Como suele ocurrir cada mes de mayo, la Riviera Francesa se llena de glamour con el Festival de Cannes y el Gran Prix de Mónaco de Fórmula 1. Son semanas de famosos, magnates, y grandes personalidades de todo tipo de ámbitos, que se hospedan en los hoteles más fastuosos, pasean en lujosos automóviles y participan de toda clase de eventos sociales en los más impactantes yates.
Así es la vida en la Costa Azul cuando la primavera empieza a dar paso al calor del verano en la franja de la costa del Mar Mediterráneo que une Marsella con Menton, una vez traspasados los límites de Montecarlo. Sin embargo, este año hubo un invitado especial a navegar en esas aguas cristalinas, y aunque no tuviera el gran porte de los grandes barcos que se ven anclados en cualquiera de las exclusivas Marinas de la zona, ha conseguido llamar la atención de todos por sus características.
Se trata de un barco diseñado por la start-up especializada Tyde, que se asoció nada menos que con otra compañía alemana de jerarquía como BMW, para dar forma a un proyecto que permitiera construir embarcaciones de lujo que tuvieran la tecnología sustentable de la marca de autos de Baviera.
El yate se llama The Icon, y básicamente se trata de un escaparate de tecnología y eficiencia pensado para el agua, pero que además presenta un diseño completamente fuera de lo común, que se confunde incluso con una casa de vidrio flotante, completamente alejada de las líneas de una embarcación tradicional.
Y en verdad, desde cualquier punto que se lo mire, más allá de su diseño, The Icon no es convencional ni comparable con otro tipo de yates. Lo más importante es su sistema de propulsión, que consta de dos motores eléctricos de 100kW, que se alimentan de la energía de seis baterías proveniente de los ya discontinuados BMW i3, gracias a las cuales obtiene una potencia de 240 kW/h, que le brindan una autonomía aproximada a los 100 km, con una velocidad de operación promedio de 30 nudos, es decir unos 55 km/h.
Fuera del tren de propulsión eléctrico derivado de un automóvil de producción, la otra gran cualidad de The Icon, es que su desplazamiento no es ni con un casco en “V”, ni con un diseño de catamarán, sino el novedoso sistema de hidroalas que proviene de las más sofisticadas carreras de yates. Este modo de traslado sobre el agua, hace que, una vez en movimiento, la embarcación se despegue de la superficie y quede sólo vinculada por una mínima sección en la que están las hélices. Así, además de tener un movimiento mucho más suave y confortable, se reduce la fricción hasta en un 80% respecto a un yate convencional.
El barco mide 43 pies de largo, dentro de los cuales tiene una gran sala de estar decorada con muebles de diseño artístico y asientos giratorios de 360 grados, que pueden tomar distintas funciones y capacidades, en busca de mejorar la interacción entre los pasajeros. La unidad de control digital también proviene de la marca alemana de automóviles, ya que The Icon utiliza el sistema iDrive de BMW, con funciones accesibles a través de comandos de voz, una pantalla táctil de 32 pulgadas con resolución de 6k y un sistema de sonido Dolby Atmos con una banda sonora exclusiva del compositor Hans Zimmer, ganador de dos premios Oscar de la Academia.
Esta primera unidad estrenada en el Festival de Cannes es un prototipo que pretende promover la reutilización de las baterías de los autos eléctricos después que han cumplido su primer ciclo de vida, pero además, intenta marcar un modo de propulsión que, además de ser cero emisiones, permite interactuar con la naturaleza, en este caso el mar, a través de un diseño donde las superficies vidriadas permiten el reflejo de las olas del mar en su interior, igualando uno y otro ámbito.
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