Cada vez que se vende un auto clásico en más de diez millones de dólares o euros, inevitablemente esa es una noticia que no se puede dejar pasar. Pero si ese auto es un Ferrari, esa repercusión es mayor aún, ya que se trata de autos deportivos y no de vehículos de lujo como podrían ser otros que consigan compradores multimillonarios.
Dentro del mundo Ferrari, por si la marca por sí misma no fuera suficiente, hay algunos modelos que tienen un atractivo especial para los coleccionistas, y si hay uno que se destaca ampliamente ese es el 250 GTO. Se trata de una serie de automóviles fabricados en muy pequeña escala entre los años 1962 y 1964, hace seis décadas, que tuvieron por destino las competencias de autos sport más clásicas de la época, como las 24 horas de Le Mans, las 24 horas de Daytona o los 1.000 km de Nürburgring, Brands Hatch y Monza.
Un 250 GTO muy especial, se vendió por USD 51,7 millones, convirtiéndose en el Ferrari más caro de la historia, ya que otra unidad del mismo modelo pero distinta especificación había cambiado de dueño en 2018 por 44 millones de dólares.
Lo especial de la Ferrari 250 GTO se explica en el hecho de que se fabricaron sólo 39 unidades en esos tres años de producción. Sin embargo, algunas tenían una especificación diferente como es el caso de la versión denominada 330 LM de 1962, que fue construida especialmente para correr Le Mans de ese año, lo que implicó un cambio de motor y forma del capó para poder alojarlo.
Además, esta unidad con número de chasis 3765, quedó en la historia por haber sido el único vehículo de este modelo que fue un auto oficial de la Scuderia Ferrari. Todos los demás ejemplares de 250 GTO se vendieron a clientes externos y corrieron como privados o en equipos no dirigidos por Ferrari.
El 330 LM tuvo como pilotos nada menos que a Lorenzo Bandini, la estrella italiana que perdió la vida en el GP de Mónaco de 1967, y el británico Mike Parkes, y aunque sufrió un accidente en las primeras horas de la carrera y debió abandonar, luego tuvo un segundo puesto en Alemania, que permitió demostrar sus cualidades técnicas.
El auto estaba equipado con un motor V12 de 4 litros, que luego de ser vendido por Ferrari a un piloto particular, fue reemplazado por uno de 3.000 cm3 para poder acogerse a la reglamentación de las carreras italianas. Tras ganar un campeonato italiano en 1965, este auto, que tiene el chasis número 3765, pasó a manos de Fred Leydorf, presidente del Ferrari Club of America (FCA), quien se encargó de una completa restauración a su forma original.
El automóvil transcurrió los últimos 38 años en manos de su único dueño, quién fue descripto por RM Sotheby’s, la casa de remates que lo ha vendido, como un obsesivo y detallista propietario. Tras recibir muchos premios en los últimos años, el auto finalmente vendido en una subasta privada en Nueva York por el precio de 51,7 millones de dólares.
Si bien la expectativa estaba puesta en alcanzar los USD 60 millones, el precio fue suficientemente alto para ser el Ferrari por el que más dinero han pagado y quedar segundo detrás del inalcanzable, al menos por ahora, Mercedes-Benz 300 SLR Coupé Uhlenhaut de 1955, por el que se pagaron el pasado 5 de mayo de 2022, nada menos que USD 143 millones, en otra subasta de la misma casa, que también tuvo carácter de secreta y privada, y se realizó en Stuttgart.