El argentino es un conductor con una personalidad bien definida. Casi como vive: a los saltos, vertiginosamente, respetando algunas normas pero no todas, gesticulando con los otros automovilistas, tratando de llegar rápido a todas partes. El propio Juan Manuel Fangio decía que el argentino maneja bien pero conduce mal. Tenía razón. Una cosa es mover bien las manos en coordinación con los pies, y otra es hacerlo apropiadamente, a la velocidad correcta, señalizando cada maniobra y respetando al prójimo. Esa es una constante que a pesar del paso del tiempo y las generaciones, no se modifica sustancialmente.
En cambio, al momento de elegir qué auto comprar, los cambios son constantes. En la exposición de inicio del nuevo año fiscal 2024, Ricardo Flammini, presidente de Nissan Argentina, analizó los cambios de segmento que el mercado argentino ha tenido en los últimos años, llegando a algunas conclusiones interesantes.
“Hay una mutación a los B-SUV, que además este año van a tener más ofertas y el próximo más aún. Vamos a ver que hacemos en Nissan también, porque tenemos el Kicks, pero pareciera que el segmento se está desdoblando con un B-SUV alto y un B-SUV bajo. Los sedanes y los B-Hatch tuvieron mucho mayor porcentaje hace unos años, pero creemos que el público va migrando a los SUV, y eso se nota con el crecimiento importante que tuvieron los C-SUV. Con las camionetas pasa algo curioso. El argentino es fanático de las camionetas pero por alguna razón no adopta las pick-up compactas sin que sigue eligiendo las medianas o de una tonelada. En Brasil es exactamente al revés. Allá están los ‘pickapeiros’, los chacareros, pero también están los que usan una camioneta para ir a la playa. El mercado de las camionetas compactas es tres veces más grandes que el de acá y, en contrapartida, allá las camionetas medianas son sólo el 6% cuando acá estamos en el 24%”, dijo Flammini.
“Hay una mutación a los B-SUV, que además este año van a tener más ofertas y el próximo más aún” (Ricardo Flammini, presidente de Nissan Argentina)
“Pero no es sólo un tema de moda, también es de posibilidades. El argentino se acostumbró a comprar lo que hay disponible y no lo que quería comprar, porque comprar un auto es un resguardo de su capital en momentos económicos difíciles”, concluyó.
Tomando como referencia los últimos nueve años, desde 2015 a 2023, fue importante el crecimiento del segmento de las pick-up medianas. Mientras en 2015 representaban el 11,5%, a partir de 2019 ese porcentaje creció primero hasta el 14%, al año siguiente al 17,4%, en 2021 al 20,7% manteniéndose casi igual en 2022 y en 2023 subió nuevamente hasta alcanzar el 24,3% del mercado.
Bajando por tamaño de vehículos, la siguiente categoría es la de las C-SUV, las más grandes del mercado, que en 2015 tenían apenas el 0,5% del total de autos que se vendían, pero que sostenidamente fueron creciendo en porcentaje. En 2019 y 2020 alcanzaron el 3,4%, pero en 2021 subieron rápidamente con la llegada de nuevos modelos como la Volkswagen Taos de fabricación nacional, pasando al 7,1%, que fue el 9% en 2022 y el 9,1% en 2023.
Segmento en ascenso
El segmento que continúa es el de los B-SUV, probablemente el más interesante de la industria por la tendencia de los compradores y la variedad de ofertas. Allí es donde compiten Chevrolet Tracker y Toyota Corolla Cross, por ejemplo, con autos importados como Nissan Kicks, Fiat Pulse y Volkswagen T-Cross. En este segmento, en 2015 había un 7,5%, pero en 2016, con la caída de la venta de sedanes del mismo tipo, la proporción subió al 10,3%, escalando cada año más, hasta llegar en 2020 al 16,5%. Sin embargo, las restricciones para importar libremente que comenzaron a causar problemas en 2021, hicieron que el mercado se retrajera desde entonces hasta llegar en 2023 al 9,3 por ciento.
Cuando faltan autos por diferentes motivos, en aquel momento era porque las SIRA empezaban a dar dolores de cabeza, las marcas tienen que elegir qué autos traer cuando se les autoriza un embarque. Y como siempre se ha dicho, cuanto más barato es un auto menos rentabilidad deja al fabricante, con lo cual, la decisión de la mayoría fue importar autos de un segmento superior, que dejan más ganancia. Es interesante notar como cuando hay restricciones o problemas económicos, las variaciones se ven mucho más claramente en los segmentos de autos más chicos por esas mismas variables.
Sedanes
Comenzando con la segmentación de los sedanes y hatchback, el segmento C, el de los medianos grandes del mercado, tenía en 2015 un 8,2 por ciento. Todavía no había explotado el fenómeno de los SUV y casi todas las marcas tenían algún modelo de este segmento, que sin embargo pronto comenzaron a discontinuar, como fue el caso del Peugeot 408 y del Citroën C4 Lounge. En 2016, la participación del mercado bajó a 7,6%; en 2017 al 6,1%; en 2018 siguió achicándose hasta el 5,2%; en 2019 alcanzó el 4,7% y finalmente en 2020 llegó al piso del 4,2% del total de ventas. Desde entonces, siguió con un promedio similar durante dos años, y para 2023 volvió a bajar para establecerse en un bajísimo 3,4 por ciento.
Los sedanes B, donde el líder indiscutido es Fiat Cronos, aunque hay otros competidores como Toyota Yaris y el Nissan Versa, fueron los que más sufrieron las transformaciones que iba teniendo el gusto o la elección de los consumidores. En 2015 tenían un 14,9% del mercado, y hoy, contando 2023, quedaron con el 15,5%. Sin embargo, lo que parece un segmento estable no lo fue, porque bajó al 11,5% en 2017 y subió al 16,6% en 2021, coincidiendo con la merma de los B-SUV comentada anteriormente.
Hatchbacks
Finalmente, los autos hatchback de segmento B, conocidos como B-Hatch, donde están el Peugeot 208, el Volkswagen Polo y los Chevrolet Onix, y donde estaban los Ford Fiesta y Ka en sus últimas versiones. Este segmento es el más grande de todos los que fraccionan el mercado automotor, pero también el que más variaciones ha tenido con cada movimiento en la economía y los impuestos argentinos. En 2015 tenía una proporción del mercado del 18,3%, que subió al 20,1% en 2016 y al 30,4% en 2017. Sin embargo, desde 2018 a 2021 su porción se fue achicando hasta el 19,8%, más de una tercera parte, y desde entonces se mantuvo con el 22,8 y 22,6% en los últimos dos años.