El 20 de julio de 1969, el hombre llegó a la Luna y ese fue el acontecimiento más trascendente del año en todo el mundo. Sin embargo, exactamente un mes después, el miércoles 20 de agosto a la 1 am, en Alemania, comenzó otra hazaña que paralizo a buena parte del país: La Misión Argentina de los Torino a Nürburgring.
La carrera se llamaba oficialmente “Marathon de la Route”, aunque para todos fue famosa como las 84 horas de Nürburgring, porque la exigencia era esa, una carrera que duraba tres días y medio. Por iniciativa de Juan Manuel Fangio, la industria automotriz argentina estuvo presente con tres Torinos 380W, preparados especialmente en Santa Isabel, en la fábrica de IKA Renault, donde se producían desde 1967, cuando salieron al mercado para transformarse en el “gran auto argentino”.
Una carrera tan extensa requería un despliegue que contemplara cubrir todas las exigencias que la pista más difícil del mundo podía plantear a autos de serie, porque no podían ser preparados salvo por aspectos mínimos para adaptarse a una competencia. Por esa razón se llevaron tres autos con tres pilotos cada uno, y se eligió un plantel técnico que estuviera a la altura del desafío. El director técnico era nada menos que Oreste Berta, a quién acompañó un grupo de mecánicos que incluía todas las especialidades.
La carrera se preparó dos semanas antes con pruebas y simulacros para que autos y pilotos se pudieran adaptar a la pista. En esos días previos hubo dos accidentes. En el primero, Eduardo Rodríguez Canedo destruyó el auto con trompa de color rojo. Se tuvo que recurrir al muleto, un auto de calle que el año anterior habían llevado Fangio y Berta para recorrer las rutas del Rally de Montecarlo para evaluar el Torino en esa competencia. El auto había quedado en Europa y estaba en Alemania para ser usado como auto de reconocimiento.
Un segundo accidente de Oreste Berta mientras probaba los frenos obligó a los mecánicos a construir un vehículo utilizando partes de los dos accidentados. Llegaron justo a tiempo tras tres días de labor que fue admirada por todos los rivales. Así, a ese Torino se lo llamó “La Banana”. Sería el auto número 1 y lo correrían Rubén Luís Di Palma, Carmelo Galbato y Oscar “Cacho” Fangio. El número 2 sería para Rodríguez Canedo, Jorge Cupeiro y Gastón Perkins; y en el número 3 estarían al volante Eduardo Copello, Oscar Mauricio Franco y Alberto “Larry” Rodríguez Larreta. Como piloto de reserva viajó Néstor Jesús García Veiga.
Galbato, Cupeiro y “Larry” fueron los encargados de largar. Debido a su extensión, cada vuelta demandaba entre 13 y 14 minutos, dependiendo de si era del día o la noche, y de la lluvia. Los turnos eran de una hora y media por piloto, con lo que cada uno daba unas 5 vueltas. A las 3 horas de carrera y con el segundo piloto en cada Torino, los autos número 2 y 3 estaban primero y segundo en la general.
En Argentina, aunque era de madrugada, el evento se seguía hora a hora gracias a una delegación de periodistas que transmitían la carrera con flashes informativos desde Alemania. Hasta en las plantas de Ford se decidió colocar una cartelera para que los empleados estuvieran informados del avance de los Torino en Nürburgring.
Cuando la carrera se acercaba al primer mediodía, con 8 horas y media ya desandadas, el Torino número 2 de Jorge Cupeiro sufrió un despiste a causa de la lluvia. El reglamento no permitía asistencia externa, por lo que, al quedar encajado, debió a abandonar la prueba tras 41 vueltas. Al cumplirse el primer día de carrera, los Torino que seguían en competencia estaban primero y tercero. Durante el segundo día, con altibajos y algunos cambios de posiciones por reparaciones en boxes, las posiciones se mantienen del mismo modo, sin embargo, a las 48 horas y 44 minutos, el Torino número 1 de Di Palma perdió completamente las luces en plena madrugada, despistándose en medio de la lluvia. Se rompió el carter con una piedra y perdió todo el aceite. El abandono fue inevitable.
Con dos días y medio para terminar y un solo auto todavía en carrera, la orden de Fangio fue no poner en riesgo todo el equipo y terminar la prueba. Un abandono completo sería un fracaso. El auto se mantuvo hasta las 64 horas en la punta, aun con la consigna de no forzar el ritmo. En un turno con “Cacho” Franco al volante, se produjo la rotura del escape que ya los había retrasado al segundo lugar. La reparación demandó seis vueltas y dos paradas para terminar el trabajo y dejar el auto en condiciones. El reglamento prohibía un sonido superior a los 83 decibeles, por lo que no era posible seguir sin terminar el reemplazo del silenciador. El auto argentino cayó al sexto puesto, que pronto fue quinto por el abandono de uno de los autos líderes.
