Este 9 de abril fue la fecha que muchos amantes de los autos italianos esperaban con enorme expectativa. Después de meses de anuncios y bocetos, finalmente se presentó en Italia, el nuevo Alfa Romeo Milano. Es un SUV-B que tendrá motorizaciones eléctrica y térmica, pero que ha despertado todo tipo de emociones a partir de su diseño, semejante a otros modelos de Stellantis como Peugeot, Lancia y Opel, pero fundamentalmente, de la transformación del trilobo, el clásico emblema de Alfa Romeo de todos los tiempos, en una forma completamente disruptiva y polémica.
Alfa Romeo se ha caracterizado por ser una marca de autos llenos de personalidad reconocibles a la distancia, incluso vistos de costado o desde atrás, donde esa insignia no se percibe. Pero este nuevo modelo carece de esa “huella digital”, algo que cada vez se ve con mayor frecuencia en las marcas de autos que luego de una fusión con otras de otro origen, pierden su esencia para aprovechar piezas comunes que reduzcan los costos de fabricación.
“El hecho de usar plataformas está muy bien. Lo hace Stellantis, pero el grupo Volkswagen las ha usado también con Seat, Audi, Skoda, y de ahí para arriba, compartiendo Audi con Porsche o Audi con Bentley, por ejemplo. Eso se usa, se hace. Pero tiene que estar bien definida la dirección del diseño porque cuando usas una plataforma ya definida, te estas ahorrando muchas horas de estudio, de desarrollo, y estas bajándole el precio a muchas piezas. Entonces eso está bien, porque para ser competitivo tenes que tener precios competitivos para poder ganar una parte del precio del auto que vendes, o para poder ubicar el auto en la posición del mercado que está de acuerdo a la franja de precio, y tener ganancias. Pero no tenés que perder tu ADN en el proceso”, opinó Juan Manuel Díaz, exdiseñador argentino de Alfa Romeo, conocedor como pocos de la cocina de la marca italiana.
“Es importante destacar que esta es sólo mi opinión, que es la de una persona que conoce Alfa Romeo muy desde adentro, que trabajó en muchos proyectos que tuvieron un gran éxito en la marca y a la que le enseñaron qué es un Alfa Romeo, que no es algo fácil de entender. En esencia, los Alfa Romeo no tienen que ser todos iguales, pero cuando ves un Alfa te tiene que emocionar”, aclaró como inicio del análisis de este caso puntual que representa el movimiento que está ocurriendo en muchas marcas de la industria automotriz mundial.
“Las marcas generalistas se mueven por tendencias, son marcas de volumen y cambian muy rápido las gamas porque tienen que mantenerse competitivas. Sin embargo, Alfa Romeo siempre estuvo ligada a los grandes diseñadores italianos, y por eso nunca prestaba atención a las tendencias del momento. Siempre se caracterizó por buscar la belleza sin tiempo. Hoy veo un Mito en la calle y me sigue pareciendo un auto con mucha personalidad”, explicó.
Este nuevo modelo Milano, efectivamente parece seguir una tendencia de diseño común, muy vista en otros modelos. De hecho, es la misma forma general del Peugeot 2008, del Lancia Ypsilon y del Opel Frontera. Para el diseñador rosarino, ese es el primer error.
“El frontal está súper cargado, Alfa no necesita todos esos ornamentos, pero además mataron la gráfica única que tiene Alfa Romeo que es el trilobo, es decir el escudo y las dos tomas de aire laterales. Acá no parece que les hubiera importado nada de toda esa esencia. Después, lateralmente, puede ser cualquiera. Puede ser un Citroën, un Peugeot, o puede ser cualquier auto chino o coreano, un auto generalista cualquiera. No está mal, está mal para un Alfa Romeo”, señaló.
Stellantis existe como una fusión de PSA (Peugeot y Citroën) y FCA (Fiat y Chrysler) desde comienzos del año 2021. Esta última unión de marcas había sido gestada por Sergio Marchione, cuando decidió la compra del tercer grande de Detroit, que atravesaba graves problemas financieros en 2009.
