La alegría está a flor de piel y se expresa a cada pregunta, a cada pedido de una foto. Acaso sea porque Julie y Chris Ramsey están viajando a bordo de un auto durante 12 a 15 horas diarias desde el 30 de marzo pasado y en cada parada pueden hablar con otras personas, conocer otras culturas y contar de qué se trata esta expedición llamada “Pole to Pole”.
El viaje a bordo del Nissan Ariya, el segundo auto eléctrico que lanza la marca japonesa al mercado mundial, unirá el círculo polar ártico con el antártico. Técnicamente, son impulsados únicamente por electricidad. Pero esa sería una verdad a medias, porque tienen otros dos motores fundamentales: voluntad y determinación.
El plan original era pasar por 14 países en diez meses. Habían programado recorrer 27.000 kilómetros a través de América del Norte, América Central y América del Sur. Llevan casi siete meses, pero ya no son 14 sino 15 países, porque decidieron entrar en El Salvador, que no estaba en la ruta original, y llegando a Santiago de Chile el pasado martes 17 de octubre ya han superado los 28.500 kilómetros.
De Londres a Siberia
“No es la primera vez que hacemos algo así. En 2017 corrimos el Rally de Mongolia, que unía Londres con Siberia. Fueron 16.000 kilómetros atravesando 12 países y nos llevó 56 días. Esa fue a bordo de un Nissan Leaf, 100% eléctrico también. En muchos países no había puntos de carga, entonces teníamos que ir a la casa de las personas a pedirles si nos permitían enchufar el auto a su red eléctrica domiciliaria”, recordó Chris al empezar la charla con la prensa de Argentina, Chile y Brasil, en las instalaciones de la Bodega Villard, dentro del hermoso Valle de Casablanca, en las proximidades de Valparaiso.
“Queremos dejar un legado, contribuir a la toma de conciencia de todo el mundo, acerca de lo importante que es la adopción del vehículo eléctrico para mejorar la vida de las personas”, enfatizó Julie. De su relación con Nissan nacida en aquel evento en Mongolia hace siete años, surgió la idea de hacer esta nueva expedición utilizando el SUV Ariya, de reciente lanzamiento mundial, y sobre el que la marca tiene uno de sus pilares para la segunda era de autos eléctricos de Nissan, en un mundo mucho más competitivo que aquel que vio nacer al Leaf como una gran novedad.
De las tres versiones que existen en el mercado, la elegida por Chris y Julie fue la más equipada y potente, denominada Nissan Ariya e-4orce, que cuenta con dos motores, uno en cada tren, capaces de generar 225 kW ó 306 CV de potencia total, con un magnifico torque de 600 Nm, y una autonomía de 500 km gracias a la batería de 87 kWh que se aloja en el piso del habitáculo. Esta versión, naturalmente es de tracción integral, y el sistema e-4orce que le da denominación consiste en un reparto electrónico de la tracción entre las cuatro ruedas.
El vehículo fue acondicionado por la empresa Artic Trucks, especialista en expediciones polares, pero las modificaciones fueron mínimas. Se le cambió el rodado adoptando neumáticos de 39″ lo que generó que aumente el despeje del suelo para permitir que pueda transitar por terrenos irregulares, especialmente en los primeros días de la expedición, donde había zonas con pocos caminos.
El desafío del hielo
De hecho, llegar al Polo Norte Magnético 1823, transitaron por zonas completamente congeladas, únicamente guiados por el GPS de Artic Trucks que medía permanentemente el espesor del hielo. También se lo dotó de medidores exteriores de presión de inflado en el guardabarros de cada rueda, y se colocaron tres anclajes rápidos en el paragolpes delantero y tres en el posterior, para permitir colocar gatos que eleven fácilmente el vehículo en caso de ser necesario, como por ejemplo para cambiar un neumático o salir de una trampa de nieve.