La cacería de la punta fue una tarea titánica. El Torino descontaba terreno permanentemente, pero estaba a 12 vueltas del puntero, un Mazda. El ritmo sostenido y conservador no fue impedimento para que Franco, “Larry” y Copello descontaran casi una vuelta por hora. Había sabor a hazaña. Empezaron a alargar los turnos para no perder tiempo y ritmo. Los pilotos conducían cuatro horas cada uno. El Mazda empezó a tener problemas y se comenzó a retrasar. En la mañana del último día, “Larry” lo superó y quedó cuarto a dos vueltas del tercero.
Pero a las 9 de la mañana, los Comisarios Deportivos le comunicaron a Fangio que el Torino se tenía que detener nuevamente por excesivo sonido del escape. Tenían hasta las 11:30 de la mañana para hacer la reparación. La carrera terminaba a las 13. La hazaña de lograr el podio quedaba reducida a un problema de alguno de los tres primeros.
Oscar Mauricio Franco reparó el escape y regresó a la pista para intentar el ataque final. Terminó en la vuelta del tercero pero no pudo superarlo. En el cómputo final, el Torino dio 334 vueltas, dos más que el auto ganador, un Lancia Fulvia HF. Terminó cuarto por las penalizaciones, pero dio dos vueltas más que todos en 4 días y medio de carrera. Fue una hazaña que perduró en el tiempo, y realzó la valía del Torino y del equipo encabezado por Fangio y Berta.
Sin embargo, los autos no fueron conservados y después de una gira promocional por el interior del país recorriendo concesionarias, fueron vendidos. Luego de varios años, el auto número uno fue recuperado por Daniel Van Lierde, el número dos por Mario Suárez, mientras que el número 3 quedó en posesión del Museo Juan Manuel Fangio de Balcarce.
Por iniciativa de Alfonso Rey, un coleccionista argentino que vive en Estados Unidos y que fue quien le compró el Mercedes-Benz 300 SL de 1958 a los hijos de Fangio, en agosto de este año los tres Torinos originales regresarán a Nürburgring. Además de los autos, también viajarán los tres propietarios actuales de los mismos y los tres pilotos que viven y fueron parte de aquella épica competencia integrando la Misión Argentina de los Torino en 1969: Oscar Cacho Fangio, Oscar Mauricio Franco y Néstor Jesús García Veiga.
El anuncio se hizo el domingo pasado en Mar del Plata, en ocasión de un homenaje realizado por la Municipalidad de Mar del Plata y la filial local del Club Mercedes Benz Argentina, al cumplirse los 75 años de la carrera del circuito callejero “Torreón del Monje”, que en 1949 le permitió a Fangio, con su victoria, destacarse internacionalmente y dar inicio a su carrera en la Fórmula 1 Internacional.
“Para mí será como entrar en un túnel del tiempo y volver atrás a aquellos días inolvidables en los que compartimos una experiencia de gran significado para el automovilismo argentino. Es una enorme alegría pensar que entraremos en Nürburgring nuevamente con esos mismos autos. La única tristeza es que no van a estar muchos de mis compañeros, sólo quedamos unos poquitos, pero creo que desde algún lado nos van a estar viendo, así que en el corazón estaremos con esos extraordinarios pilotos y también con los grandes mecánicos que nos acompañaron”, dijo Oscar Fangio, el hijo del quíntuple balcarceño al ser consultado por Infobae.
“Volver a sentir lo que fueron aquellas 84 horas de Nürburgring en Alemania, será algo increíble. Volver a pisar esa pista, recorrerla con los mismos autos, es algo muy especial. Aquella carrera, aquel equipo, organizado por Fangio y Berta, representar a Argentina en Alemania, fue demostrarle al mundo de lo que éramos capaces. Esa carrera fue un escalón muy importante en mi carrera deportiva, y haberla terminado y en una muy buena posición con un auto completamente argentino, fue un enorme orgullo para mí”, comentó Franco.
“Aquella carrera fue muy linda y aunque no me tocó correr porque fui de suplente, giré tanto como los pilotos titulares y compartí esos 15 días con la misma intensidad. Volver ahora con estos autos será muy emocionante. Fue una fiesta en Alemania y fue una gran fiesta al regresar a Argentina. Estoy muy contento de tener esta posibilidad y representar a ese grupo de pilotos que con Fangio y Berta nos hizo vivir una experiencia única en la vida”, señaló el “Nene” García Veiga.
En los últimos años, dos Torinos entraron a la pista de Nürburgring para rendir tributo a aquella inolvidable carrera. El primero fue con un Torino 380W propiedad del coleccionista Ricardo Zeziola, y que condujeron Horacio Pagani y Oreste Berta en mayo de 2018. Un mes después, otro argentino que vive en Suiza, Ignacio Pérez Prat, llevó su coupé TS con carburadores Weber de la 380W, lo hizo para el programa de televisión P1, que realizó una producción especial sobre el circuito alemán. En ambas oportunidades, el playón de salida a pista se estremeció con el bramido del Tornado 4 bancadas.
Ahora se cumplen 55 años de las 84 horas de Nürburgring, y entrar con los tres autos originales será una verdadera fiesta.