En aquel primer proceso de unificación también hubo cambios que afectaron la imagen de algunos modelos, aunque fue con la unificación de aquel primer grupo con los franceses, cuando los cambios fueron mucho más trascendentes.
Este no es el primer caso de fusiones que transforman la identidad de una marca. Muchos años atrás, aquí en Argentina y Brasil, Ford y Volkswagen se fusionaron para crear Autolatina y combinaron algunos modelos que no eran ni una cosa ni la otra. Así nacieron los Ford Orion y Galaxy, o los Volkswagen Carat y Pointer. La unión duró poco, pero hubo muchos conflictos por modos distintos de conducir una empresa entre los ejecutivos de ambas marcas. De hecho, en General Pacheco estaban los locales, que eran los de Ford, y los visitantes, que eran los de Volkswagen, quienes llegaron después de desarmar la planta de San Justo, originalmente de la marca Chrysler.
Hoy existen fusiones que también mezclan personalidades en otras marcas. Se puede apreciar, por ejemplo, la similitud entre la pick-up Renault Alaskan y la Nissan Frontier en el mercado local también, y lo mismo ocurre con los Renault y Dacia, ya que aquí se les coloca el rombo a los autos que provienen originalmente de Rumania.
Lo que está pasando en Europa, y que se ha visto con mayor notoriedad con el Lancia Ypsilon y el nuevo Alfa Romeo Milano, es que Stellantis compró marcas italianas y las está adaptando a su modelo de negocios. “Está muy bien, porque se tienen que defender de los chinos que vienen con todo. Yo creo que muchas marcas van a desaparecer o van a ser vendidas a los chinos en los próximos años, porque las generaciones nuevas, no nos marquistas como era nuestra generación o la siguiente. No les importa. Sólo quieren subirse a un auto que tenga mucha tecnología, que tenga un buen diseño, y que los lleve del punto A al punto B. Y si contaminan menos, mejor. Eso los chinos lo tienen”, volvió a explicar Juan Manuel Díaz.
“Pero el problema de Stellantis es que son muy franceses. Eso es una ventaja para marcas como Peugeot o Citroën, pero no es una ventaja para las marcas italianas, porque cuando vos tomas, como empresa, la dirección de una marca de otro país, y entendes los autos de la manera francesa y no de la italiana, estás agarrando marcas como Alfa Romeo, Maserati o Lancia, que tienen una historia increíble, y no podés mezclarlas. El diseño de un auto no se trata de agarrar elementos y ponerlos de manera descordinada, en un volumen que no funciona o colocando elementos de otro modelo que no tiene nada que ver, como pasó con el Lancia Ypsilon con partes derivadas del Stratos”, argumentó el argentino.
Las fusiones entre marcas de distinto origen tienen la ventaja de una mayor escala de producción, por lo tanto de menores costos operativos y mayor rentabilidad. A veces estas asociaciones entre grupos industriales son la salvación de una de las partes, y la industria automotriz está atravesando una gran transformación a partir de la decisión de cambiar completamente hacia movilidad eléctrica. En este proceso han nacido muchas startups con ideas brillantes y originales que no pudieron sobrevivir. Las grandes corporaciones tienen ‘mayor espalda’ para sostener inversiones como las que se deben hacer. Pero no se pueden equivocar en proyectos que no funcionen.
“Si uno lee las redes sociales, la gente está enloquecida. Los quieren matar por lo que hicieron, porque destruyeron la imagen, la cara de una marca. Se había generado una expectativa por este auto similar a la que genera un nuevo modelo de Ferrari, es un fenómeno increíble. Entonces, si te equivocás, tenés un problema. Este auto ya salió, pero seguramente hay en cola otros modelos con este mismo lenguaje de diseño que ya están en desarrollo, es decir que ya llevan invertidos millones de dólares en modelos que van a salir a la calle con una identidad como la de este modelo”, reflexionó el diseñador del Mito.
Pero la última palabra la tiene el usuario. Es un auto chico que ha generado un gran revuelo. Es un tema excluyente en la industria automotriz en este momento. “Hay que ver cómo queda el auto en la calle, parado sobre sus ruedas , y ver qué dice el mercado, que al final es el que manda. El éxito de un producto lo define el mercado”, finalizó Díaz.