Si se hace la prueba de preguntar a un entendido de autos acerca del tipo de motor que tiene una Ferrari de calle, casi con seguridad la respuesta que se recibirá será un V12. Y es lógico, porque a lo largo de la historia y especialmente de las carreras de autos, el sonido sinfónico de los impulsores de los autos de Fórmula 1 de Maranello siempre estuvo relacionado con la mística de ese clásico motor.
Lo curioso es comprobar, sin embargo, que el último motor campeón del mundo de Ferrari en 2007 fue un V8 y que el actual es un V6, aunque eso se debe a las reglamentaciones que así lo exigen y no es decisión de cada constructor. Sin embargo, cuando todavía era de libre elección, el motor del último auto de la marca que vio Enzo Ferrari cruzar la bandera a cuadros como ganador en Fórmula 1 con Gerhard Berger en Australia de 1987, también era un V6.
Pudo ser casual o no, pero la historia de Enzo Ferrari y el motor V6 es una historia de amor y dolor como pocas puede vivir una persona. Alfredo o Alfredino, como lo llamaba su padre, era el único hijo que tuvo “Il Comendattore” con su esposa, Laura Dominica Garello. Había nacido en 1932 pero durante su adolescencia le detectaron una enfermedad degenerativa, distrofia muscular, que a pesar de los esfuerzos de su padre determinó su fallecimiento a la temprana edad de 24 años.
Apasionado por los autos y la mecánica, Dino estudió ingeniería en suiza y ya con la enfermedad muy avanzada, se dedicó de lleno a diseñar un motor de 6 cilindros en V, con el que insistía a su padre, debían correr en Fórmula 2, aunque su objetivo era mucho más ambicioso: colocarlo en un auto de serie de menor costo que permitiera a Ferrari competir en precio con autos deportivos más masivos como ya había en Europa.
Dino murió en junio de 1956 y nunca pudo ver funcionando ese motor que diseñó y desarrolló junto al ingeniero Vittorio Jano. Fue a finales de ese año que el proyecto terminó por fin y aquel día de la primera puesta en marcha, Enzo se cubrió sus lágrimas con esos anteojos negros que ya había empezado a utilizar para ocultar su dolor unos meses antes, pero que desde entonces ya no abandonaría para sus apariciones públicas.
A pesar del deseo de su hijo de hacer un modelo de auto deportivo más accesible, Enzo Ferrari no quiso asociar nunca su apellido con un auto de menor costo al de sus exclusivos deportivos con los poderosos motores V12. Así fue como en 1966 nació el modelo Dino 206 GT, que llevaba esos motores V6 pero no tenía ni los Cavallinos Rampantes en su capó, guardabarros y cola, ni se llamaba tampoco Ferrari. Enzo decidió crear la marca Dino y de ese modo el homenaje sería completo.
Ya en 1963, acuciado por problemas financieros, Enzo Ferrari había estado muy cerca de vender parte de las acciones de su marca a Ford Motor Company. En aquel momento, viendo que una marca emblemática italiana podía pasar a manos norteamericanas, comenzó un acercamiento con Fiat, que se terminó de concretar recién en 1969, cuando Giovanni Agnelli, propietario de Fiat, compró del 50% de Ferrari.
Así fue que, gracias a que los Dino no serían Ferrari oficialmente, en 1964 Enzo Ferrari acordó con Fiat que ese impulsor que él montaría como motor trasero en un auto deportivo que se llamaría Dino a secas, la marca italiana de autos de producción lo utilizaría en posición delantera para un modelo que fuera más barato que un Ferrari y más caro que un Fiat: el Fiat Dino V6.
Mientras Ferrari presentaba el Dino 206 GT en el Salón de Turin de 1966, Fiat lanzaba su modelo casi en simultáneo bajo la denominación de Fiat Dino Type-135B en versiones Spider y Coupé. La versión inicial fue fabricada entre 1966 y 1969 con el motor de 1.987 cm3 que lograban una potencia de 160CV, para luego dar paso a una evolución llamada Fiat Dino 2400 Type-135G que llegó hasta 1973, en el que se elevaba la cilindrada a 2.400 cm3 para alcanzar 180 CV de potencia. Entre ambos períodos, el auto tuvo una producción de 7.651 unidades.
Los beneficios fueron para ambas partes, porque mientras a Fiat le permitió producir un auto de alta performance, a Ferrari le dio la posibilidad de homologar la cantidad de motores V6 de 2.0 litros necesarios para poder competir en Fórmula 2, y ese era el deseo que Dino le había transmitido a su padre durante su última hospitalización. No fue sencillo hacerlo, porque ante un mayor volumen de producción, Fiat decidió llevar la fabricación de estos motores V6 a su planta de Turin, lo que alivió económicamente a la fábrica de Maranello, donde tanto autos como motores siempre se construyeron de manera artesanal y por lo tanto con tiempos más largos.
El motor V6 de 2,4 litros se convertiría con el tiempo en la base del motor V6 de Fórmula 1. Muchos años después, con una reglamentación que permitía el uso de motores turbo a cambio de bajar la cilindrada, fue un V6 el que permitió a Ferrari ganar las dos últimas carreras de 1987, cuando Enzo todavía vivía. Y paradójicamente, apenas 20 días después de su muerte en agosto de 1988, fue el motor con el que la Scuderia arrasara en la carrera de casa, el GP de Italia de 1988 en Monza. Para muchos, fue el festejo perfecto del V6 para celebrar que Enzo se reencontraba con Dino en el cielo.