado europeo por debajo del precio en su país de origen, lo que comúnmente se conoce como dumping.
Tras ese período de gestiones entre gobiernos, finalmente los aranceles se redujeron levemente en relación con lo que se había anunciado en un principio, y que había desatado un conflicto de magnitud que podía afectar incluso a otras industrias por fuera de la automotriz.
China ya inició acciones para arancelar el brandy y la carne de cerdo que proviene de Europa, y pretende aumentar los impuestos que recaerían inicialmente sobre los autos alemanes de lujo con motores de combustión interna de gran cilindrada que actualmente se producen en su país, y que han dado grandes beneficios a las casas matrices por el volumen de ventas en China.
Los aranceles que decidió aplicar la Comisión Europea comenzarán a regir inmediatamente, desde este 5 de julio de 2024, siendo de particular interés el de las marcas que mayor participación del mercado tienen en Europa. Así, los autos eléctricos producidos por BYD tendrán un impuesto del 17,4%; los Geely un 19,9%; mientras que los SAIC serán alcanzados por un arancel del 37,6 por ciento.
Los otros fabricantes que cooperaron en la investigación de la Comisión Europea pero no fueron incluidos en la muestra, quedarán igualados con un arancel 20,8%, mientras que las empresas que no fueron parte del proceso de investigación por no querer cooperar con el gobierno de Úrsula Von Der Leyen, pagarán lo mismo que SAIC, la compañía con mayor participación estatal china, es decir del 37,6 por ciento.
Si bien es una compañía de origen norteamericano, Tesla también quedó incluida en este proceso ya que aunque tiene una Gigafactoría en Berlín, no produce todos los modelos en esa planta y trae parte de las unidades de la fábrica de Shanghai. Sin embargo, la marca más icónica del mundo de autos eléctricos que lidera Elon Musk, presentó una solicitud por separado debido a su especial condición, y por el momento no tendrá ningún arancel adicional al que ya tenía.
La medida de la CE obedece a una fuerte presión por parte de los fabricantes europeos, que no pueden competir con sus productos frente a los autos que llegan desde China. Si bien esta medida podría contribuir a equilibrar las ventas de unos y otros razonablemente, el arancelamiento acordado es sólo por cuatro meses.
Mientras transcurre ese tiempo, se deberá tomar una decisión final sobre los aranceles definitivos, lo que debe ocurrir a través de una votación de los Estados miembros de la Unión Europea (UE). Para bloquearlos, se necesitarían los votos de al menos 15 países, que representan el 65% de la población de la UE.
Cuando se definan y se pongan en vigencia, esos aranceles definitivos tendrán una validez de cinco años. Mientras tanto, comenzarán los contactos a nivel técnico para alcanzar una solución compatible con la Organización Mundial de Comercio (OMC), que admite como máximo, un arancel del 35 por ciento.
Como se puede ver, la protección de la industria automotriz local no es algo exclusivo de Argentina, donde si bien no hay una protección de la industria automotriz nacional respecto a los vehículos chinos en particular, el arancelamiento es general para todos los automóviles terminados (CBU) que llegan desde otros continentes, y es el más alto que acepta la OMC, castigando a los importadores con el 35% respecto al precio de las unidades puestas en el puerto de embarque.
Ese es uno de los principales puntos sobre el cuál los importadores nucleados en CIDOA insisten permanentemente, intentando que se reduzca al menos a un 20%, lo que podría darles mayor competitividad. Actualmente, los autos importados más caros que se comercializan en Argentina, llegan a pagar un 170% de incremento exclusivamente a través de aranceles, impuestos y tasas.