Un fin de semana largo en verano es una oportunidad perfecta para que muchas personas aprovechen cuatro días seguidos de descanso y decidan hacer un viaje a algún destino no muy alejado, con lo cual hay que saber que las rutas hacia las ciudades costeras tendrán un caudal de tránsito muy alto, similar al de los cambios de quincena de enero, el mes en el que más turistas se movilizan cada año.
Sin embargo, este fin de semana de carnaval, que comienza el viernes a la tarde y terminará el martes a última hora, tendrá una dificultad adicional para quienes estén en la ruta: la ola de calor que todavía permanece en muchas provincias argentinas.
De forma natural, el motor de un auto genera altísimas temperaturas por su propia concepción de funcionar a partir de la detonación de la mezcla del combustible y el oxígeno con una chispa proveniente de las bujías. Por esa razón se los denomina como motores térmicos, pero esa temperatura de funcionamiento debe ser controlada, y por esa razón existe en circuito de refrigeración que rodea al motor para enfriarlo a partir de un líquido que circula por dentro y que mantiene la temperatura pasando por radiador de agua que está en la parte delantera, lo más expuesto posible a recibir aire del exterior.
El problema de los embotellamientos y el tránsito lento continuo es que ese aire que debe entrar al radiador no llega en la suficiente cantidad como para enfriar el líquido porque necesita dos cosas que en esta condición no se dan: velocidad y espacio en la cantidad suficiente. Por esa razón existen los electroventiladores, que al detectar que la temperatura del motor supera los 90 grados comienza a funcionar generando esa corriente de aire que no llega de manera natural. Y también existen los líquidos refrigerantes, que tienen una composición química tal que mantienen la temperatura más estable que el agua común, evitando que se hierva y cambie de estado, convirtiendo el líquido en gaseoso de alta presión.
Ante una ola de calor como la que afecta buena parte del país, salir a la ruta con mucho tránsito será, por lo tanto, una verdadera “prueba de fuego” para el circuito de refrigeración de los automóviles, que estarán sometidos a la mayor exigencia térmica que puedan soportar.
La escena de ver un auto detenido en la banquina con el capó levantado siempre es el diagnóstico de un problema de temperatura. Para evitarlo, es recomendable revisar el nivel de líquido refrigerante y el correcto funcionamiento de todo el sistema, poniendo el motor en marcha y dejándolo llegar a la temperatura de 90 °C para verificar que efectivamente encienda el electroventilador. También es recomendable revisar las mangueras del circuito con el motor frío o apenas en marcha. Esto se hace tocándolas con la mano para ver si están muy resecas, porque eso puede ser un fusible en caso de recalentamiento.
Lo ideal es llevar el auto a un mecánico o un servicio de chequeo rápido, para que además de controlar el buen estado de los componentes, también revise la tensión de la correa que comanda la bomba de agua, otro de los puntos críticos ante un viaje en ruta pesada y con mucho calor. Si la correa se corta, la bomba deja de funcionar y el sistema de refrigeración también, por lo tanto la temperatura del motor subirá sin pausas hasta provocar que se detenga.
Muchos usuarios conocen y cuidan el estado en que está mecánicamente su auto y no tienen preocupaciones de este tipo, pero para quienes no suelen prestar atención al mantenimiento y sólo se limitan a cargar combustible y revisar la presión de los neumáticos, estas verificaciones previas pueden significar la diferencia entre un fin de semana de descanso o todo lo contrario.
Más allá de controlar que todo esté en orden, es recomendable comprar al menos un litro de líquido refrigerante y cargarlo en el baúl con el equipaje, porque aunque todo parezca en orden un auto no deja de ser una máquina que funciona a partir de muchas variables internas y externas, y si la temperatura sube más de lo recomendable, puede surgir una exigencia mayor a la normal que afecte su funcionamiento.
Muchas personas rebajan el líquido refrigerante con agua destilada o desmineralizada, en la creencia que eso debe ser así y que no debe colocarse el líquido específico para esa tarea en estado puro. Ese es un mito. Estos compuestos están diseñados para funcionar como único componente del sistema de refrigeración y diluirlo implica reducir su capacidad de absorción de temperatura, aunque no lo dañará si se hace con agua destilada. Lo que no debe hacerse nunca es mezclarlo con agua común, porque ésta tiene propiedades oxidantes que dañan el circuito al producirse ese proceso químico.
Al momento de comprar un líquido refrigerante aparece otra duda. No hay uno solo sino varias opciones de distinto color. Es muy importante saber que esa diferencia de presentación no obedece a un tema de marketing como muchos creen, sino a la especificación del líquido, que varía según la temperatura a la que será sometido. Por eso es importante saber de qué se trata cada uno.
El líquido de color azul es el más potente, ya que tiene un 50% de etilenglicol, que tolera temperaturas en el motor de entre -37° C y los 108 °C. Como una opción intermedia está despué sel de color rosado, con un rango de que va desde los -12,5 °C y 103 °C, en tanto el que menor tolerancia a las temperaturas extremas tiene es el líquido de color verde, y por lo tanto es el menos recomendable para regiones donde hace mucho calor en verano o mucho frío en invierno. El rango de trabajo de esta variedad es de -4 °C hasta los 102 °C. Naturalmente, el costo también es diferente, siendo el más económico el de color verde.
En cualquier caso, si el sistema de refrigeración está en buen estado, no tiene pérdidas o fugas por las mangueras o el propio depósito, el color verde debería funcionar bien ante la temperatura ambiente que tendrá la costa atlántica en esta ola de calor con temperaturas que podrían llegar a los 50 °C en las rutas.
Pero si algo sucediera y durante el viaje y el motor levanta temperatura, hay dos modos de saberlo. Una es a través de la aguja o marcador digital del cuadro de instrumentos, que no debe estar en 100 °C sino levemente por debajo. La otra es la más temida, ver que sale vapor desde el compartimento del motor. En ese caso hay que detener el auto inmediatamente, dejar que se enfríe unos minutos sin levantar el capó, porque si lo que causó el problema es una manguera rota, al levantar la tapa del motor, el agua hirviendo puede causar graves quemaduras.
Una vez que la temperatura bajó y ya no sale humo, levantar el capó con cuidado asegurándose que no haya una fuga de vapor o líquido, y si todo está en orden, y no se ve ninguna manguera cortada o salida de su lugar, con una toalla o tela grande, empezar a desenroscar muy lentamente la tapa del depósito de líquido refrigerante. Así como cuando se sacude una botella con gaseosa y al destaparla el gas activado genera que salga a presión el líquido, con el depósito de refrigeración del motor sucede lo mismo. Por eso es conveniente ir aflojando la tapa lentamente y dejando que salga el aire caliente del interior de a ratos, hasta conseguir que haya bajado la presión como para que no exista peligro alguno.
Si en el baúl había líquido refrigerante, encender el motor con la tapa abierta del depósito e ir completando con líquido nuevo mientras circula puede resolver el problema. Si no ocurre y la temperatura del motor no baja en el marcador del tablero, hay que detenerlo y llamar a un auxilio mecánico.