“Si no existieran las homologaciones, cualquier empresario ocasional podría traer autos y venderlos sin garantía de ningún tipo. Aunque los fabricantes e importadores no siempre están contentos con los requisitos que se les piden, homologar un auto es importante no sólo para la seguridad de los usuarios sino también para el medioambiente”.
Tal la descripción que hace un especialista en seguir paso a paso este trámite, que muy pocos conocen y que explica por qué algunos autos que se presentan en los países de origen de las marcas, a veces tardan más de un año en llegar al mercado argentino.
La homologación es un trámite que habilita a vender cada modelo de auto que se registra con matrícula para poder circular por la vía pública. Aunque es un trámite y un permiso el que se emite, implica 2 diferentes expedientes, llamados LCM y LCA, que se obtienen después de presentar la documentación de cada automóvil en la Subsecretaría de Industria y en la Secretaría de Ambiente. El primero está referido a los aspectos de seguridad de un auto y el segundo a los de emisiones.
Pero antes de poder presentar toda la documentación, hay algo fundamental que debe tener el solicitante, un contrato de representación oficial llamado RUMP, cuyo significado es Registro Único de la Matriz Productiva, y que se debe presentar cada año con igual validez. El motivo es que existe algo llamado autos de fines de serie, aquellos que no se fabrican más y se venden a bajo precio. Esos autos, sobrantes de producción, que por alguna razón suelen encontrarse en Bélgica o Panamá, pueden ser comprados en lote y vendidos por una empresa particular sin ofrecer garantía de equipamiento. En países con sistemas de homologación como Argentina, no pueden ingresar.
La Licencia para Configuración de Modelo (LCM) debe cumplir con ensayos y normas vigentes europeas referidas a seguridad activa y pasiva de los automóviles. Los catálogos que presentan las marcas son verdaderos libros de cientos de páginas de documentación detallada que se deben remitir al INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial), que debe revisar minuciosamente cada documento para dar la aprobación correspondiente. La Licencia para Configuración Ambiental (LCA) está referida a las emisiones tanto de gases como sonoras y parásitas.
Homologar un auto, sin embargo, es una tediosa tramitación que además de la demora natural que demanda el estudio en profundidad de cada ítem, tiene un costo elevado para los solicitantes. Actualmente, obtener una LCM cuesta para el solicitante unos $6.000.000, y una LCA tiene un valor de 1.270.000 pesos. Significa que para homologar un auto, el costo es aproximadamente de unos 8.000 dólares. Una cifra menor para un fabricante, pero no tanto para un importador.
Sin traducción y todas las “subsanaciones” juntas
Hasta el año pasado, además, cada expediente que se presentaba debía estar traducido al español, lo que además de un costo importante, tenía una demora prolongada. Valga como referencia que un ensayo de asientos tienen unas 60 páginas y uno de frenos llega a 90. Pero desde la designación del nuevo Subsecretario de Industria, Javier Ignacio Cardini, se ha decidido que los expedientes que estén confeccionados originalmente en inglés, la mayoría por protocolos internacionales, ya no deben traducirse al español.
También hubo un cambio dentro del INTI a partir de la reciente asunción de Daniel Afione como presidente de la entidad. A través de su conocimiento profundo de la dinámica de la industria automotriz, fue ejecutivo de Toyota Argentina por 27 años, Afione rápidamente cambió otra condición del proceso de homologación de autos que demoraba notablemente el trámite, como es la eliminación de las subsanaciones de aprobación. Anteriormente se pedían una por una todas las aclaraciones que podían surgir del estudio de los expedientes de la LCM, lo que hacía que cada vez que surgía esta necesidad, se enviara el pedido al solicitante antes de continuar con el estudio de toda la documentación. Afione modificó ese modo de revisión de los expedientes, y ahora se leen completos y se envían todas las solicitudes de aclaraciones al mismo tiempo, acortando así los tiempos totales de la gestión.
A la mitad o menos
La previsión que hacen en el sector automotriz establece que el trámite que demoraba entre 7 y 8 meses, se acorte a la mitad con esta sola reforma en el procedimiento, y la proyección indica que en poco tiempo más, estos plazos podrían reducirse aún más a un plazo máximo de tres meses.
Un último trámite que se debe efectuar es el expediente CAPE, que está referido a los repuestos para cada modelo. Este ahora se podrá hacer casi en simultáneo con la homologación del automóvil, en cambio anteriormente debía comenzar una vez que estaban obtenidas las LCA y LCM.
Las homologaciones se deben hacer para todos los vehículos, tanto nacionales como importados, que se venden en el mercado. En el caso de los que se producen o ensamblan en el país, el componente de piezas nacionales debe ser certificado también, con lo cual esas piezas se deben enviar a laboratorios que certifiquen con norma ISO 17025, de los cuales no hay existencia en Argentina, sino en Brasil y en Chile.
Una vez homologados, los autos están en condiciones de ser registrados para su comercialización. Para los fabricantes, eso implica poder iniciar la producción local, pero para los importadores, tanto fábricas de ADEFA (Importadores con plantas locales) como las de CIDOA (importadores sin fábricas en Argentina), el plazo se extiende hasta que esos autos llegan en barco desde sus países de origen.
Por qué se re-homologa
Sin embargo, sobre este tema de las homologaciones, siempre existe una pregunta razonable que queda flotando en el aire a través del tiempo. Si un vehículo está homologado en países con normas mucho más estrictas y evolucionadas que las de Argentina, como por ejemplo las de emisiones Euro 6 en Europa, ¿por qué razón un vehículo de esa procedencia debería ser homologado nuevamente para entrar en Argentina?
La respuesta la da el mismo especialista del inicio de la nota: “Porque a mercados como el latinoamericano o el africano, por ejemplo también, no se mandan siempre las mismas versiones que se venden en los países más desarrollados. De hecho, un auto con nomas Euro 6 tiene un costo más alto que uno Euro 5 como los que se pueden utilizar en Argentina. Los importados son caros de por sí debido a la carga de aranceles e impuestos que se les aplican, y la calidad del combustible argentino no tolera el Euro 6, entonces no tiene mayor sentido traer las mismas versiones cuando existe una menos costosa que se puede homologar perfectamente para este mercado. Por eso es importante la homologación exacta del auto que se va a vender”.