“No sólo no podemos pagar nuestras cuentas corrientes en el exterior y nuestros proveedores no pueden pagar sus deudas de insumos, cosa que a ellos los afecta más porque muchos son pymes y no tienen el respaldo de las fábricas. Nos estamos endeudando hasta con el flete de los autos. Hay que pagar los embarques, y no podemos hacerlo porque no salen pagos desde hace 40 días”.
La voz suena alarmada, alterada por momentos, del otro lado del teléfono. Es la de uno de los responsables de comercio exterior de una de las siete fábricas de automóviles del país. Todas ellas están trabajando al límite. Algunas tuvieron interrupciones, otras adelantaron vacaciones de 2024. Otras van día a día, trabajando en asegurar stock durante lunes y martes para producir miércoles y jueves, y así toda la semana.
¿Estas decisiones de administrar la producción les da tranquilidad al menos semana a semana? Tampoco. “Por ahora no existe tal cosa como tranquilidad”, es la respuesta que se recibe al consultar. “Esta semana tenemos producción normal, si es que se puede llamar normal al modo en que contamos cada pieza que usamos”, dicen en otra terminal.
“Desde dos días antes de la elección general (20 de octubre) no salieron más pagos. Hasta el 29 de noviembre tampoco hubo SIRA, es decir que no sólo no podemos pagar lo que debemos sino que tampoco pudimos ingresar más unidades. Está todo parado. Literalmente parado”, confirman del sector.
La última comunicación entre el gobierno y las automotrices se produjo el jueves de la semana pasada en esa reunión con Adefa (Asociación de Fabricantes de Automotores de la República Argentina) citada por Infobae, en la que se propuso un mecanismo algo complejo de liquidar exportaciones y poder usar parte de esas divisas para pagar parte de las deudas con proveedores del exterior.
“Esa es una posible salida, pero es muy difícil de aplicar porque es algo que debe hacerse en 24 horas por los sistemas que se utilizan para acreditar los pagos. De todos modos estamos esperando novedades. Ya pasaron cuatro días y no hubo más noticias del tema”, confesaron en una terminal. De todos modos, esta operatoria no asegura la provisión de autopartes, que es el “talón de Aquiles” de la industria automotriz en este momento.
Mientras todo esto sucede, los autos se venden en pesos y la devaluación de la moneda es diaria. Una de las herramientas que se está intentando aplicar con algunos importadores es abrir cuentas especiales en los bancos llamadas “cuentas remuneradas” donde se detallan los despachos de la mercadería que ya ingresó al país y aún no se le ha pagado al proveedor. El gobierno otorgaría Lediv (letras de divisas) por ese monto, que son letras que quedan para quien las suscribe localmente a la espera de que haya dólares y se puedan obtener las divisas para pagarle al proveedor. Es una especie de lista de espera. No es una herramienta de pago al exterior, sino una manera de no quedarse con los pesos que pierden valor, ya que estas letras están atadas al dólar.
Este tipo de situaciones, que ponen al límite a todas las partes, han generado que salgan a la luz reclamos históricos pendientes, que al menos en los últimos cuatro años o no tuvieron voz o si la tuvieron no fue escuchada.
“Hay que hacer un sinceramiento de la industria. Si los autos vinieran todos en CBU (Completely Built Up), es decir importados completos armados en su país de origen, saldrían menos divisas del país de las que salen hoy, y esto es parte de lo que el nuevo gobierno también va a mirar. Ellos tienen un papelito en el que hay algunas cosas anotadas. Hace tiempo que están monitoreando a las terminales porque en el sector hay un déficit superior al que habría si no se fabricaran automóviles. Hay una realidad. Así como dan trabajo a miles de personas, también hay que decir que es muy difícil fiscalizar el precio de las piezas que se importan para fabricar porque los fabricantes se facturan a sí mismos. La industria tiene un déficit que se podría bajar”, dice un viejo conocedor y player del sector con amplio conocimiento de las necesidades de los fabricantes y también de la de los importadores.
“No por nada tenemos 7 fábricas de autos para un mercado de 450.000 unidades anuales”, concluyó.