“Originalmente teníamos pensado cargar las baterías incluso en el ártico, del modo más sustentable que fuera posible. Como en esas latitudes no hay puntos de carga, habíamos preparado una turbina eólica en un tráiler, que nos permitiera aprovechar el viento que siempre sopla tan intensamente en el polo norte para generar electricidad. Pero insólitamente, nos tocó un extraño fenómeno climático en el que no hubo viento… así que el trailer quedó sin uso”, bromeó Chris.
La temperatura era también una de las pruebas más duras a enfrentar, a nivel humano y tecnológico, ya que los autos eléctricos deben consumir energía para calentar la batería y que esta funcione correctamente, y al mismo tiempo deben climatizar el habitáculo.
El plan original de la expedición contemplaba que tuvieran que soportar temperaturas mínimas de -30°C y máximas de más de 30°C. Las mínimas fueron efectivamente las esperadas, pero “tuvimos que resignar algo de calefacción para tener mayor autonomía. Ese tipo de circunstancias estaban previstas, lo que no esperábamos era que no hubiera viento, y eso nos obligó a usar un generador de gasolina para cargar la batería los primeros días”, explicó Chris.
Adaptarse
El resto del viaje ya no tuvo ese problema, aunque se sorprendieron en EEUU, donde no todos los puntos de carga tenían el conector de carga apropiada para su vehículo. Resuelto eso, fue sólo cuestión de adaptarse a cada país. El viaje transcurrió entre cargas rápidas en centros comerciales, en concesionarios Nissan o en cargadores comunes. “Cuando teníamos baja potencia de carga teníamos que decidir qué era lo mejor, si esperar más tiempo o ir cargando y avanzando en tramos más cortos. Hubo días que con carga rápida hacíamos el tramo previsto y hasta podíamos dormir en un hotel. Hubo otras veces que era horrible, pasábamos 48hs viajando y durmiendo de a ratos en el auto”, comentó Julie.
“Es increíble manejar por países tan distintos. Por ejemplo, en Ecuador, atravesando grandes montañas. Gastábamos más energía en las subidas, así que teníamos que compensar ahorrando en las bajadas. Había que adaptarse a cada país, porque según los caminos teníamos un rango de 500 km pero en algunos lugares hacíamos un promedio de 240 km diarios”, dijo Chris.
El auto eléctrico fue el principal vínculo con las personas. Más allá de ser un matrimonio uniendo el polo norte con el polo sur, la movilidad eléctrica es la clave. “Si fuéramos con gasolina pasaríamos por los mismos lugares sin conectar con las personas. Por eso le pusimos ‘Sonrisa’ a nuestro auto, porque es lo que ha generado en los que lo ven”, coincidieron ambos.
Convivencia en 4 ruedas
Pero la historia tiene dos lados. El técnico, que es el gran desafío que interesa cumplir para mostrarle al mundo la capacidad de un auto eléctrico sometido a esta exigencia, y el humano, que no puede pasar desapercibido. La convivencia a bordo es la gran pregunta que todos le hacen a esta pareja de escoceses.
“Lloramos, discutimos, nos reímos. No fue fácil, no podemos mentir. Son muchas horas haciendo todo solos los dos. Estar juntos 24x7 en un vehículo, es un gran desafío. Hemos aprendido que cuando pasa algo hay que decirlo en el momento, porque tenemos trabajo permanente que hacer. No podemos frenarnos en una discusión. Lo hacemos y después de 10 minutos volvemos a la rutina y al rato nos reímos de lo que sucedió”, dijo Julie, a quién Chris le delegó la responsabilidad de explicar cómo era la vida dentro del Nissan Ariya.
Pole to Pole debería llegar al final del viaje en diciembre. Luego de la experiencia del ártico sin viento, para la última parte del viaje tienen preparado un equipo de pantallas solares que les permitan recargar las baterías.
“Estamos convencidos del mensaje que llevamos. A muchas personas les cuesta decidir el cambio a un auto eléctrico, pero una vez que lo haces, es muy difícil volver a la tecnología anterior”.