La carrera por ser el primer auto eléctrico masivo ya la ganó Tesla. La del hypercar eléctrico más rápido del mundo la ganó Rimac. La de la primera pick-up eléctrica quedó para Rivian y la del primer camión eléctrico pesado nuevamente quedó para el Tesla Semi. La del auto eléctrico más barato por ahora la están ganando los chinos con el MG4 entre los medianos y el entre los microautos con el Hongguang Mini EV.
Pero todavía hay una competencia que no tiene un ganador declarado y probablemente no lo vaya a tener por mucho tiempo, porque es esa que podrá marcar el camino al éxito definitivo de la movilidad eléctrica por sobre otras opciones de propulsión sustentable: la velocidad de carga de las baterías.
La razón por la que no hay un ganador es bastante obvia, porque es una carrera que no terminó todavía y que, de hecho, está recién comenzando. La tecnología, los materiales y componentes de las baterías, pero especialmente el desarrollo de los sistemas de conexión para transmitir esa electricidad de la red a los vehículos, tiene todavía un largo camino por recorrer.
La velocidad de carga depende de dos factores, la capacidad de la batería y el control de la temperatura que ocasiona enviar mucha potencia eléctrica por un cable. El límite, en ambos casos es físico y químico. Pero lo que le interesa a la gente que tiene que decidir si se compra un auto eléctrico o no, y si lo va a hacer, qué auto es el que más le conviene, es el tiempo que demore en recargar la batería. Ese es su gran interés por sobre la tecnología, los materiales o cualquier tecnicismo. Simplemente, el tiempo ocioso que le demandará poder seguir su camino, incluso más allá del precio, porque los autos eléctricos todavía son costosos y quienes acceden a comprarlo son personas que no tienen mayores problemas financieros o económicos.
La consultora norteamericana Group P3, publicó recientemente un estudio que enfoca el tema desde ese punto de vista, estableciendo los parámetros de equivalencia en potencia y tipo de carga para que una comparación sea realista. La ida era conocer qué vehículos eléctricos ofrecían la mayor autonomía en el menor tiempo, porque en definitiva esa es la relación más importante. A modo de comparación en el mundo del automóvil, es como la relación peso/potencia. Un auto puede ser muy potente pero también muy pesado, o a la inversa, puede ser muy liviano pero muy poco potente, entonces ningún dato es valioso por sí mismo, sino en contexto.
Pero P3 hizo una observación adicional muy interesante a través de encuestas y consultas con los consumidores, que fue saber cuál es la demanda específica que tienen las personas respecto a este “tiempo Delta” en el que no pueden hacer demasiadas cosas salvo esperar la recarga de la batería. La conclusión a la que llegaron era que para la mayoría de los usuarios de autos eléctricos, lo importante era conseguir la suficiente electricidad que les permita llegar a destino y no completar la carga completa.
De este modo, el estudio cobró mayor interés porque lo que había que elaborar era un ranking de autos que cargaran rápido una fracción de la capacidad de la batería y no el 80% que normalmente se carga para uso cotidiano. Y aunque parezca que no es un dato significante, sí lo es, porque a lo largo de estos años en los que los vehículos eléctricos empezaron a formar parte del portafolios de todas las marcas, se han visto muchos que ofrecían una alta recuperación de la primera parte de la batería si tiene al menos el 10% de la carga y una demora mayor para completarla o llevarla al mencionado 80%.
Así, el índice de carga de P3 considera una ventana de carga entre 10%-80%, lo que representa la mejor sesión de carga posible basado en la experiencia de expertos y usuarios. Además, los fabricantes suelen utilizar ese rango para definir las duraciones de carga. Para obtener un resultado más preciso, se midieron varios ciclos de carga por vehículo. Todas las pruebas se realizaron en el mes de abril en California, ya que allí existe una amplia infraestructura de carga rápida y temperaturas ambientales moderadas en ese momento del año.
Una de las primeras comprobaciones que se hicieron fue que la máxima potencia de carga indicada por los fabricantes sólo se alcanza durante unos minutos durante la sesión de carga y que el proceso varía su rendimiento significativamente durante todo el ciclo. Por ejemplo, El Porsche Taycan GTS logra el pico de potencia más alto con 270 kW, mismo valor que tiene el Lucid Air Grand Touring, con una potencia de carga promedio entre 10%-80% de 223 kW. Pero puede cargar más de 200 kW entre el 10% y el 55 %, y 120 kW entre el 55% hasta el 80%.
Lo que decidieron entonces fue hacer la medición considerando dos cargas por separado de 10 minutos cada una, que podrían representar un “golpe de electricidad” en una batería con muy poca carga y uno adicional en una que tiene más reserva pero necesita aumentarla para llegar a destino.
Los resultados arrojaron que el auto de lujo Lucid Air es el auto con carga más rápida disponible en el mercado en la actualidad, ya que logró ganar un total de 332 km (208 millas), con 198 km en la primera carga y 134 km en la segunda carga.
Este resultado fue 24 km superior al del Tesla Model S Plaid, que recuperó 308 km (193 millas) entre sus dos sesiones de carga con un muy buen valor en el primer segmento, 197 km, y 112 en el segundo. El Kia EV6 Long Range RWD quedó en tercer lugar con 305,6 km (191 millas) en total, con 203 km en la carga inicial, lo que lo pone como el mejor en esa condición, pero con un descenso a 102 km en la segunda carga.
El Porsche Taycan, en tanto, si bien soporta la misma potencia máxima de carga que el Lucid Air, varía mucho entre el primer ciclo y el segundo, ya que alcanza a recuperar 163 km en los primeros 10 minutos y apenas 81 km en los siguientes, para totalizar una recarga de 244 km (153 millas).
También se obtuvo información de dos vehículos especiales por no tratarse de berlinas o SUV sino de pick-ups. La Rivian R1T logró recuperar 198 km en esos 20 minutos segmentados en dos períodos, con 115 km en el inicial y 83 km en el restante. Diferente fue lo que ocurrió con la Ford F-150 Lightning, que recuperó 94 km en los primeros 10 minutos y 80 km en la segunda fase, mostrando que la diferencia la hizo en el período en el que la carga se aplicaba sobre una batería con muy poca carga. El total de la pick-up del óvalo en los 20 minutos fue de 169,6 kilómetros.
El dato concluyente de este estudio de P3, es que probablemente los fabricantes tengan que cambiar su estrategia y diseñar baterías que tengan una primera fase de carga más rápida, resignando ese rendimiento para ir del 50% al 80% y más aún hasta el 100%. El camino de seguir desarrollando baterías que mantengan un gran poder de carga durante todo el ciclo no es el mejor, porque cuanto más veces se cargue una batería de iones de litio con alta potencia (los supercargadores), menor será la vida útil de la misma, y esto es atentar contra la economía de los usuarios, ya que la batería es el elemento más caro de un automóvil eléctrico.
Cuando Carlos Tavares, CEO de Stellantis, dijo a comienzos de año que el secreto estaba en construir autos con baterías pequeñas para poder hacerlos más accesibles, y no hacer gigantescas inversiones en alcanzar autonomías extremas como estaban intentando alcanzar la mayoría de los fabricantes, se refería a esto mismo.
En ese momento, el portugués decía que era fundamental que se incremente urgentemente la cantidad de puntos de carga públicos, para que los usuarios no tengan que perder tanto tiempo en ellos, sino pasar, cargar unos minutos y continuar. Por algo Tavares es quien ocupa una de las sillas más importantes de la industria automotriz mundial.
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