Si no puedes vencerlos, únete a ellos. Palabras más, palabras menos, esto es lo que está ocurriendo con un aspecto poco considerado inicialmente entre los fabricantes de automóviles eléctricos como ha sido el sistema de conexión a la red de carga de energía.
Tesla es la marca de autos a batería que más inversión ha realizado al respecto, con una red de supercargadores que ninguna otra compañía tiene, no sólo en Estados Unidos y Canadá, donde ya cuenta con 12.000 puntos de carga, sino en Europa, donde ya tiene 45.000 puntos entre todos los países, y en China, donde la cifra ya supera los 10.000 también.
Como ha ocurrido en muchos otros casos, cuando una nueva tecnología llega a los consumidores, existe una natural competencia entre los principales fabricantes, por imponer sus productos, y muchos se apoyan en la estrategia de diferenciarse no sólo en calidad de sus productos, sino también en diferenciación para su uso, apelando a exclusividades o incompatibilidades con los de la competencia. Así pasó con los puertos USB de los Smartphone o con el sistema operativo de computadoras y teléfonos.
En el caso de los autos eléctricos, Tesla, como precursor del sistema, ideó su propio tipo de cargador, que es incompatible con el generalista. El de la empresa de Elon Musk se llama NACS (North American Charging Standard), mientras que el resto de los fabricantes, todos los europeos pero también las marcas generalistas de EE.UU., optó por el conocido CCS (Combined Charging System).
Era una guerra silenciosa para imponerse unos sobre otros y los perjudicados eran los usuarios, porque Tesla hizo una apuesta muy fuerte instalando esta red cargadores que alcanzan una potencia de 900 kW, gracias a la cual se puede completar la batería de sus autos eléctricos en unos 15 minutos, mientras que los otros usuarios tendrían que conformarse con potencia máxima de 500 kW y una red que no dependía de ellos sino de todos, incluidas empresas privadas y públicas de los distintos países. Sin imaginarlo por entonces, este terminó siendo un diferencial que inclinaría la balanza a favor de Tesla, aun siendo uno contra muchos.
A fin de año pasado, Musk decidió que desde 2024 abrirá sus cargadores a todas las marcas, con lo cual, a nivel de software ya no habrá una incompatibilidad, y esta quedaba circunscripta a la arquitectura de los conectores. El primero en dar el salto fue el CEO de Ford Motor Corporation, Jim Farley, que alternativamente va de buenos a malos comentarios respecto a Tesla y sus movimientos. Así, en Estados Unidos y Canadá, los usuarios actuales de Ford tendrán la posibilidad de colocar un adaptador a su conector para poder acceder a un Tesla Supercharger, y el tema quedará definitivamente resuelto desde 2025, cuando todos los autos eléctricos del óvalo, vengan con el conector del sistema NACS.
Luego vino la decisión de General Motors, nada menos, que también adoptará el sistema NACS desde 2025 para sus vehículos de comercialización en Estados Unidos y Canadá. Según su CEO, Mary Barra, GM se ahorrará una inversión cercana a los USD 400 millones con esta decisión, ya que de otro modo habría tenido que invertir ese monto en ampliar la red de cargadores de su marca.
Pero no ha quedado todo allí, porque Mercedes-Benz, uno de los creadores del sistema CCS se ha rendido ante lo evidente, la necesidad de ofrecer una mayor cobertura a sus cuidados clientes, y también adoptará el sistema NACS desde 2025 también en el territorio de América del Norte. Y Stellantis, la corporación que aglutina más marcas en la industria, ha confirmado que está estudiando el tema.
Ahora el mundo queda dividido en dos en este aspecto. Ford y General Motors tendrán que hacer el trabajo inverso de vender adaptadores para quienes utilicen el sistema CCS, y estará en ellos decidir si venderán autos en su mercado con conectores NACS y exportarán con CCS o si alguno apostará por unificar y que sus usuarios tengan que comprar el adaptador.
Como sea, Tesla ha vencido una vez más por su estrategia y su mirada global de la movilidad eléctrica. Sus clientes quizás no estén tan felices de tener que compartir los puntos de carga con muchos más usuarios, pero la empresa de Musk se asegura así ganar millones en cargas de muchos más autos de los que vende.
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